Neruda, Capri y los Beatles
La verdad es que iba a cumplir a?os en Chile. Nada tan malo. A todos nos pasa. Lo que sucede es que yo iba a cumplir 64. De todos los n¨²meros posibles, el ¨²nico que me parec¨ªa m¨¢gico. Por mi afici¨®n a los Beatles. Cuando ten¨ªa poco m¨¢s de 30, cant¨¦ por primera vez: Will you still need me, will you still feed me, when I am sixty four. Obsesionado como todo poeta, pens¨¦ hace muchas d¨¦cadas que si llegaba a la vetusta edad de 64 a?os celebrar¨ªa una fiesta en Santiago, invitar¨ªa a mis amigos m¨²sicos y corear¨ªamos el tema de los Beatles hasta quedar exhaustos. En verdad, consideraba, cuando a¨²n ten¨ªa pelo y era flaco, que 64 a?os ser¨ªa una edad honorable y acaso final.
Mis planes fueron interrumpidos de la manera mas deliciosa. El rector de la Universidad L'Orientale de Napoli, el doctor Pasquale Ciriello, me hace llegar una carta comunic¨¢ndome que la universidad y la regi¨®n de Campania han decidido otorgarme el Premio Internacional Pablo Neruda. Como ustedes sabr¨¢n, queridos lectores, por mi filme El cartero y por mi novela El cartero de Neruda soy tan adicto a Neruda como a los Beatles. M¨¢s grave a¨²n, le tengo una irresistible simpat¨ªa a Italia desde Bocaccio y Dante, que se aument¨® prodigiosamente cuando tuve la gloria de ver actuar mi historia a Massimo Troisi.
Conclusi¨®n, cambi¨¦ la fiesta en casa por un viaje a Italia, y durante unos d¨ªas disfrut¨¦ de la lluvia en Capri, mientras me aprestaba con mi esposa para recibir el magn¨ªfico premio en N¨¢poles. La regi¨®n de Campania plane¨® las cosas con cortes¨ªa y astucia napolitana. Me mand¨® a Capri, justamente la isla de sue?os donde Neruda sobrellev¨® un exilio en los cincuenta, para tratarme como un rey, pero tambi¨¦n para darme una lecci¨®n. Neruda, como yo, hubiera tenido una vida infinitamente m¨¢s ¨¢spera si no hubiese sido porque recibi¨® la c¨¢lida amistad de italianos, que en momentos de penurias le ofrecieron una casa, le levantaron el ¨¢nimo y hasta le prometieron un editor, acaso el mejor de todos, dispuesto a publicar lo que escribiera en Capri.
Ahora bien, como todos saben, el libro que gest¨® Neruda en esa estad¨ªa fue Los versos del capit¨¢n, y la musa que anim¨® sus versos tan fogosos fue Matilde Urrutia, su pelirroja amante de aquellos a?os. Con tacto, pero tambi¨¦n ingenuidad, el poeta public¨® los poemas como "An¨®nimo", creyendo que as¨ª no ofender¨ªa a su esposa leg¨ªtima, Delia de Carril, que lo aguardaba en Chile. La delicadeza fue desarmada por los primeros cr¨ªticos y periodistas que leyeron el libro: todos hablaron del ¨²ltimo texto de Pablo Neruda. Es que a un tigre se le conoce por las rayas.
Dije que he aprendido una lecci¨®n. Una preciosa ense?anza de amistad y fraternidad. El exilio, aunque sea paradisiaco, significa un gran tormento para el alma de cualquier hombre, acaso un poco m¨¢s para un poeta que ve de la noche a la ma?ana derrumbados sus sue?os en Chile. Sin tener un lugar en la tierra, los intelectuales italianos deben literalmente luchar para conseguirle a Neruda un permiso de residencia. Lo logran. La bella abrupta Capri, con sus rom¨¢nticos acantilados, puede considerarse como coautora de la obra de Neruda. Pero, tambi¨¦n, el espacio acotado (porque debe haber llovido tambi¨¦n en los 50 en Capri) puede haber aislado al l¨ªrico con su Matilde en su preciosa casa. Y, probablemente, estaban "encerrados con un solo juguete". ?Qu¨¦ tiene de extra?o que un hombre, en sus 40, cree versos de tal voluntad pasional y pol¨ªtica, cuando el espacio se comprime en belleza, solidaridad y erotismo?
Vuelvo a los Beatles. En la novela, amante como soy de la gran cultura y de la subcultura, hago bailar a Pablo Neruda nada menos que un tema del conjunto ingl¨¦s: Wait a minute Mr. Postman. Neruda bromea con su mensajero: "Es el himno oficial de los carteros, Mario".
Por esta situaci¨®n, los eruditos nerudianos casi quisieron colgarme. Seg¨²n ellos, Neruda jam¨¢s hab¨ªa bailado; las pretensiones de la pedanter¨ªa. En los ¨²ltimos a?os han sido mostrados filmes que exhiben a Neruda bailando la m¨²sica tradicional chilena, la cueca, y hasta una danza nativa de la isla de Pascua, moviendo caderas y manos como un mozalbete p¨ªcaro. En El cartero aparece bailando un tango de Gardel, Madreselvas. Y hay que admitir que si no baila, aprieta.
En este art¨ªculo, con el que aprovecho para agradecer el premio a la Universidad degli Studi de Napoli L'Orientale y a la regi¨®n de Campania, perm¨ªtanme agregar otro tema de los Beatles a los que he citado: With a little help of my friends. Es un texto humilde y generoso donde se revela que s¨®lo con una peque?a ayuda a la simpat¨ªa y fraternidad de los amigos, el exilio no s¨®lo es soportable, sino hasta creativo e inolvidable. With a little help of my friends no fue la frase favorita de Neruda. Quiz¨¢s la suya era la que pronunci¨® cuando le dieron el Premio Nobel y cit¨® a Rimbaud: "S¨®lo con una ardiente paciencia conquistaremos las espl¨¦ndidas ciudades". No en vano llam¨® al vate franc¨¦s "hombre prof¨¦tico". Con "una ardiente paciencia", el pueblo chileno se deshizo de Pinochet y, tras a?os de veladuras y tramitaciones, se conoci¨® todo el horror de las torturas en Chile. Y otro hecho de "ardiente paciencia", que trae siempre la verdad: el comandante en jefe del Ej¨¦rcito en Chile, tras m¨¢s de 30 a?os, ha reconocido d¨ªas atr¨¢s que las violaciones de los derechos humanos no han sido, como se proclamaba hasta ahora, exceso de algunos individuos uniformados, sino lamentablemente t¨¢ctica institucional en una ¨¦poca agria de nuestra patria.
Estoy feliz de recibir en N¨¢poles el Premio Pablo Neruda. Estoy orgulloso de haber escrito con alegr¨ªa, fidelidad y ardiente paciencia la historia de mi gente. Estoy contento y agradecido al pueblo italiano que se ha sintonizado de maravillas con mi obra.
?Qu¨¦ manera tan linda de cumplir los 64, hermanos Beatles!
Antonio Sk¨¢rmeta es escritor chileno.
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