Caos organizativo
La reducci¨®n de las puertas por cuestiones de seguridad provoca tapones y crispa al p¨²blico
La inscripci¨®n de Sevilla en la historia de la Copa Davis se conseguir¨¢ o puede que se haya conseguido ya. Pero lo mismo no es en las disciplinas que pretend¨ªa. La Federaci¨®n Espa?ola de Tenis (FET) apost¨® por la capital andaluza para albergar la final contra Estados Unidos por estar pr¨¢cticamente al nivel del mar y por el r¨¦cord de p¨²blico que promet¨ªa su proyecto, que, previa adecuaci¨®n del estadio de La Cartuja, llegar¨ªa a los 26.000 espectadores. En el primer punto, todo va seg¨²n lo previsto: la ciudad no se ha movido de su sitio y la densidad del aire ralentiza los b¨¢rbaros pelotazos de Andy Roddick. En el segundo, la cosa no va m¨¢s que regular.
La ceremonia de inauguraci¨®n y el primer partido entre Moy¨¤ y Fish, se tuvieron que retrasar 15 minutos. A la hora convenida apenas hab¨ªan llegado a sus asientos la tercera parte de los asistentes previstos y los pasillos eran un mar de movimientos y voces. Los jugadores ten¨ªan que esforzarse en abstraerse del bullicio. Eso s¨ª, los guardas de seguridad tiraban una cuerda de un lado a otro de los vomitorios justamente antes de los turnos de saque para que la marabunta no desconcentrara a los tenistas.
El problema de esta situaci¨®n estaba en el exterior. La organizaci¨®n decidi¨® que s¨®lo se abrieran un par de las 16 entradas que tiene La Cartuja. La Federaci¨®n Internacional y los conceptos extremos de seguridad de la comitiva estadounidense impusieron esta tesis, que acept¨® la FET y se comi¨® la polic¨ªa. "Nosotros, en este evento, ofrecemos seguridad, pero no la dise?amos por completo", asegur¨® un alto cargo del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa de Andaluc¨ªa occidental; "por ejemplo, las acreditaciones VIP las han puesto dentro del per¨ªmetro de seguridad".
La entrada a los aleda?os del estadio est¨¢ rodeada por una valla met¨¢lica con sus correspondientes puertas y en cada una de ellas un par de empleados de seguridad exig¨ªan el abono para ir m¨¢s adelante. Pero muchas de las decenas y decenas de personas invitadas por patrocinadores u organizadores ten¨ªan el pase para su asiento privilegiado en el interior. Se trataba, entonces, de convencer al guarda de seguridad de que no eran unos delincuentes y de que sus pasaportes estaban en una de las imitaciones de caseta de feria que hab¨ªa en el ala Oeste. Todo ello contribuy¨® al tap¨®n y a los nervios de los que s¨ª ten¨ªan su abono en la mano.
Para ¨¦stos tampoco fue f¨¢cil. S¨®lo las puertas L y N estaban abiertas al p¨²blico, pero no hab¨ªa ning¨²n cartel¨®n que lo dijera as¨ª. "Yo llegu¨¦ a las once menos veinte y hora y media despu¨¦s a¨²n no hab¨ªa pasado por los arcos de seguridad", aseguraba un aficionado llegado de Madrid y que acab¨® por irse a su hotel a ver los dos partidos por televisi¨®n; "cuando nos quejamos lo suficiente y ya estaban los jugadores en la pista, abrieron la puerta K y nos dejaron entrar en tropel. De ah¨ª nos llevaron a la puerta en la que estaban los arcos met¨¢licos y los pasamos sin rigor alguno, pitando constantemente". El grupo de trabajo que controla los aspectos de la seguridad se reuni¨® a las tres de la tarde y decidi¨® abrir otra puerta para la jornada de hoy, adem¨¢s de llenar de carteles de orientaci¨®n los alrededores. El Ayuntamiento de Sevilla hab¨ªa anunciado un despliegue de transporte p¨²blico hasta La Cartuja, casi fuera del t¨¦rmino municipal, pero casi nadie ten¨ªa noticia del mismo. El uso masivo de taxis y autom¨®viles particulares colaps¨® el tr¨¢fico.
Una vez dentro, las cifras del r¨¦cord pierden calor. El n¨²mero de asientos se ha extendido m¨¢s all¨¢ de los 27.000, pero a costa de vender abonos para localidades con mala visibilidad. S¨®lo los palcos y las zonas VIP est¨¢n exentos de que los ojos de sus inquilinos tropiecen con un hierro de mecanotubo en su intento de seguir la pelota. Al ser el recinto semicerrado y asim¨¦trico -la grada alt¨ªsima propia del estadio y las peque?as levantadas al efecto-, el calor del p¨²blico se escapa. Una franja de grader¨ªo no se ha puesto a la venta por estar sus asientos orientados hacia el centro del recinto, lo que obligar¨ªa a sus ocupantes a la contorsi¨®n para ver lo que pasa en la pista, instalada en la curva del fondo norte. Un veterano reportero estadounidense resumi¨® la sensaci¨®n en la interminable cola del ¨²nico aseo previsto para 400 periodistas. "La ciudad es una maravilla, pero la organizaci¨®n no es del todo buena, ?verdad?", dijo antes de colarse en el cub¨ªculo de los minusv¨¢lidos aduciendo problemas de pr¨®stata.
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