Los nuestros
Mis amigos norteamericanos siguen sumidos en la profunda depresi¨®n que les ha provocado la victoria de Bush. No pueden comprender que haya vuelto a ganar este individuo, uno de los peores presidentes de la historia. Un hombre que lo ha hecho todo mal durante su mandato, desde la gesti¨®n econ¨®mica interna hasta el desparrame externo del desastre iraqu¨ª. Y ah¨ª le tienen. Mis amigos dicen que los electores se han equivocado, que han sido manipulados. Por desgracia, no creo que sea as¨ª. Esos ciudadanos sab¨ªan muy bien lo que votaban: quer¨ªan un presidente involucionista, y vive Dios que Bush era lo m¨¢s retr¨®grado que hab¨ªa en el mercado. No han sido unas elecciones pol¨ªticas, en un sentido democr¨¢tico y moderno de la palabra, sino puramente ideol¨®gicas. Los votantes quer¨ªan a un candidato que hablara con Dios, con el petrificado Dios de los fan¨¢ticos, y George tiene l¨ªnea directa con ese Cielo antiguo, turbulento y oscuro.
El mundo ha cambiado de manera vertiginosa en el ¨²ltimo siglo. En un lapso de tiempo hist¨®ricamente ¨ªnfimo se han derrumbado cimientos sociales que perduraron durante milenios. La implantaci¨®n del sufragio universal, el desarrollo democr¨¢tico, la revoluci¨®n de las mujeres, la muerte de los dioses y el auge de lo civil, la creaci¨®n de organismos supranacionales, los cambios tecnol¨®gicos... Todas estas mudanzas, tan veloces y dr¨¢sticas, producen miedo y un contrapeso reaccionario inevitable, un alzamiento masivo de retr¨®grados. Los integrismos isl¨¢micos forman sin duda parte de ese proceso: repitamos una vez m¨¢s que no se trata de una lucha de Oriente contra Occidente, sino del reaccionarismo ¨¢rabe contra la modernidad.
Pues bien, estoy convencida de que la mayor¨ªa de los votantes de Bush son la otra cara de esa misma moneda. ?Saben que los Estados pro-Bush coinciden con los Estados que eran esclavistas o abiertos a la esclavitud en la ¨¦poca de la guerra de Secesi¨®n (m¨¢s Ohio e Indiana)? Lo que quiere decir que su carcunda social tiene pedigr¨ª y viene de lejos. Son nuestros integristas, en fin, nuestros talibanes occidentales, unos temibles iluminados que andan borrando a Darwin de las escuelas.
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