Unanimidad
La Ley Org¨¢nica de Medidas de Protecci¨®n Intregral contra la Violencia de G¨¦nero recibi¨® ayer el espaldarazo definitivo para que pueda entrar en vigor a principios de 2005: su aprobaci¨®n en el Senado. Como ya ocurri¨® en el Congreso de los Diputados, el texto obtuvo el respaldo de todos los grupos parlamentarios. Pocas veces ocurre que una ley se aprueba con tanta rapidez y con tanta unanimidad, lo cual demuestra que la totalidad de las fuerzas pol¨ªticas han demostrado una sensibilidad acorde con lo que la sociedad espera del legislador: que sea capaz de responder con diligencia y con los instrumentos adecuados a los problemas que la ciudadan¨ªa considera prioritarios.
Adem¨¢s de tratar este problema como una cuesti¨®n de Estado, las fuerzas parlamentarias han alumbrado una ley que se considera pionera en Europa sobre un problema muy complejo y en el que intervienen muchos factores, de modo que las respuestas parciales pueden ser un parche que contenga la hemorragia, pero nunca ser¨¢n capaces de cauterizar la herida. La aprobaci¨®n de una ley integral, que re¨²ne en una misma ley los aspectos judiciales, policiales, sociales, sanitarios, laborales y educativos, garantiza que se pondr¨¢n en marcha todos los recursos necesarios para contener este fen¨®meno.
No cabe esperar que la aprobaci¨®n de esta ley vaya a erradicar de inmediato la violencia que pretende combatir, pero permitir¨¢ prevenir muchos casos, reducir los efectos y, sobre todo, proteger adecuadamente a las v¨ªctimas. Desgraciadamente, la violencia de g¨¦nero se nutre de componentes muy arraigados en el sustrato cultural que informa la conducta de muchos hombres. Es ahora, adem¨¢s, cuando se dan las condiciones sociales y culturales para que las mujeres puedan romper con unas relaciones de sometimiento que en otras ¨¦pocas se ve¨ªan impelidas a soportar. Y ya se sabe que ¨¦stos son vasos comunicantes: cuanta menos resignaci¨®n, m¨¢s riesgo de reacci¨®n violenta.
El Partido Popular, olvid¨¢ndose en este caso de la bronca en que est¨¢ instalado, ha dado su respaldo a la ley pese a mantener discrepancias, opinables pero fundadas, sobre algunos aspectos de su contenido, como la discriminaci¨®n positiva que agrava las penas cuando el agresor es un hombre o sus reservas a la creaci¨®n de juzgados especiales para este tipo de delitos. Es de esperar que esta actitud se mantenga en el futuro, y que el Gobierno sepa corresponderle con una actitud abierta a revisar aquellos aspectos de la ley que, en la pr¨¢ctica, pudieran considerarse mejorables. En cualquier caso, la ciudadan¨ªa tiene hoy motivos para felicitarse por el trabajo de sus representantes parlamentarios.
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