Una par¨¢bola juvenil

He aqu¨ª un texto, y una historia (un joven se suicida, y algunos de los que fueron amigos de estudios se re¨²nen en el tanatorio) que le viene como anillo al dedo al registro m¨¢s querido por Carles Alberola. Confidencias a media voz y vacilaciones de car¨¢cter, optimismo y desesperanza, futilidad de algunas cosas y b¨²squeda de la felicidad, etc¨¦tera. Todo en un tono de comedia de esas que se llaman agridulces porque contienen un poco de todo, a lo que hay que a?adir, en la obra de Albert Espinosa, un cierto aire adolescente que, no obstante, nunca se deja tentar por las delicias de la candidez.

M¨¢s que retrato de una generaci¨®n (se trata de seis personajes j¨®venes y m¨¢s o menos intercambiables), estamos ante un conjunto, a veces algo disperso, de detalles min¨²sculos que van conformando los rasgos de un pasado, los atributos indecisos del presente, el esbozo de un futuro posible cuyas aristas se conf¨ªa en atenuar a fuerza de sinceridad y de ternura. Por lo dem¨¢s, el montaje de Carles Alberola es tan simple como eficaz. No necesita mover a sus seis personajes en un escenario casi minimalista, sino que m¨¢s bien los muestra de dos en dos, seg¨²n esquema de fragmentos a veces entrelazados, y echando mano de uno de los personajes a modo de portavoz tanto de sus sentimientos como de los de parte del grupo, que a menudo habla directamente al espectador. Un montaje apacible e ¨ªntimo, sosegado y sin grandes sorpresas, que busca sin desmayo la confiada complicidad del espectador.