Pol¨ªtica exterior: excusas y razones
El autor considera que los ataques del Partido Popular por la acci¨®n diplom¨¢tica del Gobierno son un ejercicio de cinismo que traslada la pol¨ªtica exterior al escenario de la confrontaci¨®n.
Poco hay de nuevo en el anuncio de que el Partido Popular va a suspender su colaboraci¨®n institucional con el Gobierno. La realidad es que, desde el comienzo de la Legislatura, esa colaboraci¨®n ha sido casi inexistente. El PP, instalado en la teor¨ªa del atentado teledirigido para que perdieran las elecciones, sigue cuestionando la legitimidad del resultado electoral. No hay, por tanto, nada nuevo, salvo que ahora se nos anuncia una actitud m¨¢s virulenta, m¨¢s montaraz, la misma que viene preconizando y mostrando la primera bancada del Grupo Popular en el Congreso, los Zaplana, Acebes o Cort¨¦s.
Esa actitud domina tambi¨¦n la oferta de Rajoy para un pacto de Estado en pol¨ªtica exterior, que conten¨ªa un mensaje a su propio partido: la necesidad de iniciar un giro en pol¨ªtica exterior que, sin renegar de Aznar, alejase al PP de las posiciones radicales del ex presidente, un giro que le permitiese centrar de nuevo su posici¨®n y acercarse al resto de las fuerzas pol¨ªticas a fin de que los ciudadanos olviden una pol¨ªtica exterior que la mayor¨ªa del PP ni compart¨ªa ni comprend¨ªa, y cuyos costes pol¨ªticos han sido evidentes. Desde hace varias semanas, hay signos evidentes de que este necesario ejercicio de autonom¨ªa y moderaci¨®n en pol¨ªtica exterior ha dejado de ser parte de las prioridades de Rajoy. Sin duda, no son ajenas a ello las apariciones peri¨®dicas, marcando el discurso en pol¨ªtica exterior, de un Aznar que se siente reivindicado por la victoria de Bush; frente a ello, muchos dirigentes del PP no ocultaban sus simpat¨ªas por Kerry, en cuya posible victoria ve¨ªan tambi¨¦n la oportunidad de pasar p¨¢gina.
Los ataques al ministro Moratinos reflejan la anunciada "suspensi¨®n de la colaboraci¨®n institucional"
El PP pedir¨¢ el 's¨ª' a la Constituci¨®n europea, pero esperando una baja participaci¨®n de la que culpar¨ªa al Gobierno
La tensi¨®n entre moderaci¨®n y radicalizaci¨®n, entre pol¨ªtica exterior de Estado y utilizaci¨®n de la pol¨ªtica exterior con fines partidistas emergi¨® ya a la hora de fijar la posici¨®n ante el refer¨¦ndum de la Constituci¨®n europea. Rajoy, pese a la postura de su antecesor, lo resolvi¨® con una f¨®rmula intermedia: pedir¨¢n el s¨ª -lo que debe ser bienvenido-, si bien, confiesan los suyos en privado, lo har¨¢n con la boca peque?a, arrastrando los pies y esperando una baja participaci¨®n de la que culpar¨ªan al Gobierno.
En los ¨²ltimos meses, la oferta de Rajoy se ha visto desmentida, adem¨¢s del discurso simplista del antiamericanismo, por ataques de su Grupo Parlamentario al Gobierno sobre tres ejes centrales de lo que debiera ser una pol¨ªtica exterior de Estado: S¨¢hara, Cuba y Gibraltar. En todos ellos cabe la discrepancia y la cr¨ªtica sobre decisiones y actuaciones pol¨ªticas concretas, pero los tres contienen posiciones de principios que jam¨¢s hab¨ªan sido objeto de controversia entre Gobierno y oposici¨®n. Me refiero, en el caso de Cuba, a la defensa de los derechos humanos, que el Gobierno del PP busc¨® desde la confrontaci¨®n con el Gobierno cubano y una ret¨®rica de apoyo a la oposici¨®n y que el Gobierno actual persigue desde un di¨¢logo cr¨ªtico con la autoridades y una relaci¨®n estructurada con la disidencia; en el caso del S¨¢hara, los principios de la pol¨ªtica espa?ola son el respeto a las Resoluciones de Naciones Unidas, que contemplan la necesidad de un acuerdo entre las partes y el ejercicio del derecho de autodeterminaci¨®n de los saharauis. Aznar, desde esos principios, busc¨® sin ¨¦xito el aislamiento de Marruecos en Naciones Unidas; el Gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero, desde los mismos principios, ha desplegado una intensa acci¨®n diplom¨¢tica con marroqu¨ªes, saharauis y argelinos, encaminada a lograr el acuerdo entre las partes para desbloquear un conflicto que dura ya treinta a?os. Acusar al Gobierno de "estar con la dictadura y no con los derechos humanos" en Cuba o de abandonar las posiciones de principio sobre el S¨¢hara no es un mero ataque a la estrategia pol¨ªtica, es un intento de deslegitimar a un Gobierno a costa de los pilares de la pol¨ªtica exterior de Estado, un desleal ejercicio de cinismo que traslada la pol¨ªtica exterior, incluidos sus principios, al escenario de la confrontaci¨®n pol¨ªtica.
En el caso de Gibraltar, la posici¨®n de principios es, evidentemente, la recuperaci¨®n de la soberan¨ªa sobre el Pe?¨®n. El Gobierno anterior trabaj¨® para ello sobre la base de la propuesta de cosoberan¨ªa planteada por Blair y fracasada en el tr¨¢nsito de Piqu¨¦ a Ana Palacio; el Gobierno socialista ha decidido hacerlo mediante pasos mutuos para generar confianza en cuestiones que afectan a la vida cotidiana de las poblaciones a uno y otro lado de la verja, promoviendo al mismo tiempo foros de di¨¢logo en que ser¨¢n abordados todos los temas, incluida la soberan¨ªa. La diferencia sustancial es que, cuando el Gobierno de Aznar inici¨® esa negociaci¨®n, el PSOE, en la oposici¨®n, mantuvo en todo momento una actitud de lealtad -hubiera sido f¨¢cil acusar a Aznar de renunciar a la mitad de la soberan¨ªa-, respetando una negociaci¨®n delicada y manteniendo una actitud de di¨¢logo y colaboraci¨®n con el Gobierno, sin trasladar el debate al Parlamento. Por eso, cuando ahora el PP acusa al Gobierno, sin fundamento alguno, de abandonar posiciones de principios sobre Gibraltar, esa actitud, no s¨®lo es un oportunismo irresponsable, sino una grave deslealtad. En sus iniciativas sobre Gibraltar, Cuba o el S¨¢hara, el mayor error del Gobierno ha sido no prever, ni contemplar siquiera, la maldad y deslealtad del adversario.
Hay otros ejemplos: los m¨¢s recientes: la negativa del Grupo Popular a respaldar la creaci¨®n de una subcomisi¨®n sobre la reforma del Servicio Exterior, mostrando as¨ª su voluntad de obstruir el consenso en pol¨ªtica exterior; tambi¨¦n, lo de "no ha ido ni El Tato", la fr¨ªvola expresi¨®n del l¨ªder de la oposici¨®n para referirse a una Cumbre Iberoamericana, eje central de la pol¨ªtica exterior de Espa?a.
Tras las palabras de Moratinos en un programa de televisi¨®n, el Partido Popular ha pedido explicaciones, rectificaciones y dimisiones y ha orquestado toda una jornada de cerco al ministro. En el mismo d¨ªa, deber¨¢ responder a preguntas en el Senado y comparecer ante la Comisi¨®n de Asuntos Exteriores; para completar la jornada, el Grupo Popular ha introducido una interpelaci¨®n sobre pol¨ªtica exterior, en un claro intento de obstaculizar una importante visita a Oriente Pr¨®ximo, ya anunciada, que el ministro deb¨ªa iniciar a mediod¨ªa acompa?ado por miembros de la Comisi¨®n de Exteriores.
Este ataque exacerbado contra el responsable de la pol¨ªtica exterior del Gobierno reflejar¨ªa la anunciada "suspensi¨®n de la colaboraci¨®n institucional" del Partido Popular. Todo ello, seg¨²n ?ngel Acebes -que fuera responsable de nuestra seguridad y de transmitir a los espa?oles la verdad el 11-M-, vendr¨ªa justificado por las declaraciones del ministro Moratinos.
Nada m¨¢s lejos de la realidad; si el PP se siente agredido, est¨¢ en su derecho de pedir explicaciones, y a ello deber¨¢ hoy responder el ministro, pero, seamos claros: la colaboraci¨®n institucional del PP ha venido brillando por su ausencia; la voluntad pol¨ªtica para construir un m¨¢s que conveniente consenso en pol¨ªtica exterior es inexistente; la pol¨ªtica exterior de Estado ya hab¨ªa sido sacrificada al servicio de la deslegitimaci¨®n y de la confrontaci¨®n pol¨ªtica y parlamentaria. Y es que, por diversas razones, la pol¨ªtica de Estado y la autonom¨ªa de Rajoy en pol¨ªtica exterior han pasado a un plano secundario en la agenda del l¨ªder del PP: las declaraciones de Moratinos son la excusa, no la raz¨®n.
Rafael Estrella es portavoz socialista en la Comisi¨®n de Asuntos Exteriores del Congreso.
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