Nostalgia de la ausencia

Falt¨® a la cita la anunciada Natalie Dessay, por una inoportuna enfermedad, y se not¨®, ya lo creo que se not¨®. Ten¨ªa un programa a su medida la extraordinaria soprano francesa. Su sustituta, la argentina Ver¨®nica Cangemi, hizo lo que pudo, pero no logr¨® evitar el recuerdo. Cangemi es una cantante temperamental, vitalista, pero no logra transmitir una sensaci¨®n de continuidad, de intensidad. M¨¢s afortunada en Il delirio amoroso, de H?ndel, que en la Cantata 51 de Bach, su actuaci¨®n fue en cualquier caso voluntariosa aunque sin chispa, correcta en l¨ªneas generales y poco carism¨¢tica.

El carisma estaba en manos de la directora Emmanuelle Ha?m. Con un look distinto a sus ¨²ltimos conciertos espa?oles de Cuenca y Barcelona, la simp¨¢tica y nerviosa clavecinista, adem¨¢s de directora, apareci¨® ataviada en la primera parte con una levita hasta los pies y con la melena al viento.

Su direcci¨®n de la Suite para orquesta n¨²mero 3 de Bach fue de principio a fin extraordinaria, lo mejor de la noche. Logr¨® crear una sonoridad muy de ¨¦poca desde la obertura, infundi¨® emoci¨®n al mel¨®dico segundo movimiento y recre¨® las danzas finales con gracia contenida. Su recreaci¨®n del detalle estuvo a la altura de la concepci¨®n global. Tambi¨¦n en el Concerto grosso opus 6, n¨²mero 1, de H?ndel, se movi¨® a gran altura, aunque quiz¨¢ con un poco menos de gancho.

Encuentro con Bach

Los problemas vinieron en el encuentro en Bach de orquesta y soprano. La coral final de la cantata, por ejemplo, no goz¨® de una afinaci¨®n precisamente ideal. En realidad, la cantata no acab¨® de despegar. Con el H?ndel vocal se luci¨® la solista de flauta y, en general, los resultados art¨ªsticos gozaron de una sobrada correcci¨®n.

Pero el fantasma a?orante de la Dessay flotaba por momentos en el ambiente. Y lo que pod¨ªa haber sido un concierto memorable fue un concierto discreto, bien ejecutado pero sin ese algo m¨¢s que se esperaba y deseaba.