Errores
"Menos talante y m¨¢s talento": ¨¦sta es la reprobadora exigencia de los panfletistas conservadores que empiezan a hacer suya muchos observadores imparciales. "M¨¢s talento" porque los continuos errores en que vienen cayendo los nuevos responsables socialistas no hacen m¨¢s que acumularse, dificultando su ya de por s¨ª complicada agenda pol¨ªtica. Y "menos talante" porque hasta ahora la pregonada voluntad de di¨¢logo, ofrecida por Rodr¨ªguez Zapatero en su investidura, no ha dado ning¨²n resultado pr¨¢ctico. Por su exigua mayor¨ªa relativa, el Grupo Parlamentario Socialista est¨¢ obligado a negociarlo todo con la minor¨ªa catalana, que esgrime su arbitral poder de veto. Pero adem¨¢s de esto, el ambicioso programa de reformas en que se ha embarcado este Gobierno necesita como requisito indispensable ser consensuado con el partido mayoritario de la oposici¨®n. Lo cual explica que Zapatero se comprometiese a buscar el consenso a diestro y siniestro.
Pero de momento, la capacidad demostrada al intentar consensuarlo todo no se ha visto saludada por el ¨¦xito. Antes al contrario, se est¨¢n multiplicando los conflictos innecesarios, ya sea con la Iglesia o la magistratura, como por supuesto, con la oposici¨®n, a la que se logra provocar con cuestiones peregrinas, casi siempre relacionadas con la pol¨ªtica exterior, que le ofrecen en bandeja una excelente excusa para la trifulca y la crispaci¨®n. De modo que, por ahora, el famoso talante de consenso s¨®lo brilla por su ausencia. Y lo peor vendr¨¢ despu¨¦s, cuando haya que consensuar los pactos de Estado imprescindibles para las reformas legislativas, estatutarias y constitucionales prometidas, que a este paso requerir¨¢n concesiones imposibles de asumir.
?Por qu¨¦ se est¨¢n cometiendo errores tan garrafales y tan recurrentes? Algunos son producto de la simple incompetencia, y precisan dimisiones a tiempo para evitar destituciones forzadas, antes de que sea demasiado tarde. Otros parecen producto del v¨¦rtigo de altura que se siente cuando se encarama uno a la cima del poder y se pierde de vista el sentido del realidad al mismo tiempo que el del rid¨ªculo. Me refiero, claro est¨¢, a esa incre¨ªble embriaguez estupefaciente que parece causarles a ministras y ministros el saberse bajo los focos de las c¨¢maras de televisi¨®n o de Vogue. Pero al margen de estas vanidades irrisorias, la mayor parte de los errores parecen deberse a un fen¨®meno con abundantes precedentes previos que podr¨ªamos llamar el s¨ªndrome del fantasma de La Moncloa. Me refiero al vicio de atribuir todas las culpas a los errores cometidos por el anterior presidente.
Es el mismo s¨ªndrome que aquej¨® al se?or Aznar durante su primera legislatura, cuando parec¨ªa obsesionado por perseguir al espectro de su antecesor, al que culpaba de todos los desastres habidos y por haber, a la vez que intentaba remedarle con morboso mimetismo para medirse con ¨¦l demostrando su capacidad de superarle. Y lo mismo est¨¢ sucediendo ahora, cuando el se?or Zapatero, en lugar de dedicarse a cumplir su programa gobernando con prudencia y en silencio, se empe?a en perseguir retrospectivamente a su antecesor para desandar el mismo camino que sigui¨® aqu¨¦l, rehaciendo al rev¨¦s todos y cada uno de los pasos que hab¨ªa dado Aznar hacia Bush, hacia Irak, hacia Cuba, hacia Marruecos, hacia Venezuela, y as¨ª sucesivamente.
Dada la naturaleza del presidencialismo espa?ol, aqu¨ª nadie conquista el poder por sus propios m¨¦ritos, sino que le toca en suerte sin merecerlo, cuando el antecesor lo pierde a causa de sus propios errores. La victoria de Zapatero s¨®lo se debi¨® al colapso de Aznar, igual que la de ¨¦ste s¨®lo se debi¨® a la debacle de Gonz¨¢lez, quien a su vez hubo de esperar al hundimiento de Su¨¢rez. Por eso, como la raz¨®n de su victoria arranca de los errores de Aznar, Zapatero s¨®lo sabe gobernar de momento con el reiterado recuerdo de los errores de su antecesor como ¨²nico argumento. Lo malo es que as¨ª pierde la iniciativa pol¨ªtica en beneficio del se?or Aznar, como se demostrar¨¢ hoy cuando ¨¦ste monopolice el protagonismo esc¨¦nico en la comisi¨®n del 11-M.
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