Investigaci¨®n en enfermedades olvidadas
A casi nadie le sorprende ya escuchar que de cada diez personas que mueren a causa de una enfermedad infecciosa nueve viven en pa¨ªses pobres. Muertes evitables si se contase con el medicamento adecuado.
A la pregunta de por qu¨¦ 2.000 millones de personas no pueden acceder a los medicamentos que necesitan, la respuesta inmediata es la falta de poder adquisitivo para comprarlos. Pero hay m¨¢s razones. Una de ellas es el fallo en el primer eslab¨®n de la cadena que lleva a la curaci¨®n de un paciente: la investigaci¨®n y desarrollo del f¨¢rmaco.
Sabemos que crear un nuevo medicamento, vacuna o m¨¦todo de diagn¨®stico es un proceso caro y muy largo. As¨ª nos lo han contado siempre las grandes compa?¨ªas farmac¨¦uticas, y es cierto. El problema es que justifican los altos precios de los medicamentos utilizando como argumento el alto coste que tiene su investigaci¨®n y desarrollo, cuando gastan dos veces m¨¢s en campa?as de publicidad y marketing. Mientras tanto, los medicamentos no llegan a los lugares donde m¨¢s se necesitan.
Es urgente definir una agenda internacional de prioridades para las enfermedades olvidadas
Por otro lado, millones de personas no pueden curarse porque o no existen f¨¢rmacos para las enfermedades que sufren o son viejos, t¨®xicos e ineficaces ante la resistencia desarrollada por los microorganismos. Las empresas farmac¨¦uticas son empresas privadas que buscan beneficios. ?stos derivan de la venta de sus productos y s¨®lo pueden venderlos cuando hay alguien que puede pagarlos. M¨¢s del 80% de las ventas se producen en pa¨ªses que representan menos del 20% de la poblaci¨®n mundial. Parece l¨®gico que las empresas dediquen pr¨¢cticamente todos sus esfuerzos en encontrar los medicamentos que esa minor¨ªa demanda. Por eso encontramos frecuentes novedades terap¨¦uticas en enfermedades cardiovasculares o metab¨®licas, en productos para frenar la calvicie, combatir el estr¨¦s o mejorar las disfunciones sexuales.
Es comprensible desde la l¨®gica del mercado, pero resulta moralmente inaceptable que sigamos siendo espectadores de tantas muertes evitables con el nivel alcanzado por la ciencia. Si el mercado falla a la hora de cubrir las necesidades de los que est¨¢n m¨¢s enfermos, parte de la responsabilidad es de las empresas farmac¨¦uticas.
?Qu¨¦ papel juega el sector p¨²blico? Cuando se trata de salvar vidas humanas, de garantizar el derecho a la vida y a la salud, ?no ser¨ªa de esperar que utilizara todos los mecanismos a su alcance? No sirve la excusa de que es complicado encontrar soluciones. Lo ocurrido en el a?o 2003 con el SARS (S¨ªndrome Respiratorio Agudo Severo o neumon¨ªa asi¨¢tica) es un ejemplo de que, cuando hay voluntad pol¨ªtica, se pueden encontrar soluciones. El brote de SARS moviliz¨® una cooperaci¨®n internacional sin precedentes y una asignaci¨®n de recursos financieros, cient¨ªficos y pol¨ªticos sorprendente. En pocas semanas los cient¨ªficos hab¨ªan secuenciado el virus e implementado un kit de diagn¨®stico. Gobiernos de todo el mundo, la Organizaci¨®n Mundial de la Salud y el sector privado hicieron todo lo necesario para reforzar los sistemas de salud p¨²blica de modo que pudiesen hacer frente a esta amenaza.
Se echa de menos esta efectiva movilizaci¨®n de recursos contra enfermedades que no s¨®lo son una amenaza del mismo calibre, sino que de hecho matan a millones de personas. La enfermedad del sue?o amenaza a 60 millones de personas en 36 pa¨ªses africanos y provoca anualmente 60.000 muertes. La enfermedad de Chagas amenaza a 100 millones en Am¨¦rica Latina y provoca 50.000 muertes anuales. Para tratar la tuberculosis, que mata a dos millones cada a?o, utilizamos algunos medicamentos que tienen m¨¢s de 60 a?os. Para el dengue o el ?bola simplemente no existe ning¨²n tratamiento disponible.
Los Objetivos de Desarrollo para el Milenio de Naciones Unidas establecen una serie de metas, incluyendo la reducci¨®n de la mortalidad infantil, la mejora de la salud materna y la lucha contra el sida, la malaria y otras enfermedades olvidadas. Pero no se conseguir¨¢n con los medios que utilizan actualmente los profesionales sanitarios. Se requiere el desarrollo de nuevos medicamentos, medios de diagn¨®stico y vacunas adaptadas a las condiciones de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, que sean accesibles y asequibles a sus habitantes. Es una responsabilidad del sector p¨²blico que no puede dejarse en manos del mercado.
Es urgente definir una agenda internacional de prioridades para la investigaci¨®n y desarrollo en salud, un sistema internacional para su financiaci¨®n, implementarla en base a principios de acceso y precios equitativos, as¨ª como establecer y fortalecer los mecanismos de cooperaci¨®n internacionales para intercambiar y transferir los resultados de la investigaci¨®n, el conocimiento y la tecnolog¨ªa.
Para muchos habitantes del planeta puede ser vital, en el sentido literal de la palabra.
Emilia Herranz Montes es presidenta de M¨¦dicos Sin Fronteras en Espa?a.
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