26 a?os
Este a?o, el d¨ªa de la Consituci¨®n, que cumple 26, ha estado presidido por el debate sobre su reforma, que ha pasado de hip¨®tesis te¨®rica a propuesta que el Gobierno ha puesto sobre la mesa. La discusi¨®n promete ser viva porque la reforma necesita el consenso de los dos grandes partidos, y el PP se muestra reacio y, por otra parte, sus relaciones con el Gobierno son ahora especialmente tensas. La irrupci¨®n de ETA, colocando siete cargas explosivas que ocasionaron heridas leves a cinco personas y preocupaci¨®n e incomodidades a muchos miles, vino a recordar lo artificioso de esa tensi¨®n frente al acuerdo b¨¢sico existente en la defensa de las libertades y derechos que la Constituci¨®n garantiza y que los terroristas combaten a bombazos.
Es leg¨ªtimo considerar inoportuna la reforma o preferir que se limite a los temas de Europa y la sucesi¨®n a la Corona, como plantea el PP. Pero eso no justificar¨ªa una actitud de boicoteo. El compromiso de los socialistas de limitar la reforma a cuatro puntos concretos y de condicionarla a un consenso comparable al de 1978 deber¨ªa considerarse garant¨ªa suficiente para una participaci¨®n leal en el debate. Tambi¨¦n conviene que se eviten falsas expectativas.
La reforma tiene sentido si se trata de perfeccionar el modelo constitucional, no de darle la vuelta. La reforma del Senado, la principal de las previstas, no es un replanteamiento del sistema auton¨®mico, que incluye la generalizaci¨®n de la autonom¨ªa y la existencia b¨¢sica de los mismos derechos en todas las comunidades, sino un intento de mejorar su funcionamiento.
Es cierto que podr¨ªa ser una segunda oportunidad para la minor¨ªa que en 1978 decidi¨® quedarse al margen, pero no al precio de romper el ampl¨ªsimo consenso pol¨ªtico y social existente. La reforma puede descarrilar si se plantea como un intento de dar satisfacci¨®n a los nacionalistas, que ayer volvieron a escenificar su distanciamiento absteni¨¦ndose, con la excepci¨®n de CiU, de participar en la celebraci¨®n. Tal vez la reforma no les satisfaga, precisamente por el componente igualitario del modelo federal a que se tiende, pero no por ello habr¨ªa que desistir de acometer las mejoras convenientes. Los debates sobre la inclusi¨®n o no de una distinci¨®n expl¨ªcita entre nacionalidades y regiones, en funci¨®n de los hechos diferenciales de algunas comunidades, son leg¨ªtimos, pero no lo ser¨ªa la pretensi¨®n de que de esa distinci¨®n deriven derechos diferentes seg¨²n el lugar de residencia.
La interferencia de ETA cuando se discuten pac¨ªficamente estas cuestiones ha evidenciado el car¨¢cter anacr¨®nico de esa banda. Y torna absurda la idea de Otegi de que habr¨ªa que desmilitarizar el conflicto mediante una negociaci¨®n: s¨®lo hay una parte militarizada, ETA, por lo que s¨®lo de ella depende la desmilitarizaci¨®n.
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