?Estos catalanes!
El funcionario europeo que supervis¨® las dos traducciones id¨¦nticas de la constituci¨®n habr¨¢ pensado que se trataba de un error o de un disparate. Subsanado el asunto, el tema habr¨¢ provocado la risa. En Valencia, la jugada catalana ha tenido como consecuencia el desconcierto; y, como siempre, el conflicto y su renta pol¨ªtica. Salvo un sector muy recalcitrante y muy minoritario que habla de los moz¨¢rabes y cosas as¨ª, nadie dice abiertamente que valenciano y catal¨¢n sean lenguas distintas. La eficaz herramienta del PP, excesivamente primitiva y dirigida a quienes no dicen ni saben nada, no parece que haya influido en la sociedad culta valenciana. Sin embargo, tampoco nadie parece actuar para que algo tan elemental sea aceptado; para conseguir que, con toda naturalidad, la sociedad valenciana asuma la unidad sin problemas. De igual manera que un andaluz afirma sin conflicto que habla andaluz, castellano o espa?ol, los valencianos deber¨ªamos poder afirmar indistintamente que hablamos valenciano o catal¨¢n sin ser considerados traidores o catalanistas. Pol¨ªticos, comentaristas, intelectuales, ling¨¹istas, acad¨¦micos; ilustrados en general, todos parecen aceptar que el idioma catal¨¢n, contiene variantes dialectales sin que ninguna sea m¨¢s ni menos importante que otra y que el valenciano, como el mallorqu¨ªn, el leridano o el catal¨¢n de la ciudad de Barcelona, es una de esas variantes. Ahora bien, tras afirmar su convencimiento de que se trata del mismo, sus actuaciones se encaminan a valorar las diferencias, a singularizar el valenciano de Valencia capital, con la infructuosa esperanza que la distancia sugiera otro idioma. Nuestros ilustres y flamantes acad¨¦micos afirman la unidad ling¨¹¨ªstica (no todos, pero casi) y permiten actuar a favor de la separaci¨®n (no todos, pero casi). La numantina defensa del nombre de la lengua, que nadie cuestiona, enmascara una fuerte defensa de la escisi¨®n. La denominaci¨®n y no la lengua se intenta convertir en la principal se?a de identidad, lo m¨¢s alejada posible de la identidad catalana.
En este sentido, la AVL dedica sus trabajos a buscar una denominaci¨®n imposible. Su aceptaci¨®n, cuidadosamente impl¨ªcita y cr¨ªptica de la unidad no se traduce en una toma de posici¨®n expl¨ªcita y clara. La Academia est¨¢ dedicada a la dif¨ªcil tarea de buscar genuinos, o sea: a santificar diferencias entre el catal¨¢n de Valencia y el catal¨¢n de Barcelona. Supongo que con el a?adido de giros y variantes comarcales y locales, que seguramente ya figurar¨¢n en el diccionario Valenci¨¤-Catal¨¤-Balear. Una Academia de la lengua, a la que todos respetan pero a la que nadie hace caso: ni los pol¨ªticos que mandan ni, por motivos antag¨®nicos, los estamentos universitarios y culturales. Ni siquiera los ciudadanos medianamente ilustrados. Menos que nadie las propias instituciones que la crearon, que mayoritariamente s¨®lo utilizan el castellano. Quienes vimos en el pacto ling¨¹¨ªstico la aplicaci¨®n de la pol¨ªtica del PP, y el tradicional seguimiento del PSOE, contuvimos nuestras cr¨ªticas, al menos en mi caso, incluso abrigamos alguna esperanza en vista de su aceptaci¨®n por parte de personas enteradas, que merec¨ªan el mayor respeto, pero que ahora ya no parecen tan convencidas. Esperemos que en otras circunstancias la AVL pueda cumplir objetivos claros y rigurosos, aunque su naturaleza cism¨¢tica lo haga muy dif¨ªcil.
La influencia del l¨ªo ling¨¹¨ªstico en medios culturales no se entender¨ªa sin el acompa?amiento del anticatalanismo, en el fondo el problema de m¨¢s calado, el instrumento m¨¢s eficaz de la derecha valenciana. M¨¢s extendido, m¨¢s manipulado y m¨¢s instalado entre nuestros pol¨ªticos de cualquier color y entre muchos de nuestros notables m¨¢s unitarios, que la ignorancia sobre el idioma y su descarada utilizaci¨®n. Los esfuerzos por la unidad de la lengua de algunos pol¨ªticos catalanes con capacidad para negociar, incluso poniendo en riesgo sus alianzas, son percibidos y comentados aqu¨ª, como ingerencias, chantajes, expansionismo y dem¨¢s estupideces sobre el peligro catal¨¢n. En lugar de aplaudir sus iniciativas (si realmente se quiere preservar la lengua de la nefasta pol¨ªtica del PP) las actuaciones de Pujol, Carod, Maragall, incluso de Zapatero o Moratinos, son criticadas como intromisiones. En mi opini¨®n resultan m¨¢s bien escasas, puesto que la marginaci¨®n del valenciano, pondr¨ªa en serias dificultades el conjunto de la lengua catalana. Para demostrar que son m¨¢s valencianos que nadie, nuestros prohombres de la pol¨ªtica y de la cultura, en este tema, son capaces de decir tantas tonter¨ªas sobre Catalu?a, que pueden dar la impresi¨®n, ahora a nivel europeo, de que todos los valencianos, y no solo nuestros dirigentes, somos unos patanes. Creo que un reconocimiento claro y oficial de la unidad del catal¨¢n permitir¨ªa alg¨²n cambio positivo, aunque de momento no afectara significativamente a la actual indiferencia valenciana por su propia lengua. Todo seguir¨ªa igual: el desastre de su pr¨¢ctica, la falta de est¨ªmulos para su uso social y cultural, la precariedad en su fomento y utilizaci¨®n institucional, la preferencia de nuestros pol¨ªticos por el castellano y el camino iniciado, por quienes defienden simplemente su nombre, hacia su paulatina desaparici¨®n.
Doro Balaguer es escritor.
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