Inteligencia 'artificial'
Las noticias de Washington de la semana pasada no han sido buenas para aquellos de nosotros que desear¨ªamos ver una nueva Administraci¨®n estadounidense que abandonase la ideolog¨ªa y la disciplina de partido por una estrategia pr¨¢ctica y con capacidad de adaptaci¨®n para afrontar tanto los problemas nacionales como (especialmente) los desaf¨ªos externos que se plantean a Estados Unidos y sus amigos. Pr¨¢cticamente todos los que han sido nombrados por el presidente Bush para el Gabinete y puestos relacionados en su segundo mandato parecen haberlo sido como premio a su lealtad y deferencia, no por su fortaleza e independencia de criterio. Es una pena.
El presidente ten¨ªa una oportunidad para expulsar sin hacer ruido a los neoconservadores que nos condujeron al lodazal de Irak, y para traer verdadero talento de naturaleza no partidista.
Dada su tarea, la CIA es por definici¨®n portadora de malas noticias y provoca resentimiento en los pol¨ªticos, que s¨®lo quieren o¨ªr las mejores valoraciones
Es necesario mejorar la moral y el rendimiento de la CIA no a trav¨¦s de la lealtad forzosa, sino dando margen para un juicio independiente y cr¨ªtico
Puede que los pr¨®ximos nombramientos sigan en esa direcci¨®n, pero la primera impresi¨®n recuerda a un monarca feudal premiando a sus cortesanos favoritos. Esto no es lo que buscaban los padres fundadores (que mantuvieron disputas de forma incesante y saludable). Pero la que quiz¨¢ fuera la noticia m¨¢s deprimente de todas apareci¨® en la primera p¨¢gina del diario The New York Times del 17 de noviembre. En la parte superior hab¨ªa una simp¨¢tica fotograf¨ªa del presidente Bush y su reci¨¦n anunciada secretaria de Estado, Condoleeza Rice, mir¨¢ndose con cari?o el uno al otro, que coronaba un art¨ªculo titulado 'Las elecciones para el Gabinete se consideran una maniobra encaminada a una mayor armon¨ªa y control'. Precioso.
Circular pol¨¦mica
Sin embargo, en la esquina inferior izquierda de la misma p¨¢gina se informaba de que el recientemente nombrado director de la CIA, Porter Goss, hab¨ªa enviado una circular a los empleados en la que hac¨ªa hincapi¨¦ en que su tarea consist¨ªa en "respaldar a la Administraci¨®n y sus pol¨ªticas" y no ser cr¨ªticos -"no identificarse con la oposici¨®n ni respaldarla o abogar por ella"-. Una vez m¨¢s, la lealtad y la obediencia, y no el pensamiento estricto e independiente, iban a ser la prueba de fuego.
Es dif¨ªcil imaginar un ataque m¨¢s da?ino a la seguridad nacional de Estados Unidos que esa circular, si hay que tomarla -y llevarla a la pr¨¢ctica- al pie de la letra. Estar¨ªamos robando a la naci¨®n uno de sus bienes m¨¢s preciados: un servicio de espionaje cuya tarea durante 60 a?os ha sido la de proporcionar a los responsables de tomar decisiones valoraciones duras, francas y objetivas de lo que ha aprendido e interpretado sobre las amenazas externas para Estados Unidos. Dada su tarea, a menudo tiene que ser, por definici¨®n, el portador de malas noticias y provocar resentimiento en los pol¨ªticos que solamente quieren o¨ªr las mejores valoraciones posibles.
No cabe duda de que la CIA ha tenido sus puntos d¨¦biles. Su historial de "malas pasadas" en las operaciones en Latinoam¨¦rica durante la guerra fr¨ªa es bastante repugnante. Y en cuanto a la recopilaci¨®n de informaci¨®n secreta, est¨¢ claro que no se percat¨® de los m¨²ltiples indicios en 2000 y 2001 de que los terroristas ¨¢rabes estaban planeando alguna forma de ataque contra Estados Unidos. Pero sus antecedentes, en conjunto, hacen pensar que la plantilla profesional de la agencia ha acertado m¨¢s veces de las que se ha equivocado, aunque generalmente de un modo pesimista que ha encolerizado a los halcones de la derecha.
Durante la guerra de Vietnam, por ejemplo, la CIA se fue poniendo cada vez m¨¢s pesimista acerca de la capacidad del r¨¦gimen de Vietnam del Sur para dirigir el pa¨ªs y, de hecho, sobre la capacidad de Estados Unidos para ganar la guerra, en oposici¨®n directa a las afirmaciones optimistas del Pent¨¢gono.
Al ir avanzando los a?os ochenta, la agencia fue recopilando numerosas pruebas de que la URSS estaba en serios apuros: la agricultura estaba desapareciendo, la producci¨®n de petr¨®leo se ven¨ªa abajo, su base manufacturera estaba descomponi¨¦ndose y la poblaci¨®n se mostraba descontenta y c¨ªnica. Esto no era lo que quer¨ªa o¨ªr Caspar Weinberger, que solicitaba un gasto a¨²n mayor en defensa para impedir que los sovi¨¦ticos rompieran el cerco.
M¨¢s recientemente, los analistas de la CIA reconocieron que no pod¨ªan encontrar las pruebas concluyentes que la Casa Blanca exig¨ªa para demostrar que Sadam Husein pose¨ªa armas de destrucci¨®n masiva o ten¨ªa v¨ªnculos con Osama Bin Laden. Por consiguiente, por emplear una vieja expresi¨®n, matemos al mensajero que trae malas noticias. Tap¨¦monos los o¨ªdos ante los hechos e insistamos en la unanimidad y lealtad absolutas. F¨ªjense que Goss no est¨¢ mal acompa?ado en este h¨¢bito de desaprobar a aquellos que no siguen la l¨ªnea del partido a pie juntillas. Al principio de la II Guerra Mundial, cuando Winston Churchill era a¨²n jefe del Almirantazgo brit¨¢nico, despidi¨® al desafortunado capit¨¢n Talbot, que era director de la guerra antisubmarina. ?El pecado de Talbot? Fue su conclusi¨®n de que la Armada real hab¨ªa hundido en realidad muchos menos submarinos alemanes de lo que afirmaba Churchill en sus discursos p¨²blicos. Y sin embargo, Talbot ten¨ªa raz¨®n y su jefe estaba equivocado. S¨®lo tuvieron que pasar dos a?os m¨¢s para que Churchill, como primer ministro, reconociera que la amenaza de los submarinos en el Atl¨¢ntico era la mayor amenaza a las posibilidades de los aliados de ganar la guerra. Pero el capit¨¢n Talbot ya hab¨ªa desaparecido por aquel entonces de las p¨¢ginas de la historia.
Alarma
Las m¨²ltiples dimisiones que se han producido recientemente en la CIA deber¨ªan hacer saltar la alarma. Pero el aut¨¦ntico problema es qui¨¦n lo va a escuchar y despu¨¦s tomar medidas. Y aqu¨ª la ¨²nica respuesta ser¨ªa el Comit¨¦ de Inteligencia del Senado, que tiene clara autoridad constitucional para garantizar a la naci¨®n que las informaciones m¨¢s francas y objetivas sobre amenazas extranjeras se canalizan hacia los que tienen que tomar las decisiones.
Por el momento, los miembros tanto del Senado como de la C¨¢mara de Representantes est¨¢n luchando para revisar los servicios de espionaje de Estados Unidos, posiblemente para ponerlos todos bajo el mando de un director con categor¨ªa de miembro del Gabinete.
Sin embargo, suceda lo que suceda en este sentido, estar¨ªa bien que el Congreso dedicara al menos la misma atenci¨®n a la necesidad de mejorar la moral y el rendimiento de la Agencia Central de Inteligencia; no a trav¨¦s de la lealtad forzosa, sino dando margen para un juicio independiente y cr¨ªtico. El mundo es un lugar demasiado peligroso para contemplarlo a trav¨¦s de lentes de mira estrecha.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.