Reconversi¨®n
A los 29 a?os de la muerte de Franco, varios parlamentarios proponen reconvertir el Valle de los Ca¨ªdos en Memorial de la Libertad y, puestos a sanear el predio, exhumar los restos de Franco y Jos¨¦ Antonio que all¨ª yacen, y d¨¢rselos a sus herederos o, en su defecto, a quien los quiera.
Esto parece l¨®gico, aunque confieso que la idea de andar trasteando huesos me resulta macabra. Franco iba a todas partes con el brazo incorrupto de santa Teresa. A m¨ª me parec¨ªa una cochinada y no entiendo por qu¨¦ el Papa no le llam¨® al orden. Pero ¨¦ste es otro asunto.
Ahora estamos con el de la reconversi¨®n. En su favor se aduce el ejemplo de los campos de concentraci¨®n nazis que se conservan como testimonio; pero la comparaci¨®n no es v¨¢lida. Los campos de concentraci¨®n no fueron construidos como lugares de peregrinaci¨®n ni como s¨ªmbolos, aunque su terrible historial los haya convertido en eso. El Valle de los Ca¨ªdos es distinto. Franco lo concibi¨® para exaltar la ideolog¨ªa en la que sustentaba su concepci¨®n totalitaria del Estado y los que lo construyeron entendieron el encargo a la perfecci¨®n. La arquitectura es un lenguaje y en este lenguaje el Valle de los Ca¨ªdos quiere decir lo que quiere decir y no otra cosa. Reciclarlo ser¨ªa tan absurdo como decidir que a partir de hoy el Cara al sol ser¨¢ el himno de los sin papeles.
Ciertamente, es absurdo financiar con dinero p¨²blico la conservaci¨®n de un monumento m¨¢s feo que Picio, aunque no s¨¦ si con las visitas tur¨ªsticas no salen los n¨²meros al final del a?o. Que los visitantes acudan all¨ª por nostalgia de la dictadura, como tambi¨¦n se alega, no viene a cuento. La nostalgia es un sentimiento y toda presunci¨®n es gratuita y arbitraria. Algunos lo manifiestan a voz en cuello, es verdad, pero estos energ¨²menos, ?cambiar¨ªan de actitud si cambiaran los r¨®tulos?
?Y derribarlo? Ah, eso estar¨ªa bien, pero el trasto es grande y no faltar¨ªa quien nos acusara de iconoclastas o, para ser m¨¢s rigurosos, de no ver la l¨ªnea que media entre eliminar vestigios de un pasado inicuo y enterrar la historia reciente sin m¨¢s ni m¨¢s.
As¨ª que es mejor dejar las cosas como est¨¢n. En fin de cuentas, de todos los legados de la etapa franquista, el adefesio en cuesti¨®n no es el que m¨¢s ha de preocuparnos.
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