No fornicar
Si no recuerdo mal, los socialistas abrieron el frente contra el sida con la campa?a P¨®ntelo, p¨®nselo. Como era profetizable, la Iglesia reaccion¨® con hostilidad. Vino luego el PP y el gozo en un pozo. Otra campa?a en favor del antiest¨¦tico y austero guante de goma. Es lo que dec¨ªan los refinados, hacer eso con tal preservativo es como fumar con filtro y endulzar el caf¨¦ con sacarina. Como fuere, la Iglesia revigoriz¨® su cr¨ªtica, ya un tanto desmayada. "T¨² tambi¨¦n, Bruto, hijo m¨ªo".
Pero como nadie se ba?a dos veces en el mismo r¨ªo, como todo fluye y nada permanece, excepto la Iglesia, aqu¨ª tenemos de nuevo a los sociatas y con las mismas siglas de anta?o. Partido Socialista se autodenominan y encima obrero y espa?ol. No es mi prop¨®sito diseccionar conceptos, as¨ª que vuelvo al grano, que no es paja. Tenemos nuevo lema contra la c¨®pula y apostar¨ªa lo que resta de vida en este para¨ªso (valenciano) a que este ¨²ltimo remedio resulta tan inoperante como los anteriores.
Hay que reconocer que esta nueva ocurrencia es la menos cruda de las tres. Por ti y por todos, ¨²salo. No me negar¨¢n que tiene un contenido social: por el bien tuyo y por el de todos. En contraste, lo que nos ofreci¨® el PP s¨ª que era un viva a la lujuria. Recuerden. Una adolescente se dispone a salir de casa porque en la calle la espera un joven motorista, al que la c¨¢mara enfoca. Cercana ya la chica a la puerta, su madre le pregunta si acaso se le olvida algo: el cond¨®n. La se?ora madre queda complacida y contenta porque su hija va protegida. Obviamente, a mam¨¢ no le importa, sino que m¨¢s bien le agrada, la idea de que su ni?a haga mangas y capirotes con el sexto mandamiento con tal de que el amiguito lleve puesto el dedal.
Obs¨¦rvese la diferencia. En los mensajes del PSOE -y se dijo en su d¨ªa-, cabe una cierta resignaci¨®n. "Pues vas a hacerlo, porque no podemos remediarlo, al menos p¨®nselo o que te lo ponga; piensa no s¨®lo en ti, sino en el resto de la sociedad". En el mensaje del PP, la propia madre es c¨®mplice de la bofetada al sexto mandamiento. La chiquilla piensa que si a su madre s¨®lo le preocupa la coraza, ancha es Castilla. Extra?amente, a los obispos parece insultarles m¨¢s lo que haga Zapatero (quien por cierto lleva sus hijos a una escuela cat¨®lica) que lo que haga el Partido Popular.
?Evita contagios el preservativo? La pregunta parece de un absurdo comto y en efecto, lo es. "Los obispos consideran 'gravemente falso' sostener que el preservativo evita contagios". ?Falso? Vamos, vamos. Es cierto que un porcentaje indeterminado de condones no cumplen su misi¨®n. Sea por mala calidad, por mal uso o porque el ardor de un jovenzuelo excava t¨²neles. No s¨¦ ni me importa demasiado. S¨ª s¨¦ que en los lupanares se exige el revestimiento, pues de no hacerlo, el ej¨¦rcito de las semidoncellas de burdel estar¨ªa diezmado por el sida. Y no es as¨ª, qu¨¦ va a ser. Me cont¨® un tipo que, habi¨¦ndose empe?ado en no usar la funda, termin¨® su aventura rodando escaleras abajo y con la cara hinchada. Que el preservativo no es infalible es cosa que todos sabemos, como sabemos, sin embargo, que reduce espectacularmente el riesgo de contacto. Estamos informados, si necesidad hay de abundar en esta perogrullada, de que en ?frica subsahariana, curas y monjas se esfuerzan por convencer a los nativos que usen el chisme; y m¨¢s de una vida y m¨¢s de dos habr¨¢n salvado estas abnegadas huestes.
Dice el portavoz de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Mart¨ªnez Camino (fuera yo Rouco le relevar¨ªa por su escasa personalidad y pobre elocuencia) que la campa?a antisida fomenta la promiscuidad. Me he referido anteriormente a los lemas y quiero a?adir algo: me repugna la promiscuidad sexual, aunque no exactamente por las mismas razones que a la Iglesia. Todav¨ªa creo en los opios que se le dan al pueblo, hoy en d¨ªa multiplicados. Creo que Erich Fromm no est¨¢, ni mucho menos, pasado de moda. Como no lo estaba Simone de Beauvoir cuando aconsej¨® a las j¨®venes restringir la pr¨¢ctica del sexo promiscuo porque la capacidad afectiva del ser humano es limitada. Haz el amor, no la guerra, se dec¨ªa cuando lo del Vietnam. A mis estudiantes estadounidenses les dije: "Haced bastante el amor y acabar¨¦is haciendo la guerra". Deshumanizaci¨®n, alienaci¨®n, cosificaci¨®n, se dec¨ªa hace treinta a?os, pero el cansancio infructuoso conduce a la deserci¨®n. Acu¨¦state con muchos o muchas y llegado a un punto ya no ver¨¢s seres humanos, sino cosas, meros objetos de placer. Habr¨¢s agotado tu reserva afectiva. El sexo, con amor, escribi¨® Fromm. Con todo, el preservativo nada tiene que ver con el incremento de la promiscuidad. Al contrario.
A mi modo de ver este asunto, el portavoz Mart¨ªnez no est¨¢ muy enterado. Afirmar que el preservativo fomenta la promiscuidad y de ah¨ª el sida, es una preocupante frivolidad, a m¨¢s de un sofisma monumental. Viene a decirse que el n¨²mero de condones en circulaci¨®n, siempre creciente, da alas al mercado. A m¨¢s condones, m¨¢s promiscuidad. Es exactamente al rev¨¦s: A m¨¢s promiscuidad, m¨¢s condones. Con una matizaci¨®n: muchos embarazos entre adolescentes son debidos a que la parejita, por hedonismo o por exaltaci¨®n rom¨¢ntica -a m¨¢s de confianza mutua- desde?a el preservativo por ser ¨¦ste al placer carnal lo que la malta al caf¨¦. El tir¨®n de este instinto, sobre todo en el tiempo de su pleno estallido, es sencillamente brutal. Si una pareja de adolescentes quiere fornicar, lo har¨¢ con o sin funda; y aunque en principio no quieran llegar hasta el final, suelen llegar (incluso si son cat¨®licos), por dimisi¨®n de la m¨¢s heroica resistencia.
Ahora dice el Vaticano que se trata de un problema de "inmunodeficiencia moral", una "patolog¨ªa de esp¨ªritu". Eso est¨¢ mejor, pero fuera de un siglo insensible a "una educaci¨®n en valores sagrados". Sin un cambio radical de todo el sistema, toda cura parcial exacerba m¨¢s que reconstituye. La realidad es que casi todo el mundo quiere m¨¢s sistema, no menos: muchos, cristianos en teor¨ªa, paganos y descre¨ªdos en la pr¨¢ctica. Incluidos tantos de esa minor¨ªa de misa dominical.
Manuel Lloris es doctor en Filosof¨ªa y Letras.
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