El Gobierno de Aznar dio por consumado el golpe contra Ch¨¢vez
"El embajador Manuel Viturro sigui¨® las instrucciones que le transmitimos desde Madrid y junto con el embajador de Estados Unidos en Caracas acudi¨® a reunirse con el flamante presidente provisional Carlos Carmona el 13 de abril de 2002. Ambos expresaron el deseo de que la situaci¨®n se resolviera con una normalizaci¨®n democr¨¢tica y hubiera un cese de la violencia", dijo ayer a ¨¦ste peri¨®dico Miguel ?ngel Cort¨¦s, secretario de Estado de Cooperaci¨®n con Iberoam¨¦rica en el Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar durante el golpe de estado contra el presidente Hugo Ch¨¢vez, que aparentemente dio como resultado su dimisi¨®n el 11 de abril de 2002.
"Yo mismo mantuve cinco o seis conversaciones el mismo 12 de abril con el subsecretario para el Hemisferio Occidental en el Departamento de Estado, Otto Reich. en las cuales elaboramos una declaraci¨®n conjunta Estados Unidos-Espa?a sobre la situaci¨®n", record¨® Cort¨¦s.
La declaraci¨®n pactada por Reich y Cort¨¦s, difundida por la oficina del portavoz del Departamento de Estado el 12 de abril de 2002, no se pronunciaba frente al golpe de Estado. En cambio, dirig¨ªa sus peticiones o deseos al nuevo Gobierno. "Est¨¢n los telegramas reservados intercambiados entre Madrid y Caracas. Supongo que el ministro Moratinos los habr¨¢ podido leer. Y no hay nada all¨ª que sostenga sus acusaciones", dijo Cort¨¦s.
Con todo, Aznar mantuvo una conversaci¨®n telef¨®nica con Carmona y dos d¨ªas despu¨¦s, el 14 de abril de 2002, Gustavo de Ar¨ªstegui, portavoz de Exteriores del PP, public¨® un art¨ªculo en el Mundo en el que apoyaba el proceso abierto: "La revuelta popular del jueves abre una puerta a la esperanza... El nuevo Gobierno tiene una tarea dif¨ªcil devolver la confianza a un pueblo harto y desenga?ado y que tiene derecho a la paz, a la democracia y a la prosperidad". El presidente provisional Carmona tiene que llevar a cabo una labor impecable de Gobierno y entregar, en el m¨¢s breve plazo, el poder a un ejecutivo surgido de las urnas".
"Los gobiernos de Estados Unidos y Espa?a, en el marco del di¨¢logo pol¨ªtico reforzado, siguen los acontecimientos que se desarrollan en Venezuela con gran inter¨¦s y preocupaci¨®n, y en contacto continuo", dec¨ªa el texto. "Los dos gobiernos declaran su rechazo a los actos de violencia que han causado una cantidad de v¨ªctimas y transmiten sus condolencias a las familias; piden el cese de la violencia y la recuperaci¨®n de la calma p¨²blica; expresan su deseo de que la excepcional situaci¨®n que experimenta Venezuela conduzca en el plazo m¨¢s breve a la normalizaci¨®n democr¨¢tica plena y sirva para lograr un consenso nacional y la garant¨ªa de los derechos y libertades fundamentales; urgen a la OEA a ayudar a Venezuela en consolidar sus instituciones democr¨¢ticas". Por ¨²ltimo, el documento expresaba "su pleno respaldo y solidaridad con el pueblo de Venezuela, los gobiernos de Estados Unidos y Espa?a reiteran su convicci¨®n de que s¨®lo la consolidaci¨®n de un marco democr¨¢tico estable puede ofrecer un futuro de libertad y progreso al pueblo venezolano".
El diagn¨®stico que hicieron Otto Reich, en Washington, y Miguel ?ngel Cort¨¦s, en Madrid, "en constante contacto continuo", seg¨²n dice el texto, parti¨® del hecho de que el golpe de Estado estaba consumado. Por tanto, ambos evitaron cualquier condena de la asonada, dando por hecho la apertura de una nueva situaci¨®n.
Ni Exteriores en Madrid ni la embajada en Caracas condenaron el golpe de Estado y enfatizaron, en cambio, la presi¨®n democr¨¢tica sobre el nuevo presidente, emergente del golpe. "Debemos todos, en este punto [la legalidad] ser muy exigentes, porque lo que est¨¢ en juego es el respeto de las reglas, a los marcos democr¨¢ticos y a la necesidad de que todo se haga de acuerdo con la legalidad", declar¨® el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqu¨¦ la noche del 13 de abril, en la misma jornada en la cual los embajadores de Estados Unidos, Charles Shapiro, y de Espa?a, Manuel Viturro, se entrevistaban con Carmona.
Cort¨¦s explic¨® a este peri¨®dico que la actividad del embajador, decidida en Madrid, tuvo por objeto presionar al nuevo presidente por el respeto de los derechos humanos y el cese de la violencia, no apoyar una intentona golpista.
La ca¨ªda definitiva de Ch¨¢vez se daba como tan segura que incluso el embajador espa?ol deb¨ªa formar parte de un grupo de tres personalidades, junto con el arzobispo de Caracas, Ignacio Cardenal Velasco, entusiasta del golpe de Estado, y el embajador de Italia, para escoltar a Hugo Ch¨¢vez hasta el aeropuerto de Caracas, a fin de que subiera al avi¨®n de Cubana de Aviaci¨®n dispuesto para trasladar a Ch¨¢vez a La Habana, tras gestiones del propio presidente cubano Fidel Castro ante Madrid.
La t¨¢ctica, pues, del Gobierno de Aznar, como la de EE UU, fue asumir la ca¨ªda de Ch¨¢vez como un hecho. Solo despu¨¦s que los l¨ªderes de la mayor¨ªa de los pa¨ªses latinoamericanos condenaran el golpe, el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, declar¨® que el derrocamiento de un gobierno por la fuerza iba contra los valores e intereses de EE UU.
Algo parecido sucedi¨® con el Gobierno espa?ol. El viernes 17 de mayo de 2002, Ch¨¢vez asisti¨® en Madrid a la cumbre Uni¨®n Europea, Am¨¦rica Latina y el Caribe. Esa tarde, el presidente venezolano habl¨® a solas con Aznar. Horas despu¨¦s, en una conferencia ante la Escuela Diplom¨¢tica, Ch¨¢vez dijo: "Aznar me ha hecho la promesa de que nunca apoyar¨¢ un Gobierno no constitucional en Venezuela".
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