La izquierda como problema
El autor advierte de que el electorado de IU no quiere una formaci¨®n marginal ni que se niegue a colaborar con el PSOE en la pol¨ªtica progresista.
Los espa?oles de izquierdas est¨¢n acostumbrados a convivir con un doble problema. Como si no tuviesen suficiente con plantearse una y otra vez el problema de Espa?a, que lleva varios siglos afectando a todos los ciudadanos de este trabajoso pa¨ªs, tambi¨¦n se castigan con disputas internas que han convertido los espacios de debate en campos de batalla. Mientras la derecha cierra filas en las situaciones duras y en las maduras, con una infatigable agresividad frente a sus adversarios, la izquierda se vive a s¨ª misma como un problema, dispuesta a devorarse con rencores internos y descalificaciones que pasan f¨¢cilmente de la opini¨®n cr¨ªtica a los insultos. Esta capacidad autodestructiva ha marcado los preparativos de la Asamblea Extraordinaria de Izquierda Unida. Las cr¨ªticas a los apoyos prestados por Gaspar Llamazares al Gobierno socialista s¨®lo suponen la parte m¨¢s vistosa de una amplia tendencia a la negaci¨®n y al desprecio que suele mezclar las ambiciones personales y los fuegos consoladores de la pureza.
Izquierda Unida, como cualquier formaci¨®n pol¨ªtica, necesita delimitar su espacio propio y sentirse ¨²til a la hora de intervenir en la vida social espa?ola. Resulta curioso que este movimiento pol¨ªtico y social viva su peor crisis en un momento en el que su definici¨®n ideol¨®gica y sus intervenciones p¨²blicas est¨¢n adquiriendo una notable repercusi¨®n. Los bajones electorales ¨²ltimos han hecho olvidar a sus militantes que en ning¨²n otro momento, ni siquiera con el doble de votos y de diputados, Izquierda Unida ha podido colaborar de una manera tan clara en la definici¨®n progresista de la pol¨ªtica espa?ola. El PSOE est¨¢ gobernando a la izquierda, no s¨®lo porque durante la presidencia de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar se encendieron las alarmas de la vitalidad democr¨¢tica espa?ola, bajo la amenaza de un r¨¦gimen ultraconservador, sino porque a¨²n est¨¢ muy viva dentro del nuevo socialismo la conciencia democr¨¢tica que, desde el pacifismo hasta los derechos civiles, Izquierda Unida contribuy¨® a despertar en la calle.
No conviene en los tiempos que vivimos despreciar algunas posiciones claves sobre pol¨ªtica nacional e internacional. Hacer responsable a Gaspar Llamazares de la p¨¦rdida de votos de Izquierda Unida, en un momento en el que la prioridad de los sectores progresistas pasaba por derrotar el neoconservadurismo agresivo de Aznar, no s¨®lo es injusto, sino que, adem¨¢s, rebaja peligrosamente la discusi¨®n ideol¨®gica en la Asamblea Extraordinaria con una operaci¨®n de ajuste interno de cuentas. No nos enga?emos, las debilidades de Llamazares no provienen de sus actuaciones pol¨ªticas, que pueden calificarse de sobresalientes, sino de la dificultad de renovar e impulsar la organizaci¨®n de Izquierda Unida en un periodo de baja presencia institucional. Cuando hay poco que repartir, es dif¨ªcil calmar los sentimientos de los viejos dirigentes o las ambiciones naturales de los j¨®venes. Se le puede criticar a Llamazares que no supiese gestionar internamente la candidatura de Jim¨¦nez Villarejo a las elecciones europeas, pero nadie deber¨ªa dudar de que el mejor camino para definir el proyecto de Izquierda Unida pasa por la incorporaci¨®n de figuras como la del fiscal Jim¨¦nez Villarejo.
Convendr¨ªa que los delegados en la Asamblea Extraordinaria recordasen la responsabilidad que tienen ante un sector significativo de la izquierda espa?ola, que se ver¨¢ condenada a la abstenci¨®n si Izquierda Unida desaparece o se convierte en un partido residual, marcado por rencores y purezas doctrinarias, sin vinculaci¨®n ninguna con las necesidades reales del pa¨ªs. Muchos votantes, que no se sienten identificados electoralmente con el PSOE, tampoco est¨¢n dispuestos a apoyar a una formaci¨®n de izquierdas de voluntad marginal, que no colabore con el PSOE a la hora de hacer pol¨ªtica seria y nacional frente al neoconservadurismo del PP.
No est¨¢n los tiempos para bromas. Izquierda Unida corre el peligro de minusvalorar el poder real que todav¨ªa tiene, para refugiarse en una vuelta a las esencias del pasado. La nostalgia vendr¨ªa a suspender la b¨²squeda de las preguntas que la izquierda necesita abrir sobre la realidad actual. Que nadie olvide que el electorado de la coalici¨®n (estudiantes universitarios, profesionales, militantes de movimientos sociales) tiene hoy muy poco que ver con las viejas fidelidades que se contentan con altisonantes declaraciones demag¨®gicas. Adem¨¢s de un s¨ªntoma definitivo de agon¨ªa, el regreso al pasado s¨®lo puede suponer una traici¨®n a las razones originales de IU. Se desperdiciar¨ªa as¨ª todo el horizonte que Felipe Alcaraz y Gaspar Llamazares, de forma conjunta y muy brillante, abrieron en la legislatura anterior frente a los enemigos reales de la izquierda.
escritor.
Luis Garc¨ªa Montero es
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