Ni una gota de emoci¨®n
Sevilla debe una reparaci¨®n de urgencia a Chaikovski. La representaci¨®n de Eugenio Oneguin, presentada anteayer en el teatro Maestranza, ha estado bajo m¨ªnimos en todos los palos: vocal, orquestal y especialmente esc¨¦nico. No ha saltado la chispa de la emoci¨®n en ning¨²n instante. Es un m¨¦rito, desde luego, en un t¨ªtulo tan rebosante de pasi¨®n rom¨¢ntica, con todos los ingredientes necesarios, desde amores no correspondidos a duelos a pistola, para que estalle el melodrama.
De entrada, se hab¨ªan ca¨ªdo del cartel, sin excesivas explicaciones (ya saben, como en los aeropuertos: causas t¨¦cnicas), dos elementos clave: la soprano Cristina Gallardo-Dom?s, en el papel estelar de Tatiana, y la po¨¦tica y sencilla producci¨®n de Graham Vick para el festival de Glyndebourne. Mal se empezaba. Desde el primer cuadro se vio que la propuesta esc¨¦nica de la ?pera de Niza no iba a dar mucho de s¨ª. Es uno de esos trabajos sin direcci¨®n teatral de actores que perfile las caracter¨ªsticas de los personajes inventados por Puchkin, con una escenograf¨ªa colegial y fea de solemnidad, y sin ning¨²n tipo de intencionalidad.
Eugenio Oneguin
De Chaikovski. Con Serg¨¦i Murzaev, Joanna Kozlowska, Valentin Pirovarov, Anna Kirnadze, Serg¨¦i Kunaev y otros. Director musical: Jacek Kaspszyk. Directora de escena: Ruxandra Hagi¨´. Producci¨®n de la ?pera de Niza. Orquesta Sinf¨®nica de Sevilla. Teatro Maestranza, Sevilla, 9 de diciembre.
A estas puestas en escena hace 30 a?os se las consideraba troglod¨ªticas. Imag¨ªnense hoy, con lo que ha evolucionado el factor visual en la ¨®pera. Se desaprovech¨®, por completo, la escena de la carta, y no digamos los dos finales de los actos extremos con los enfrentamientos dial¨¦cticos de la pareja protagonista. Sobre el cuadro del famoso vals, mejor correr piadosamente un tupido velo.
Los cantantes tampoco colaboraron lo m¨¢s m¨ªnimo con sus actuaciones para que la puesta en escena fuese algo secundario. Fr¨ªa como el t¨¦mpano Tatiana, unidimensional en la emisi¨®n Oneguin, desafinando constantemente el tenor. En fin, ?para qu¨¦ seguir?
El ¨²nico consuelo pod¨ªa venir del foso. Pues esta vez ni eso. El director de orquesta confund¨ªa lirismo con lentitud extrema hasta el amaneramiento, y vitalidad con bulla y banalidad. Consigui¨®, y tambi¨¦n tiene su m¨¦rito, que la Sinf¨®nica de Sevilla fuese una orquesta vulgar. Doloroso, verdaderamente. La representaci¨®n transcurr¨ªa con un aburrimiento sopor¨ªfero y se o¨ªan comentarios en los pasillos del pe?azo de ¨®pera a que se estaba asistiendo. Pobre Chaikovski: obtener una respuesta tan desangelada con una de las obras maestras suyas y del siglo XIX. Sevilla debe enderezar r¨¢pidamente este descalabro. Se han visto muchas representaciones mod¨¦licas en los ¨²ltimos a?os en el Maestranza y no se puede bajar la guardia tan ingenuamente.
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