Heridas por cicatrizar
Jordi Arrese, Juan Bautista Avenda?o y Josep Perlas, los capitanes, son conscientes, aunque no lo digan, de las fisuras del equipo
No; ninguno de los miembros del G-3, el grupo de tres capitanes del equipo espa?ol, quiso ayer hablar con claridad sobre las consecuencias futuras de sus decisiones en esta final de la Copa Davis. No resultaron agradables para nadie. Ni para algunos jugadores ni mucho menos para ellos. Pero los resultados demostraron que han acertado. Y ellos, al menos, encontraron motivos para sentirse satisfechos.
"Ha sido dur¨ªsimo", confes¨® Jordi Arrese, el que se sent¨® en el banquillo; "tomamos decisiones controvertidas y sab¨ªamos que pod¨ªan ir en nuestra contra. Pero el ¨¦xito es s¨®lo para aquellas personas que se arriesgan y que hacen las cosas disipando todas las dudas. No tenemos ning¨²n apego al cargo. Nosotros fuimos honrados y aplicamos las conclusiones a las que llegamos los tres. Ahora sabemos que no nos equivocamos".
No fue f¨¢cil para Juan Carlos Ferrero, un n¨²mero uno y campe¨®n de Roland Garros, enterarse de que iba a ser sustituido por Rafael Nadal el jueves por la ma?ana, justamente unas horas antes de entrar en el sorteo. Y m¨¢s duro a¨²n le result¨® que luego, el viernes, tras comprobar el estado f¨ªsico en que hab¨ªa quedado Nadal en su duelo contra Andy Roddick, el G-3 le pidiera otro esfuerzo y que disputara el partido de dobles. Tampoco para Tommy Robredo fue agradable descubrir primero que nadie contaba con ¨¦l, a pesar de ser el 13? del mundo, cuando se plante¨® la sustituci¨®n de Ferrero y, despu¨¦s, descubrir de golpe y porrazo que iba a saltar a la pista con otro compa?ero en el doble.
No les sent¨® bien. Y Robredo as¨ª se lo comunic¨® a los capitanes cuando se reuni¨® con ellos el viernes por la noche. Aunque aparentemente la cordialidad segu¨ªa reinando, la verdad es que el grupo qued¨® realmente tocado con todas aquellas situaciones porque esta vez no exist¨ªa la complicidad de 2000, cuando los jugadores se hab¨ªan comprometido con los cuatro capitanes en una cruzada a muerte para conseguir la Copa Davis.
"Durante muchos a?os, los primeros del r¨¢nking sab¨ªan que ten¨ªan un sitio asegurado en el equipo y en los partidos individuales", explic¨® Juan Bautista Avenda?o, miembro del G-4 y ahora del G-3; "pero a partir de 2000 aquello cambi¨®. Ferrero jug¨® contra Rusia, pero no en las semifinales frente a Estados Unidos cuando estaba convencido de que lo har¨ªa. Y ?lex Corretja, n¨²mero uno espa?ol entonces, no disput¨® ning¨²n individual en la final ante Australia. Aquel compromiso entre los jugadores y los capitanes nos habilit¨® para tomar decisiones realmente importantes. Y la situaci¨®n prosigui¨® cuando lleg¨® el G-3".
La primera bomba que les estall¨® en las manos se produjo antes de la final de 2003, cuando decidieron relevar a Albert Costa por Feliciano L¨®pez para que jugara junto a Corretja en el doble. Costa hab¨ªa jugado las tres eliminatorias anteriores y se hab¨ªa inscrito con Corretja en varios torneos del circuito para preparar el d¨²o.
"Costa coment¨® que hab¨ªa perdido la confianza en el G-3 y eso me alud¨ªa tambi¨¦n a m¨ª", comenta Josep Perlas, que entonces era su entrenador; "aunque hab¨ªamos establecido la diferencia entre ser su t¨¦cnico y ser uno de los capitanes, cuando aquello ocurri¨® hubo detalles que delataban que no se estaba sintiendo a gusto conmigo y creo que la situaci¨®n afect¨® incluso a su tenis". Hace unos meses se produjo la ruptura entre ellos. Un desenlace similar al que tuvo con Carlos Moy¨¤ tras ser apeado de la final de 2000.
Sin embargo, la controversia se vivi¨® este a?o en cada eliminatoria. En Brno, en la primera ronda, L¨®pez entr¨® incluso rebotado al vestuario tras conseguir empatar la eliminatoria a dos y se dirigi¨® a Robredo, al que hab¨ªa sustituido, para decirle: "?Parece que no te alegres de mi victoria!". Despu¨¦s, en las semifinales contra Francia, en Alicante, fueron los capitanes los que se dirigieron a Moy¨¤ para decirle que iban a sustituirle por Nadal porque atravesaba un momento de dudas en su juego ante el enfado del de Hostalric, que no entendi¨® por qu¨¦ no se cont¨® con ¨¦l.
As¨ª que, cuando lleg¨® a Sevilla, el equipo ya estaba bastante convulsionado. Y, cuando se produjeron las ¨²ltimas decisiones del G-3, todo se fue resquebrajando, empezando por los entornos de los jugadores m¨¢s afectados. En la fiesta de celebraci¨®n todos se sintieron muy unidos. Pero, en el fondo, todos saben que hay unas heridas que quiz¨¢ no se cicattricen. Puede que sean una causa para el final del G-3. O puede que no haya tiempo para tomarse el desquite. Porque en las elecciones a la presidencia federativa del pr¨®ximo 29 de enero hay grandes posibilidades de que Pedro Mu?oz supere a Agust¨ª Pujol. Y entonces el futuro de los capitanes quedar¨ªa en el aire.
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