"Hay que respetar los males ps¨ªquicos"
La escritora explica que padece una especie de agorafobia, angustia ante los espacios p¨²blicos
La Nobel de Literatura Elfriede Jelinek dice que no soporta comparecer en p¨²blico porque est¨¢ "ps¨ªquicamente enferma". Es la raz¨®n por la cual apenas recibi¨® la noticia de su galard¨®n, el pasado 7 de octubre, advirti¨® de que no viajar¨ªa a Suecia a recogerlo personalmente. Ha cumplido su palabra. En su ausencia en Estocolmo, su discurso fue presentado ayer mediante un v¨ªdeo previamente grabado.
El 10 de diciembre tampoco estar¨¢ presente en la ceremonia de entrega de los galardones. Sin ella se celebrar¨¢ el mismo d¨ªa una "fiesta para Jelinek" en el gran Burgtheater de Viena, con la participaci¨®n de varios actores y escritores amigos de la galardonada, como Elfriede Gerstl, Gert Jonke y el director de teatro alem¨¢n Christoph Schlingensief, quien en diciembre del a?o pasado estren¨® en el Burgtheater la obra Banbiland, de Jelinek. Para finalizar, a las 23.00 y ante la fachada del teatro, sobre la avenida Ringstrasse, se podr¨¢ ver el discurso pronunciado por Jelinek en una pantalla gigante al aire libre. Al mismo tiempo, en el Akademiethaeter se representa Das Werk (La obra), otra pieza dram¨¢tica de la ¨²ltima premio Nobel. A lo ¨²nico que ha accedido Elfriede Jelinek es a acudir a la Embajada de Suecia en Viena el pr¨®ximo 17 de diciembre para recibir all¨ª el galard¨®n.
"Escribo en un estado no muy consciente, como en trance, como en un orgasmo"
"Hay que respetar las enfermedades ps¨ªquicas como cualquier otra enfermedad. Me alegrar¨ªa que se empezara a tener en cuenta que hay gente ps¨ªquicamente enferma que no soporta estar en p¨²blico", dijo Jelinek a la agencia de noticias austriaca APA. A?adi¨® que su estado ha empeorado en los ¨²ltimos tiempos. Hace cuatro a?os no tuvo reparos en subirse a a un escenario en la plaza de los H¨¦roes, en el centro de Viena, para hablar frente a 300.000 personas en un acto de protesta contra la incorporaci¨®n de la extrema derecha al Gobierno de Austria.
Pero ¨²ltimamente el miedo que siente "es cada vez mayor". Al semanario Profil explic¨® que vive a base de f¨¢rmacos antidepresivos, somn¨ªferos y valium. "Nada me hace feliz", lamenta. S¨®lo consigue sentirse bien algunas veces mientras est¨¢ escribiendo "en un estado no muy consciente, como en trance, como en un orgasmo". Jelinek admite que sus problemas surgen de su relaci¨®n neur¨®tica con su madre, "que desde mi infancia ten¨ªa un poder absoluto sobre m¨ª".
La escritora sac¨® a la luz aspectos de su relaci¨®n de dependencia con su madre en su novela La pianista, llevada al cine por Michael Haneke. La autora de Las amantes sigue viviendo en Viena en la misma casa en la que convivi¨® con su madre hasta que ¨¦sta falleci¨®, hace cuatro a?os. Pero recientemente, al sentirse acosada por los medios de comunicaci¨®n, se refugi¨® en M¨²nich, en casa de su esposo, Gottfried H¨¹nigsberg, con quien contrajo matrimonio hace 30 a?os. De su vida conyugal no habla por respeto a la intimidad. Pero sobre su enfermedad no ahorra detalles. Seg¨²n su propia descripci¨®n, padece de "una forma de agorafobia" que estalla cuando se siente observada por la muchedumbre. De ni?a pas¨® un a?o entero sin salir de su casa, corriendo de un lado a otro en la habitaci¨®n, dando golpes con la cabeza contra las paredes. Ya entonces tuvo que someterse a tratamiento psiqui¨¢trico. Su padre, jud¨ªo, muri¨® en un manicomio.
La extrema susceptibilidad de Jelinek se ha convertido en un tema de pol¨¦mica que polariza las opiniones casi tanto como su obra. El escritor Robert Schindel opina que la escritora es una persona tan sensible y delicada que no tiene la capacidad de protegerse. De aqu¨ª que haya formado una coraza con su duro lenguaje. Pero hay otros que ven en la actitud de Jelinek una especie de coqueter¨ªa, como el ensayista Robert Menasse, a quien le parece una incongruencia que alguien como ella, que ha publicado en las mejores editoriales, que ha sido representada en todos los grandes teatros y ha recibido todos los premios posibles hasta alcanzar el Nobel, diga sentirse perseguida. "Ya me gustar¨ªa a m¨ª que me persiguieran hasta el Nobel", dice Menasse. Cierto es que en los ¨²ltimos a?os el diario m¨¢s popular de Austria, Kronenzeitung, y el partido de extrema derecha de J?rg Haider lanzaron campa?as contra varios artistas que criticaban la evoluci¨®n derechista de la pol¨ªtica austriaca, pero ninguno de los artistas atacados mostr¨® tanta susceptibilidad como Jelinek.
Ayer, Haider critic¨® una vez m¨¢s a la escritora al decir que "gan¨® el Premio Nobel s¨®lo porque arremete con odio contra Austria. Para m¨ª eso no tiene calidad literaria". Por el contrario, el presidente de la Rep¨²blica, Heinz Fischer, socialdem¨®crata, declar¨® que "merece nuestro respeto la forma consecuente de Jelinek, una escritora que expresa lo que le es importante sin omisiones y sin concesiones". Al democristiano Andreas Kohl, presidente del Parlamento austriaco, le gusta la obra de Jelinek, y dijo que "se puede amar la obra de Jelinek sin compartir sus convicciones pol¨ªticas". Los dirigentes pol¨ªticos hablan con precauci¨®n. No olvidan que lo primero que dijo al saber que hab¨ªa sido elegida para el Premio Nobel fue que no quer¨ªa servir de adorno para los mandatarios de su pa¨ªs.
Elfriede Jelinek no es la primera persona galardonada con el premio Nobel de Literatura que no hace acto de presencia y permite que sea otro quien pronuncie su discurso en Estocolmo. Desde que se cre¨® el premio, en 1945, fueron varios quienes declinaron su comparecencia, la mayor¨ªa por cuestiones de salud, y en dos casos, Solzhenitsyn y Sartre, por cuestiones pol¨ªticas: el primero, por temor a no poder regresar a la Uni¨®n Sovi¨¦tica, y el segundo, quien no s¨®lo no acudi¨®, sino que rechaz¨® el galard¨®n, como gesto de protesta.
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