Maestro de insidias
De los varios caminos que ten¨ªa, Aznar eligi¨® el de la insidia. No s¨®lo no asumi¨® responsabilidad alguna en lo ocurrido, ni pidi¨® excusas por los errores de su Gobierno en relaci¨®n al 11-M, sino que extendi¨® la sospecha hacia los dem¨¢s en t¨¦rminos que nadie hasta ahora hab¨ªa osado. En respuesta a una pregunta del diputado Olabarr¨ªa, del PNV, el ex presidente aclar¨® que ¨¦l no ha hablado nunca de teor¨ªa conspirativa. No la llam¨® as¨ª, como es l¨®gico, pero toda su intervenci¨®n se centr¨® en exponer la infundada suposici¨®n de que detr¨¢s de los autores materiales hab¨ªa un dise?o que buscaba no s¨®lo causar v¨ªctimas, sino provocar un vuelco electoral; el cerebro de la trama, el autor intelectual, eligi¨® la fecha adecuada, y, si las elecciones hubieran sido una semana antes, tambi¨¦n los atentados se habr¨ªan adelantado. Incluso el atentado de Casablanca, en mayo de 2003, se hizo entonces porque hab¨ªa pronto elecciones auton¨®micas y municipales, seg¨²n Aznar.
No dijo qui¨¦n era ese cerebro en la sombra que habr¨ªa teledirigido el atentado, pero s¨ª que la conspiraci¨®n sigui¨® los d¨ªas posteriores al de los terribles sucesos para "fabricar la mentira" de que el Gobierno ocultaba informaci¨®n, y que en esa conspiraci¨®n participaron partidos de la oposici¨®n y medios de comunicaci¨®n, en una paranoica explicaci¨®n de por qu¨¦ el PP perdi¨® las elecciones. Mezcl¨® la denuncia de noticias que se revelaron err¨®neas con rumores o declaraciones de particulares, como si todo ello obedeciera a una planificaci¨®n deliberada. Eso s¨ª, ning¨²n reconocimiento de errores propios por mucho que la ¨²nica informaci¨®n radicalmente falsa resultara ser a la postre la que el Gobierno manej¨® con pertinacia, imprudencia y hasta desverg¨¹enza durante tres d¨ªas.
Y siempre dando por supuesta la mala fe. No era ¨¦l, sino ellos, los otros, quienes en las horas cruciales que siguieron a la matanza actuaron pensando en c¨®mo obtener beneficio electoral de lo ocurrido. No dio nombres, pero los que planificaron todo el asunto est¨¢n cerca, no en "lejanas monta?as o desiertos", advirti¨®. No aclar¨®, sin embargo, si las mentes que prepararon los atentados buscando un vuelco electoral calcularon tambi¨¦n la torpeza con que se iba a comportar el Gobierno para que esos efectos se tradujeran en un castigo al PP en las urnas.
Aznar explic¨® por qu¨¦ era veros¨ªmil la hip¨®tesis inicial de la autor¨ªa de ETA en la ma?ana del d¨ªa 11. Sin embargo, el problema radica en que se empecin¨® en mantenerla como prioritaria cuando ya no lo era para los investigadores, seg¨²n ha quedado establecido en anteriores comparecencias, e incluso se deriva de sus propias palabras. Como se?al¨® el comisionado de CiU, hubo diligencia para afirmar, incluso en la ONU y a trav¨¦s de las embajadas, que hab¨ªa sido ETA "sin ninguna duda", pero nadie se preocup¨® de aclarar luego que eso ya no era as¨ª.
Es cierto que resulta m¨¢s f¨¢cil juzgar las cosas a posteriori que en medio de la conmoci¨®n de aquellos d¨ªas. Pero entonces, ?a qu¨¦ viene la afirmaci¨®n de que todav¨ªa no est¨¢ descartada la participaci¨®n de ETA, cuando los servicios de seguridad, espa?oles y extranjeros, coinciden en que no hay indicio alguno en tal sentido? Cualquier posibilidad debe ser investigada, pero la insistencia en esa hip¨®tesis s¨®lo puede explicarse como deseo de exonerar al ex presidente Aznar y a su Gobierno de las groseras manipulaciones en que incurrieron.
El papel de los medios de comunicaci¨®n
Particularmente insidiosa -aunque bastante chusca, si bien se mira- fue la atribuci¨®n de un papel conspirativo a los medios (con repetidas falsedades atribuidas a la cadena SER), o la desfiguraci¨®n del contenido de sus llamadas a directores de peri¨®dicos. El cr¨¦dito que dieron al entonces presidente del Gobierno y del que ¨¦ste se sirvi¨®, hasta el punto de modificar en el caso de EL PA?S la portada de la edici¨®n especial que sali¨® el mismo 11 de marzo, pretende ser convertido ahora por Aznar en argumento en contra; lo mismo cabe decir de los pol¨ªticos y Gobiernos extranjeros que tras hablar con ¨¦l apoyaron la versi¨®n de la autor¨ªa de ETA, tuvieran o no dudas al respecto.
Por supuesto que los culpables de los atentados son quienes los cometen, pero har¨ªa bien el ex presidente del Gobierno en repasar sus declaraciones y comportamientos cuando era jefe de la oposici¨®n. ?C¨®mo cabe interpretar que, apenas un d¨ªa despu¨¦s de acudir, en febrero de 1996, a la multitudinaria manifestaci¨®n en recuerdo del asesinado Tom¨¢s y Valiente, el entonces candidato del PP dijera que aquella concentraci¨®n tuvo que celebrarse porque "la lucha contra el terrorismo va muy mal"?
Tambi¨¦n dijo varias veces Aznar que nunca ha negado legitimidad al Gobierno salido de las urnas. Es cierto que tras las elecciones ya admiti¨® que los ciudadanos votan a quien quieren y que no hab¨ªa que cuestionar los resultados. Pero luego no ha dejado de presentar el cambio producido como efecto de la interferencia terrorista, a la cual presenta como fruto de una conspiraci¨®n, sin la m¨¢s m¨ªnima autocr¨ªtica sobre su lamentable gesti¨®n de la crisis.
Por supuesto que los hechos influyeron en las elecciones; lo preocupante habr¨ªa sido que el mayor atentado de la historia de Espa?a, con 191 muertos y 1.500 heridos, no hubiera golpeado el ¨¢nimo de los votantes. Por de pronto, influy¨® en un aumento de la participaci¨®n, del 68% en 2000 a casi el 76% en marzo. Ser¨ªa bien parad¨®jico considerar menos leg¨ªtimos los resultados por eso. Antes bien, la voluntad popular se vio reforzada por los acontecimientos.
?Qu¨¦ habr¨ªa que hacer para que eventuales golpes terroristas no influyeran en pr¨®ximas elecciones? Mayor Oreja ha insinuado la posibilidad de establecer un mecanismo para suspender los comicios en tales casos, y el portavoz oficioso de Aznar se preguntaba sobre la bondad de una medida as¨ª el mismo d¨ªa de los ¨²ltimos comicios generales. Esto s¨ª ser¨ªa poner en manos de los terroristas el derecho a decidir qu¨¦ elecciones se celebran y cu¨¢ndo.
El alegato final de Aznar en favor de la unidad de los dem¨®cratas contra el terrorismo y su defensa de la coherencia frente a la tentaci¨®n de sacar r¨¦ditos pol¨ªticos de la lucha antiterrorista fue impecable. Pero entre el 11 y el 14 de marzo hizo todo lo contrario de lo que predica (ah¨ª est¨¢ su negativa a convocar a los dem¨¢s partidos y al Pacto Antiterrorista y la decisi¨®n de que los delegados del Gobierno convocaran la manifestaci¨®n). Y sigui¨® haci¨¦ndolo ayer: a fin de cuentas, lo ¨²nico que son¨® a extra?o fue el civilizado estrambote final.
En resumen, el ex presidente perdi¨® la oportunidad de comportarse con la dignidad y el sentido del Estado que cab¨ªa exigirle. No reconoci¨® sus errores, descargando siempre la culpa sobre los dem¨¢s. Y si los ciudadanos esperaban alguna sugerencia -fruto de su experiencia como gobernante- para reforzar los mecanismos de lucha contra el terrorismo islamista, quedaron del todo frustrados. ?Todav¨ªa se pregunta alguien por qu¨¦ el PP perdi¨® las elecciones generales? Basta con escuchar a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar para comprenderlo.
Aznar ha confirmado tres cosas realmente notables ante el ¨®rgano de la soberan¨ªa popular. Dos de ellas negativas: su absoluta irresponsabilidad pol¨ªtica y su desprecio por las instituciones representativas. Y una positiva: el enorme acierto que significa que una persona dotada de tanta capacidad de divisi¨®n, insidia y rencor abandone voluntariamente la vida pol¨ªtica. Pero ni siquiera su siembra venenosa aport¨® novedad alguna al gui¨®n preestablecido y, sobre todo, no aport¨® pruebas que sustentaran ninguna de ellas. Algunas son, adem¨¢s, insinuaciones calumniosas. Dirigidas a partidos pol¨ªticos y a empresas privadas de medios de comunicaci¨®n, indican el nulo sentido del Estado que tiene Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y su absoluta falta de escr¨²pulos a la hora de ocultar la verdad y de deformar los hechos.
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