Tablero de juego
En la lectura de El secuestro, de Georges Perec, se deduce de pronto que no se trata de una persona la que ha sido secuestrada sino de la letra a que ha sido raptada del libro. Con una pericia similar, la arquitectura de Luis Moreno Mansilla y Emilio Tu?¨®n narra juegos precisos disfrazados de azar. Su Museo de Arte Contempor¨¢neo de Castilla y Le¨®n (Musac), que se inaugura el 17 de diciembre en la capital leonesa, condensa un sistema complicado de reglas que de manera diluida aparece en cada uno de sus proyectos. Lo que pretende apuntarse a nivel internacional como el museo del siglo XXI, dedicado al arte ¨²ltimo, se construye a partir de un tablero de juego din¨¢mico preparado para acoger cualquier manifestaci¨®n art¨ªstica, de dimensiones exponenciales y requisitos absurdos. La repetici¨®n de un sistema modular construye una geograf¨ªa irregular en sinton¨ªa con el programa incierto, que permite tanto el di¨¢logo como la invenci¨®n.
La policrom¨ªa se refiere a los vitrales de la catedral, pixelados y convertidos en vidriera futurista
Dos premisas: cambiar el contenido de las salas cada tres meses y exponer un arte que a¨²n est¨¢ por producirse han introducido un clima de aceleraci¨®n evidente. El director de la instituci¨®n, Rafael Doctor, se ha propuesto trabajar en el "¨¢rea temporal del presente", y el equipo madrile?o ha convertido esas palabras en edificio. A pocos pasos, se encuentra su auditorio, que terminado hace apenas tres a?os y galardonado con el Premio Nacional de Arquitectura, pertenece, de pronto, a otra generaci¨®n. Parece como si la credencial del auditorio les hubiese permitido meter el pie en la puerta, para m¨¢s tarde entrar, de lleno, al coraz¨®n de Le¨®n. Mansilla y Tu?¨®n, a veinte a?os de haber iniciado su carrera profesional y a diez de haber dejado el estudio de Rafael Moneo, se han sacudido el efecto de la historia y la memoria, sustituy¨¦ndolo por apuestas ins¨®litas. Su arquitectura, acostumbrada a los solares apretados, condicionada por el peso de la piedra de los monumentos vecinos, ha sabido interpretar cada ocasi¨®n. Con un m¨¦todo m¨¢s cercano al laboratorio que al casino, extraen del sitio y del programa las cl¨¢usulas que despu¨¦s dar¨¢n forma a sus proyectos.
Los diez a?os transcurridos desde el concurso del auditorio, en 1994, hasta completar su tercer museo en Espa?a (tras los de Bellas Artes de Zamora y Castell¨®n) se notan, especialmente, en la mec¨¢nica de repetici¨®n de c¨¦lulas que juntas componen un edificio, y que se hace a¨²n m¨¢s evidente con su ¨²ltimo proyecto, ganador del concurso para el Ayuntamiento de Lal¨ªn. La estructura celular del Musac se desarrolla a partir de la combinaci¨®n y repetici¨®n de dos figuras (cuadrado y rombo), para generar una serie de ¨¢mbitos a la vez aut¨®nomos y encadenados. Al pretender encerrar las creaciones de arte m¨¢s actual se decide, en cambio, abrirse a ellas. Frente a otros recintos cuya cualidad muse¨ªstica se centra en la exposici¨®n de colecciones hist¨®ricas cerradas, la agenda incierta del programa sirvi¨® para que Mansilla y Tu?¨®n realizaran un gran contenedor, que de diciembre a enero podr¨¢ verse como cascar¨®n, antes de convertirse en lo que a¨²n vacila entre llamarse "museo del presente" o "museo del futuro". Diez mil metros cuadrados han sido suficientes para transformar el tejido urbano leon¨¦s, alterado casi a manera de electrochoque y pensado como objeto de atracci¨®n tur¨ªstica.
La descripci¨®n de los autores
sobre su proyecto, "realizado dibujando sobre el plano urbano con la misma actitud optimista con la que los agrimensores romanos trazaban las ciudades sobre el paisaje", explica la lectura calculadora del enclave, tratado casi como un tablero de ajedrez deformado, sobre el que se dibuja una estrategia. La distancia con que se considera el terreno-tablero permiti¨® un tipo de ocupaci¨®n creada a partir de la concatenaci¨®n de espacios donde se alterna el lleno de una sala de exposici¨®n con el vac¨ªo de un patio. Mansilla y Tu?¨®n han dise?ado, m¨¢s que un edificio, un puzle. La malla, desarrollada en una sola planta, se pervierte escenogr¨¢fica y funcionalmente por medio del uso de lucernarios, espacios a doble altura, salas de forma quebrada que se interrumpen o se duplican al abrirse al m¨®dulo vecino y un vest¨ªbulo que es m¨¢s cl¨ªmax que pre¨¢mbulo.
Hacia el exterior, la silueta zigzagueante del Musac gana una plaza como par¨¦ntesis entre el acceso y la ciudad hist¨®rica. El capricho pol¨ªcromo hace referencia a los vitrales de la catedral de Le¨®n, pixelados y convertidos en una vidriera del siglo XXI que produce en el acceso su efecto m¨¢s especial. Se han hecho dos edificios: uno en el interior, con muros de hormig¨®n blanco que alcanzan hasta 18 metros de altura y provocan la impresi¨®n de estar dentro del est¨®mago de una ballena, y otro fuera, envuelto con vidrios cuya modulaci¨®n falsea la lectura de los niveles interiores, y cuyo material -por la vestimenta opaca o de colores- traiciona su l¨®gica transparente y oculta la coraza herm¨¦tica del laberinto de hormig¨®n. Podr¨ªa decirse que son tres los edificios que se generan, al incluir la azotea, aquella quinta fachada donde se materializa la geometr¨ªa de la planta. Pantalla de colores por fuera y b¨²nker por dentro, construyen una mancha de contorno indefinido.
La idea de colonizar cultural o tur¨ªsticamente cualquier ciudad a partir de una estrategia de arquitectura deslumbrante con forma de museo, o de gran contenedor , parece estarse agotando. El nuevo siglo comienza replanteando el papel de la arquitectura para museos y su actuaci¨®n en las ciudades. La reflexi¨®n en torno a la proliferaci¨®n de supermercados de arte ha producido en a?os recientes apuestas perif¨¦ricas, que se alejan no s¨®lo del constre?imiento de la ciudad, sino sobre todo de la arquitectura-espect¨¢culo. Ejemplos como el Dia:Beacon, a una hora de Manhattan, en una antigua f¨¢brica; el PS1 de Queens, en lo que fue una escuela p¨²blica; o la Colecci¨®n Jumex, en la periferia de M¨¦xico DF, se anuncian como el contrapunto de los museos concebidos como mecas o adornos imprescindibles de cualquier ciudad que aspira colocarse en el mapa. El Musac ensaya un punto medio: por un lado aborda la idea de f¨¢brica de arte, multifuncional, y por otro celebra su poder medi¨¢tico y formal.
Entre la actitud desenfadada del PS1, donde el arte se detiene unos segundos para hacerse visible antes de continuar su curso, y la perfecci¨®n inm¨®vil del MOMA como nevera de arte, el Musac, que podr¨ªa pensarse cercano al Espacio de Arte Contempor¨¢neo de Castell¨®n, el Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona o el Artium de Vitoria, se aleja por la distancia que existe entre el siglo XX y el actual. Los tres a?os de trabajo, los 33 millones de euros y las casi trescientas piezas que forman la colecci¨®n no alcanzan a explicar lo que hasta ahora es la obra m¨¢s representativa de uno de los estudios que con mayor acierto se mueve sobre el tablero local.
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