Transnaciones unidas
?Qu¨¦ debe hacer la ONU? ?Qui¨¦nes deben decidir sus actuaciones? La comunidad internacional de entonces pens¨® y dise?¨® en 1945 la ONU como una sociedad de Estados, con el Consejo de Seguridad como n¨²cleo decisorio. Sesenta a?os despu¨¦s, el informe encargado por el secretario general a un Grupo de Alto Nivel pretende adaptar el sistema al mundo actual, bien diferente. La atenci¨®n se ha centrado en las propuestas para reformar la composici¨®n del Consejo de Seguridad y hacerlo m¨¢s representativo (no cabe decir m¨¢s democr¨¢tico, cuando los sujetos de la democracia son ciudadanos, y en este foro se sientan pa¨ªses no democr¨¢ticos). Pero casi m¨¢s interesantes resultan las propuestas para hacer un mundo m¨¢s seguro frente a las principales amenazas que no conocen fronteras y que han crecido, salvo las guerras entre Estados, con la globalizaci¨®n: las guerras en el seno de Estados (hay m¨¢s, pero menos que a mediados de los noventa), las amenazas econ¨®micas y sociales incluyendo pandemias como el sida, las armas de destrucci¨®n masiva, el terrorismo y el crimen organizado transnacional. La agenda de la seguridad ha dejado de ser puramente pol¨ªtico-militar e internacional. El vocabulario ha cambiado.
La ONU reposa sobre una doble estructura. Por una parte la jur¨ªdica, con un tratado, la Carta, fuente de derecho internacional p¨²blico por excelencia y documento que vertebra la Organizaci¨®n y las relaciones entre Estados, adem¨¢s de una Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos que es lo que su nombre indica: una declaraci¨®n, no un tratado. La otra estructura es la organizativa, la O, esencialmente el Secretariado, el Consejo de Seguridad y la Asamblea General. ?ltimamente, ante la poca confianza de EE UU y otros en esta O y en Kofi Annan, el Consejo de Seguridad ha empezado a desarrollar estructuras propias que no dependan del secretario general, adem¨¢s de abrogarse una capacidad legislativa. El informe refuerza esta deriva, por ejemplo con una Comisi¨®n de Construcci¨®n de la Paz bajo autoridad directa del Consejo. B¨¢sicamente se quiere reforzar al Consejo (y reducir la par¨¢lisis de los vetos de los Cinco) frente al Secretariado que no cumple bien los mandatos, est¨¢ salpicado por corruptelas y hay que reformar. El caso del Programa Petr¨®leo por Alimentos para Irak es quiz¨¢s el que ha conjugado un presupuesto m¨¢s gigantesco y un personal muy numeroso con la falta de controles suficientes.
Aunque defiende la acci¨®n preventiva -primero la pac¨ªfica, para empezar, frente a la pobreza, y la diplom¨¢tica y s¨®lo en "¨²ltimo recurso" el uso de la fuerza-, el informe no propone cambiar el art¨ªculo 51 que limita el uso leg¨ªtimo de las armas a lo que decida el Consejo de Seguridad o a la defensa propia. En todo caso, incluso ante amenazas de ataques inminentes, s¨®lo el Consejo puede legitimar una acci¨®n anticipatoria. Nada de unilateralismo. Y si el Informe aboga por una definici¨®n del terrorismo, que condena sin paliativos, no llega a tal sino (lo que no es poco) a lo que llama una "descripci¨®n". Se reconoce el derecho a la resistencia de pueblos ocupados, pero no que se pueda dirigir contra civiles o no combatientes. No gustar¨¢ a la Administraci¨®n de Bush.
La mayor novedad respecto a 1945 reside en la propuesta de codificar la "responsabilidad de intervenir" para proteger a civiles atacados en sus derechos humanos si el Estado no lo hace. Es toda una revoluci¨®n conceptual. De aceptarse, ser¨ªa la confirmaci¨®n del derecho a la injerencia a trav¨¦s de la doctrina de la intervenci¨®n humanitaria. La cuesti¨®n es si la mayor potencia del mundo, los Estados Unidos de Bush, que quieren socavar a Kofi Annan por sus cr¨ªticas a la guerra de Irak, aceptar¨¢n entrar en este debate. Es importante que lo hagan. No estamos ante la muerte de la ONU que anunciara Richard Perle, pero s¨ª ante el peligro de que caiga en la inoperancia y/o en la irrelevancia, lo que llevar¨ªa a un mundo a¨²n m¨¢s inseguro. Para evitarlo es perentorio, como apunta el informe, fraguar un nuevo consenso internacional en materia de seguridad colectiva, necesariamente m¨¢s transnacional que nunca. aortega@elpais.es
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