Por una Constituci¨®n europea sostenible
El pasado 29 de octubre los jefes de Estado y de gobierno de la Uni¨®n Europea, 47 a?os despu¨¦s de la firma del Tratado de Roma, estampaban su firma sobre el Tratado de la futura primera Constituci¨®n Europea. Un periodo de continuos avances en una Europa asolada por dos guerras y con un mapa nacional salpicado de fronteras surgidas de Yalta, han dado como resultado un texto que ahora deber¨¢n refrendar los 25 miembros que integran la actual UE.
Una de las reflexiones que m¨¢s me ha llamado la atenci¨®n por su contundencia -y tambi¨¦n por la amistad que me une con el autor- es la que public¨® Jos¨¦ Vidal Beneyto en este mismo peri¨®dico, bajo el t¨ªtulo Por una Europa pol¨ªtica, social y ecol¨®gica (06.11.2004).
A partir de su reflexi¨®n me gustar¨ªa incorporar una mirada que ¨¦l ya deja abierta en su ¨²ltima frase ("...la Europa pol¨ªtica, social y ecol¨®gica es absolutamente imperativa"). Antes de llegar a esta conclusi¨®n y en el mismo dintel por el que adentrarnos en otras profundidades escribe: "Ese logro excepcional ha venido sin embargo acompa?ado de los estragos y destrozos caracter¨ªsticos del modelo que lo ha hecho posible: permanentizaci¨®n del paro, destrucci¨®n del medio ambiente, generalizaci¨®n de la exclusi¨®n social...".
Europa necesita fortaleza pol¨ªtica, social y ecol¨®gica; de otro modo las dificultades no har¨¢n sino hurgar en una herida abierta como consecuencia de un modelo hoy desfasado. En un mundo globalizado, cuando las regiones, tanto las emergentes como las asentadas, est¨¢n a la vista de todo el mundo: EEUU, Europa, el drag¨®n asi¨¢tico, el Cono Sur, China e India, la propia competitividad exige respuestas innovadoras y especializadas. Europa ha asentado sus bazas sobre la pol¨ªtica social y ahora tiene en la defensa del medio ambiente un valor en alza indiscutible. China o India podr¨¢n multiplicar en la pr¨®xima d¨¦cada por varios d¨ªgitos su PIB, pero dif¨ªcilmente salvar¨¢n el escollo del respeto al medio ambiente o el de la pol¨ªtica social europea. El avance de la zona del cono sur, especialmente el gigante Brasil, est¨¢ a¨²n por determinar, aunque por sus caracter¨ªsticas, considero que est¨¢ llamado a ser el punto de equilibrio.
Europa ha conformado su estatus en este medio siglo a partir de la consolidaci¨®n de derechos que se han plasmado en las diferentes constituciones nacionales y en su despliegue legislativo. Sin embargo el derecho medioambiental nos ha llegado por las directivas europeas. Pocas constituciones de pa¨ªses europeos reconocen entre sus derechos fundamentales la protecci¨®n y mejora de la calidad medioambiental.
La Constituci¨®n Europea se adentra por el reconocimiento y la defensa de tales derechos. En la definici¨®n de los objetivos de la Uni¨®n, en concreto en el art¨ªculo 3.3, explicita: "La Uni¨®n obrar¨¢ en pro del desarrollo sostenible de Europa basado en un crecimiento econ¨®mico equilibrado, en una econom¨ªa social de mercado altamente competitiva tendente al pleno empleo y al desarrollo social, y en un nivel elevado de protecci¨®n y mejora de la calidad del medio ambiente".
La cl¨¢sica definici¨®n de desarrollo sostenible. Esta vez, escrita en la literalidad de la Constituci¨®n. Pero he querido resaltar el adjetivo elevado, pues considero que supera por primera vez en un texto marco el grado de conservaci¨®n o preservaci¨®n del medio ambiente para darle un cariz de mejora continua.
Poco despu¨¦s, en el art¨ªculo II-37, se reafirma al establecer que "Las pol¨ªticas de la Uni¨®n integrar¨¢n y garantizar¨¢n con arreglo al principio de desarrollo sostenible un alto nivel de protecci¨®n del medio ambiente y mejora de su calidad". De nuevo como en el art¨ªculo 3.3. se introduce un calificador del nivel que se pretende alcanzar del medio ambiente, en este caso alto.
La letra de la Constituci¨®n no deja lugar a dudas. En esta ocasi¨®n adem¨¢s se delimitan con claridad los objetivos y los criterios de la pol¨ªtica ambiental de la Uni¨®n Europea, y establece las siguientes metas: la conservaci¨®n, la protecci¨®n y la mejora de la calidad del medio ambiente; la protecci¨®n de la salud de las personas; la utilizaci¨®n prudente y racional de los recursos naturales, y el fomento de medidas a escala internacional destinadas a hacer frente a los problemas regionales o mundiales del medio ambiente.
Se trata de objetivos que tendr¨¢n una implantaci¨®n internacional. Es decir Europa apuesta claramente por la calidad medioambiental y quiere arrastrar a otras regiones todav¨ªa dubitativas entre el desarrollo econ¨®mico sin precauciones o el desarrollo sostenible. Una Europa fuerte en este ¨¢mbito puede y debe liderar el proyecto de sostenibilidad mundial.
La ratificaci¨®n de la Carta Magna europea significar¨¢ un cambio dr¨¢stico en la generalizaci¨®n de los objetivos que, en el caso del medio ambiente, obligar¨¢ a elevar el grado de mejora medioambiental y a su vez establece mecanismos para las medidas que impliquen costes desproporcionados para alg¨²n estado: en este caso, sin perjuicio del principio "contaminar implica pagar", se podr¨¢n establecer excepciones temporales o ayudas financieras con cargo al Fondo de Cohesi¨®n, e incluso se podr¨¢n hacer compatibles ambas situaciones. La legislaci¨®n estatal adem¨¢s podr¨¢ incrementar la protecci¨®n.
No se me escapa la denuncia del profesor Vidal-Beneyto sobre el crecimiento de Europa en los ¨²ltimos cincuenta a?os, pero tampoco puedo perder de vista que por primera vez una Constituci¨®n supraestatal recoge unos principios y unos objetivos que hasta ahora estaban al margen de los derechos o, como mucho, dispersos en la mara?a legislativa.
Los objetivos y criterios recogidos en la Constituci¨®n europea son metas perfectamente previstas en el documento b¨¢sico de la Estrategia Valenciana de Desarrollo Sostenible que se acaba de aprobar y que fortalece transversalmente toda nuestra legislaci¨®n, uno de cuyos ejemplos m¨¢s recientes es la promulgaci¨®n de la Ley de Ordenaci¨®n del Territorio y de Protecci¨®n del Paisaje. En una Comunidad como la valenciana, donde el nivel de protecci¨®n medioambiental se sit¨²a en el 27% del territorio y cuya riqueza natural se fundamenta en el respeto hacia un territorio que es el principal patrimonio para elevar la capacidad de desarrollo sostenible, hemos iniciado una reforma legislativa en profundidad en el ¨¢mbito territorial y medioambiental, cuyos objetivos e instrumentos podr¨¢n ser f¨¢cilmente asimilables en un futuro a la nueva normativa europea. Los valencianos hemos emprendido el camino que otros a¨²n tendr¨¢n que empezar a recorrer, pues el objetivo ha sido, y continuar¨¢ siendo, hacer compatible el bienestar de las personas con el desarrollo social y econ¨®mico de la Comunidad.
En un mundo en el que el saqueo de los valores y el ritual de la competitividad como m¨¢xima apuesta del desarrollo humano parecen asentarse, se hace necesaria una llamada y, al mismo tiempo, un reconocimiento a este proyecto europeo que puede reconciliar a la humanidad con uno de sus valores fundamentales y aspirar as¨ª a un mundo m¨¢s solidario y de mayor justicia social.
Rafael Blasco es consejero de Territorio y Vivienda de la Comunidad Valenciana.
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