Doble decepci¨®n
Bob y Mike Bryan sostienen a Estados Unidos en la Copa Davis al vencer con facilidad a Robredo y a un Ferrero ausente
Un peque?o tr¨¢mite, que fue resuelto con una facilidad escandalosa por los gemelos Bob y Mike Bryan, dio la victoria a Estados Unidos en el doble. No era previsible el ¨¦xito espa?ol frente a una pareja experta que representa la consagraci¨®n de la especialidad: dos gemelos que juegan como relojes perfectamente ajustados. Todo lo contrario que la pareja espa?ola. Tommy Robredo y Juan Carlos Ferrero ten¨ªan el aire de haberse encontrado cinco minutos antes del encuentro. Su decepcionante actuaci¨®n se resumi¨® en el resultado y en la brevedad del encuentro, apenas una hora y media de aplastante superioridad de los norteamericanos.
No hubo un solo momento de electricidad en el juego, un instante de emoci¨®n, la posibilidad de la sorpresa. Tampoco se vio demasiado inter¨¦s en una pareja confeccionada a ¨²ltima hora, como si la derrota fuera inevitable. Desde luego, Robredo y Ferrero hicieron poco por impedirla. Se limitaron a oficiar de v¨ªctimas. Nunca dieron la impresi¨®n de sentirse contagiados por el impulso de Rafael Nadal y Carlos Moy¨¤ en la primera jornada. No estaban preparados para competir. Ferrero no sali¨® del estado de apat¨ªa que demostr¨® en la jornada anterior. Sentado, con aire ausente, sin apenas moverse, asisti¨® a la consagraci¨®n de Nadal en la victoria frente a Andy Roddick. Se le ve¨ªa abatido y disgustado. No era el mejor estado de ¨¢nimo para colaborar en la complicada empresa que siempre representa la final de la Copa Davis, en la que el esp¨ªritu colectivo es esencial.
Ferrero es un magn¨ªfico jugador, con un palmar¨¦s bien acreditado. Ha dado grandes d¨ªas al tenis espa?ol. Uno de ellos se produjo precisamente en otra final de la Davis. En aquella ocasi¨®n, Ferrero ocup¨® el lugar del experto ?lex Corretja. Ten¨ªa 20 a?os y su elecci¨®n se discuti¨® abiertamente en los corrillos del tenis. A ¨¦l le correspondi¨® el momento de gloria: la victoria sobre el australiano Lleyton Hewitt en el encuentro decisivo. Cuatro a?os despu¨¦s, no ha reaccionado con grandeza ante una situaci¨®n que conoci¨® desde la otra vertiente. Su juego reflej¨® su frustraci¨®n. Puede que no sea un experto en el doble y con toda seguridad todav¨ªa sufre las secuelas de una temporada cargada de lesiones y dolencias, pero su abatimiento era m¨¢s mental que f¨ªsico. Ferrero no estaba en Sevilla. Estaba en su mundo, que ahora no es precisamente feliz.
El partido quebr¨® la sinton¨ªa de la gente con el equipo, aunque por pocas horas. El resultado abre alguna esperanza a los estadounidenses en una jornada que se promete emotiva. Espa?a tiene el triunfo muy cerca. Juega en casa, en la pista que conviene a sus jugadores, con dos tenistas que funcionaron de forma irreprochable en la primera. Se espera un gran duelo entre Roddick y Moy¨¤ en el primer partido. Moy¨¤ ha ofrecido momentos irregulares durante su larga etapa en el equipo espa?ol de la Davis, pero ha llegado a la final en un excelente estado. No s¨®lo se siente buen jugador, sino que tiene toda la estampa de l¨ªder del equipo. Es una condici¨®n b¨¢sica en una competici¨®n en la que lo colectivo supera a lo individual, en la que las vanidades no deben superar el equilibrio del grupo. Por eso result¨® tan decepcionante la pareja espa?ola en su duelo contra los gemelos Bryan. Se entregaron. No se sintieron especialmente comprometidos con la causa del equipo.
La derrota no impide pensar que Espa?a est¨¢ al borde de su segunda conquista de la Davis. Moy¨¤ tiene todas las condiciones para batir a Roddick. Y, desde luego, el joven Nadal parece superior a Mardy Fish, cuyo puesto no es seguro. No se descarta la presencia de Vincent Spadea, un jugador m¨¢s competente en las superficies lentas. El pron¨®stico favorece al equipo espa?ol, que encontrar¨¢ el aliado indispensable en Sevilla: un p¨²blico entregado, en estado de ebullici¨®n.
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