Abre el museo m¨¢s esperado de Catalu?a
El MNAC acoge en Barcelona unas 1.700 obras de arte, desde el siglo XI hasta el XX
"La singularidad de este museo es que no es una suma de individualidades sino que plantea un discurso coherente de un arco temporal amplio de mil a?os que explica la evoluci¨®n de todas las t¨¦cnicas art¨ªsticas en un territorio concreto de Europa, Catalu?a, que se complementa, cuando as¨ª lo permiten las colecciones, con la de otros territorios de Espa?a y de Europa", explica Eduard Carbonell, director del Museo Nacional de Arte de Catalu?a (MNAC), en un descanso de la maratoniana visita por las nuevas salas del museo barcelon¨¦s que hoy vive una jornada hist¨®rica, porque se inaugura la esperada finalizaci¨®n de unas obras que han durado 18 a?os y que han costado 122 millones de euros. "Esto no quiere decir", aclara Carbonell, "que no tenga individualidades importantes. Desde los maestros an¨®nimos de los frescos murales de Sant Climent de Ta¨¹ll a personalidades fuertes como el pintor g¨®tico-flamenco Jaume Huguet, Zurbar¨¢n, Mariano Fortuny, Ram¨®n Casas, Antoni Gaud¨ª, Joaquim Mir o Juli Gonz¨¢lez. Pero lo importante es que el museo plantea un discurso amplio que entrecruza todas las t¨¦cnicas".
El museo re¨²ne todas las artes en su recorrido, desde la pintura mural rom¨¢nica a la fotograf¨ªa
Pintura, escultura, dibujo, grabado, fotograf¨ªa, mobiliario, medall¨ªstica, artes decorativas y numism¨¢tica. Todas las artes reunidas en un solo discurso que aglutina 5.945 obras (4.285 de las cuales son monedas) en 10.500 metros cuadrados de exposici¨®n, en un edificio que cuadruplica esta superficie y cuenta tambi¨¦n con una importante biblioteca de arte que en breve abrir¨¢ al p¨²blico, un prestigioso centro de restauraci¨®n e investigaci¨®n y que, adem¨¢s, est¨¢ dotado ya de todos los servicios de los grandes museos como son librer¨ªa, tienda, biblioteca infantil, dos salas para exposiciones temporales, dos peque?os auditorios, un bar y un restaurante de lujo con vistas panor¨¢micas sobre la ciudad.
Es por ello que tiene sentido hablar de la inauguraci¨®n del museo, aunque desde 1995 estaba abierta ya al p¨²blico la secci¨®n de arte rom¨¢nico, la m¨¢s conocida internacionalmente, y en 1997 abri¨® la dedicada al arte g¨®tico. La oferta ahora se ha multiplicado con las colecciones de Renacimiento, barroco, siglo XIX y XX, y con las colecciones Thyssen, Camb¨® y la de pintura catalana de Carmen Cervera. Tambi¨¦n se exhibe por primera vez de forma permanente una selecci¨®n del fondo de fotograf¨ªa contempor¨¢nea y se presenta una muestra de la evoluci¨®n de la numism¨¢tica.
Las novedades se inician en la planta baja en las salas que, a continuaci¨®n de las de arte g¨®tico, muestran la tard¨ªa llegada del Renacimiento a los reinos hisp¨¢nicos. Lo hace de la mano tanto de piezas flamencas o italianas exportadas ya a principios del siglo XVI como de obras de artistas que como Ayne Bru, Pere Nunyes o Pedro Berruguete incorporaron el nuevo estilo sin perder del todo las reminiscencias g¨®ticas del fondo dorado o la estructura del retablo.
El discurso hist¨®rico se rompe despu¨¦s para mostrar las colecciones del legado Camb¨® y el dep¨®sito de la Fundaci¨®n Thyssen, que hasta hace poco pod¨ªa verse en el Monasterio de Pedralbes de Barcelona. El primero est¨¢ integrado por 48 obras de arte internacional que abarcan desde el Quatrocento italiano a Goya pasando por obras de Tiziano, Sebastiano del Piombo, Rubens, Fragonard, Quentin de la Tour o Tiepolo. El segundo, con 63 obras, pone el ¨¦nfasis en la pintura italiana, centroeuropea y espa?ola, con obras de Pietro da Rimini, Fra Angelico, Hans Mielich, Carracci o Canaletto.
Las dos colecciones est¨¢n separadas por dos ¨¢mbitos en los que se exhiben las pinturas al fresco con las que Annibale Carracci decor¨® a principios del siglo XVII la capilla Herrera de Roma y una peque?a selecci¨®n de las obras del siglo XVI del museo con piezas de El Greco como San Pedro y San Pablo o el Retrato de caballero de Tintoretto.
Estas piezas s¨®lo se hab¨ªan exhibido hasta ahora en muestras temporales, al igual que las obras barrocas que abren el recorrido de las salas del primer piso. El comienzo, con una sala monogr¨¢fica dedicada a Zurbar¨¢n seguida de una secci¨®n dedicada a las piezas de Vel¨¢zquez, Ribera y Ribalta, es potente, si bien despu¨¦s la colecci¨®n decae un poco con obras de factura catalana que se explica por el menor peso pol¨ªtico y econ¨®mico de Catalu?a en los siglos XVII y XVIII. La grandeza de la colecci¨®n vuelve a mostrarse en las salas dedicadas a Fortuny, a las que preceden ¨¢mbitos dedicados al academicismo y el romanticismo. El realismo, que tiene como principal representante a Mart¨ª Alsina, el paisajismo y el simbolismo, dan entrada de forma progresiva al modernismo, uno de los periodos m¨¢s brillantes, y mejor representados en el museo, del arte catal¨¢n. Aqu¨ª el despliegue es amplio, con una sugerente mezcla de mobiliario, esculturas, pinturas, dibujos y carteles de artistas como Gaud¨ª, Dom¨¨nech i Montaner, Ram¨®n Casas, Santiago Rusi?ol, Nonell o Joaquim Mir. El clasicismo del Noucentisme, con piezas de Joaquim Sunyer o Josep Clar¨¤, y las vanguardias, con magn¨ªficas salas dedicadas a las esculturas de Gargallo y Juli Gonz¨¢lez, cierran este recorrido hist¨®rico.
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