La moral no se discute
La moral se rechaza: y se abraza la ¨¦tica, la deontolog¨ªa, la solidaridad, la fraternidad. Sus equivalentes laicos. Cuando la Conferencia Episcopal, a base de Rouco, ofrece "di¨¢logo" al Gobierno a cambio de respeto al "orden moral", hay que negarse. La moral fue confiada a la Iglesia para reformar el poder temporal: a m¨¢s de hogueras y torturas, la Iglesia tiene, y a¨²n le queda algo, el poder de castigar en "la otra vida", despu¨¦s de haber creado su ilusi¨®n, para hacer obediente al aterrorizado; y para prometerle incluso milagros en esta vida. La moral es teol¨®gica: cuenta con el pecado y con la gracia, la castidad y las virtudes y los sacramentos, con los mandamientos. No veo en qu¨¦ sentido puede un estado laico, y su gobierno, discutir un "orden moral" que no corresponde a la realidad. La Iglesia formaba parte del entramado pol¨ªtico desde que ayud¨® a derribar la Rep¨²blica. En ella no estudi¨¢bamos moral, sino "psicolog¨ªa, l¨®gica y ¨¦tica", una asignatura tridente con la que empez¨¢bamos a ser ciudadanos en el bachillerato. Mi instituto era el enorme edificio de Areneros, del que se hab¨ªa expulsado -como de Espa?a- a los jesuitas, porque juraban obediencia a leyes que contradec¨ªan las del Estado. Luego volvieron, por las armas, y algo hab¨ªan aprendido, y algo muestran hoy de seriedad y de raz¨®n, quiz¨¢ por la concurrencia dura del Opus Dei.
La vida, la aceleraci¨®n de la ciencia, la historia, la prolongaci¨®n de la vida, el sentido de la muerte, la desaparici¨®n total de milagros y aparecidos, la complicidad de otras religiones con el mal que ahora conocemos, su funesto rasgo hist¨®rico -con Franco, con Pinochet o con la Inquisici¨®n- se han conjuntado para el descreimiento: muchos lo arrastran por tradiciones de costumbres y fiestas de la patrona, con toros y todo. Algo t¨ªpico: el torero, el cura, el guardia civil. Un cierto respeto por los tipos del clero que hacen una verdadera labor social. De eso a discutir de moral con los curas, a acordar con ellos los derechos de los no creyentes, hay un abismo. Una ¨¦tica social para el comportamiento de unos con otros: m¨¢s para permitir que para obligar.
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