"Una de las dos Ucranias..."
La pugna pac¨ªfica por el poder continuaba ayer en el centro de Kiev. El organizado campamento de tiendas instalado en la v¨ªa p¨²blica segu¨ªa acogiendo a los partidarios de Y¨²shenko que llegaban de provincias. Sin embargo, los portadores de banderas y cintas color naranja ten¨ªan ayer un contrapunto, aunque inferior en n¨²mero, con la llegada de contingentes de mineros de la regi¨®n de Donetsk para apoyar a Yanuk¨®vich. Los partidarios del primer ministro, que iban provistos de emblemas blancos y azules, tomaron posiciones junto a la Comisi¨®n Electora Central.
Entre las multitudes que representaban a las dos Ucranias en su capital, se intu¨ªa a veces la soledad del ciudadano, utilizado en el juego de los pol¨ªticos.
Refugiado del fr¨ªo en una oficina de venta de m¨®viles, Artiom, que hab¨ªa dormido en el campamento de V¨ªktor Y¨²shenko, hablaba con su esposa, que le llamaba desde Sumi, a 300 kil¨®metros. Al otro lado del tel¨¦fono se intu¨ªa la preocupaci¨®n. "El trabajo no es ahora lo importante", le dec¨ªa Artiom a su esposa."No me importa lo que piense mi jefe. Aliona, querida, tengo que hacerlo. Todo ir¨¢ bien, ya ver¨¢s. No sufras. Hay cerca de un mill¨®n de personas en la calle. No van a disparar".
Artiom, que tiene 26 a?os y una esposa y un hijo en Sumi, trabaja en la construcci¨®n en Kiev, donde gana 300 d¨®lares. Ayer no fue a su trabajo, sino a la manifestaci¨®n. "Mi mujer tiene miedo, porque ha o¨ªdo por la tele que han venido aqu¨ª los mineros de Donetsk", me dice.
Los mineros
Entre esos mineros y metal¨²rgicos, llegados a Kiev, estaba Misha, envuelto en una bandera azul. De entrada, muestra cierta agresividad ante las preguntas. Despu¨¦s, se dulcifica. Vino en avi¨®n ayer por la ma?ana con sus compa?eros. "Nos hemos pagado el billete", dice, y de sus explicaciones se intuye que los sindicatos han organizado el viaje de los mineros y les han descontado el precio de los billetes de la n¨®mina para "que nadie pueda decir que nos han tra¨ªdo gratis". "Nosotros, con sueldos de 600 grivnias al mes [menos de 100 euros] somos los que damos la riqueza a este pa¨ªs, los que extraemos el carb¨®n y producimos el metal, los que alimentamos a estos se?oritos de Kiev que ahora nos miran por encima del hombro", exclama, ofendido.
"He entrado con mi bandera en un caf¨¦ a beber algo y dos chicas me han mirado como si fuera un monstruo. ?En qu¨¦ somos peores nosotros que ellos? He votado a Yanuk¨®vich, porque en nuestra regi¨®n ha construido hospitales y escuelas. Si ha habido falsificaci¨®n; no soy el responsable". "Nosotros, los ciudadanos somos marionetas en manos de los pol¨ªticos", concluye, resignado. Bajo la nieve, los mineros beb¨ªan t¨¦ caliente y ponche. No sab¨ªan donde iban a dormir y nadie se hab¨ªa preocupado de alimentarles.
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