Las recapitulaciones tard¨ªas
Bombitas
Colocar cuatro o cinco petardos en papeleras callejeras para celebrar a su manera el d¨ªa de la Constituci¨®n revela sin sombra de duda el fracaso de los alegres muchachos de ETA, en una especie de pat¨¦tico recordatorio de que todav¨ªa siguen vivos y combativos. Qu¨¦ relaci¨®n hay entre amargar las vacaciones a pac¨ªficos ciudadanos y la supuesta lucha por la liberaci¨®n nacional de Euskadi es algo tan misterioso que roza el gamberrismo de fin de semana de los destrozos habituales del botell¨®n. ?Ideolog¨ªa? M¨¢s bien residuos impotentes de un matonismo en horas bajas que echa mano de lo que puede para seguir con lo de siempre, que es amedrentar al personal. Pero la gente ya ni piensa en todo eso, ¨²nicamente le aburre y le fastidia. ?No qued¨¢bamos en que la Revoluci¨®n tendr¨ªa que ser divertida? No lo es andar enredando con petardos, ni siquiera en Fallas.
Memorias
Cada cual conserva de s¨ª mismo la memoria que le conviene o que considera oportuna, es cierto. Pero el -por otras razones admirable- psiquiatra Castilla del Pino se despacha a gusto en el segundo tomo de su autobiograf¨ªa contra algunos personajes que tal vez merec¨ªan mejor trato, adem¨¢s de ser un libro donde el yo del autor quedar¨ªa a salvo de cualquier reproche. ?La¨ªn? Un arrepentido a medias de su pasado franquista, adicto a la doblez en la conducta, adem¨¢s de insufrible prosista. Como si no fuera, adem¨¢s, un maestro de primer orden de la historia de la medicina. ?Aranguren? Un sujeto con una notable mala leche que ironizaba, por incapacidad, sobre los autores llevados de la compulsi¨®n de completar su obra. ?Juan Benet? Un tipo brillante y dado a la boutade, incapaz de olvidarse de s¨ª mismo y siempre listo para epatar. Y as¨ª casi todo. La memoria es personal y toda conducta es compleja. Acaso m¨¢s que la mente que cree albergarla.
Lluvias
De vacaciones, como quien dice, y sin dejar de llover. Podr¨ªa suponerse que la lluvia convierte casi cualquier movimiento en una premonici¨®n de anciano, por las notables incomodidades que comporta, hasta que se repara en que resulta muy atractiva para ni?os y adolescentes, incluso a orillas de un mar enfurecido por vientos fr¨ªos. Mojarse los pies por una ola m¨¢s arriesgada que la precedente es un engorro para el adulto, pero una diversi¨®n sin l¨ªmite para los ni?os y una emoci¨®n transgresora para el adolescente. En realidad, mojarse a destiempo y quejarse por ello es tal vez uno de los primeros signos de esa madurez algo temerosa que ya valora en todo las consecuencias para la salud. Pero qui¨¦n repara en el fastidio de afecciones leves cuando ve a los j¨®venes empaparse de la lluvia en una playa solitaria y con gaviotas, a los ni?os levantar la cabeza al cielo para recibir la persistencia del chaparr¨®n en plena cara.
Referencias
Nada detestan m¨¢s artistas y escritores, si es que no se trata de la misma tribu de fantasiosos, que verse incluidos por especialistas y ant¨®logos en una misma generaci¨®n, seg¨²n un criterio de relaciones de pertenencia que siempre dista de estar claro y en el que priva la manga ancha. Es posible que Carlos Barral y Gil de Biedma no tuvieran en com¨²n m¨¢s que la afici¨®n por el alcohol duro y una cierta nostalgia de tiempos m¨¢s caballerosos, mientras que es p¨²blico y notorio que Juan Mars¨¦ y Luis Goytisolo no comparten las mismas actitudes vitales. Entre nosotros, Marc Granell camina en solitario, verso a verso, mientras que Ferran Torrent tuvo el buen gusto de deshacerse de una tal Josep Lluis Segu¨ª para hacer su propia obra. Coincidencias de calendario aparte, sin contar el azar de las dedicatorias que se intercambian como los cromos, aqu¨ª cada cual va a la suya, para la severa desesperaci¨®n de los profesores universitarios.
Pol¨ªticas
Es un misterio qu¨¦ entender¨¢ el se?or Gonz¨¢lez Pons por ciencia, lo que seguramente le autoriza a no tener claro tampoco qu¨¦ cosa es la democracia. Lo cierto es que, a prop¨®sito del en¨¦simo revival del asunto de la lengua, ha dicho algo as¨ª como que la democracia est¨¢ por encima de la ciencia. Una f¨®rmula que tiene, por cierto, su versi¨®n norteamericana en el sentido de que all¨ª se desde?a en la ense?anza el evolucionismo a favor del creacionismo. Que se tome por democracia la manipulaci¨®n c¨ªclica del sentimentalismo de algunos valencianos es algo cuando menos inquietante, pero que se supedite la ciencia a las creencias de unos cuantos buscabullas resulta sorprendente en boca de un cargo p¨²blico con estudios universitarios, que adem¨¢s fue algo parecido a conseller de Educaci¨®n. Ser¨¢ que estos pol¨ªticos son acient¨ªficos cuando as¨ª conviene a su peculiar manera de entender la democracia.
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