Los agujeros negros no tienen cabellera, ?o s¨ª?
LA PALOMINO, una nave espacial de exploraci¨®n, en ruta por los insondables confines del espacio, avista fortuitamente a la desaparecida USS Cygni, en ¨®rbita precaria en torno a un agujero negro. Con sorpresa, descubren que la USS Cygni, todav¨ªa operativa, est¨¢ lista para embarcarse en una temeraria misi¨®n: penetrar en el cercano agujero negro para emerger, quiz¨¢, en otro universo. Ah¨ª es nada.
As¨ª la cosas, el doctor Hans Reinhardt, erigido en amo y se?or de la USS Cygni y en paradigma del perfecto mad scientist, decide retener a la tripulaci¨®n de la Palomino, cuya contrastada experiencia espera utilizar en pos de su sue?o. Los cautivos deber¨¢n ingeniar un astuto (y no exento de riesgos) plan de evasi¨®n... antes de que sea demasiado tarde. Este es el argumento del sofocante filme El abismo negro (The black hole, 1979), subproducto de la factor¨ªa Disney dirigido por Gary Nelson.
Los agujeros negros constituyen algunos de los estadios finales de la evoluci¨®n de las estrellas masivas. En t¨¦rminos simples, un agujero negro es una regi¨®n del espaciotiempo dotada de tan intensa gravedad que nada, ni siquiera la luz, puede escapar de sus fauces. Postulados te¨®ricamente en el siglo XVIII por Pierre Simon (marqu¨¦s de Laplace) e, independientemente, por John Mitchell, y revisitados por Karl Schwarzschild de la mano de la teor¨ªa general de la relatividad en 1916, su descubrimiento no ha sido todav¨ªa confirmado de forma irrefutable (pese a los numerosos indicios de su existencia).
De la misma manera que los f¨ªsicos del siglo XIX concluyeron que la energ¨ªa ni se crea ni se destruye, los f¨ªsicos del siglo XX dedujeron un principio similar para la informaci¨®n contenida en un sistema. Conclusi¨®n, empero, que resultaba flagrantemente violada por la f¨ªsica de los agujeros negros: cuando un objeto penetra en un agujero negro pierde, de acuerdo con la teor¨ªa de la relatividad general, casi toda su informaci¨®n: s¨®lo su masa, su carga y su momento angular se preservan. Detalles como la propia naturaleza del objeto, su forma o dimensiones, se pierden irremisiblemente. El agujero negro se erige en una especie de censor c¨®smico que envuelve con un halo de misterio todo objeto que osa traspasar sus l¨ªmites... Este resultado, establecido en la d¨¦cada de 1970 por f¨ªsicos de la talla de John A. Wheeler, Kip Thorne y otros, se conoce popularmente con la expresi¨®n "los agujeros negros no tienen cabellera".
Pero ¨¦sa es s¨®lo una de las dos caras de la moneda, porque las leyes de la mec¨¢nica cu¨¢ntica proh¨ªben la p¨¦rdida de informaci¨®n de un sistema. Y es precisamente este aspecto, la existencia de cabellera o no, o de forma m¨¢s fundamental, si la relatividad general o la mec¨¢nica cu¨¢ntica est¨¢n equivocadas, la que ha generado una agria pol¨¦mica durante m¨¢s de tres d¨¦cadas.
Recientemente, el brit¨¢nico Stephen W. Hawking (todav¨ªa activo desde su silla de ruedas) parece haber zanjado la controversia. En la reciente 17? Conferencia Internacional sobre Relatividad General y Gravitaci¨®n, celebrada en Dubl¨ªn en julio de 2004, Hawking reconoc¨ªa su error: firme defensor de los agujeros negros como censores c¨®smicos, aboga ahora por una nueva visi¨®n, conciliadora con la mec¨¢nica cu¨¢ntica, basada en complicados c¨¢lculos matem¨¢ticos. En esencia, Hawking sostiene que la materia que cae en el interior de un agujero negro conserva su informaci¨®n inicial... Por desgracia, dicha conclusi¨®n est¨¢ lejos de ser aceptada de forma un¨¢nime, dado que cierto sector de f¨ªsicos duda de la aplicabilidad del m¨¦todo empleado por Hawking en su an¨¢lisis.
Valga decir que el nuevo posicionamiento de Hawking en esta espinosa cuesti¨®n (la idea de que la informaci¨®n de un objeto que penetra en un agujero negro no se destruye, sino que debe permanecer en nuestro universo) ha llevado a descartar la alocada conjetura de utilizar los agujeros negros como portales a otros universos. As¨ª las cosas, parece claro que al demente doctor Reinhardt, del filme El abismo negro, le espera un final, digamos, negro si pretende llevar a t¨¦rmino su temeraria empresa. Dicho sea de paso, al traductor de turno, a quien debi¨® de parecerle osado el t¨¦rmino "agujero negro" para la ¨¦poca (posfranquismo), opt¨® por una terminolog¨ªa mucho m¨¢s ambigua...
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