Encantados de s¨ª mismos

Son guapos, listos, simp¨¢ticos y buenos profesionales. Y a¨²n m¨¢s importante, saben que lo son, sin que esto los convierta en unos presuntuosos. He ah¨ª lo que define, y lo que hace diferentes, a los integrantes de la pandilla formada por George Clooney, Brad Pitt y Julia Roberts, y el director Steven Soderbergh, amigos fuera y dentro del trabajo, con una complicidad y una empat¨ªa tan aplastante que han sabido transmitirla desde la pantalla al patio de butacas. Ocean's eleven, pel¨ªcula de 2001, fue su prueba de fuego, confirmada ahora con Ocean's twelve.

Las historias donde un grupo de atractivos ladrones de guante blanco se queda con el dinero que alg¨²n potentado ha ido amasando a base de injusticias son un cl¨¢sico del buen rollo, filmes donde el respetable puede dar rienda suelta a su imaginaci¨®n e identificarse con la parte m¨¢s simp¨¢tica. As¨ª que cuando Soderbergh y compa?¨ªa decidieron hace unos a?os unir su glamour en una producci¨®n de este calibre se fijaron en La cuadrilla de los once (Lewis Milestone, 1960), pel¨ªcula menor que s¨®lo se recordaba porque su interpretaci¨®n corr¨ªa a cargo de otra pandilla fuera de la pantalla: el Rat Pack de Frank Sinatra y amigos. Y como su nueva versi¨®n fue m¨¢s que rentable, ahora repiten con semejantes c¨®digos: un heterog¨¦neo grupo de int¨¦rpretes que funciona como un reloj; una hermosa fotograf¨ªa del gran Peter Andrews (seud¨®nimo en el que se esconde el mism¨ªsimo Soderbergh); unos relucientes escenarios (hemos pasado de la hortera Las Vegas a las bell¨ªsimas Amsterdam, Par¨ªs y Roma); una traviesa cr¨ªtica de su propio mundo y de los j¨®venes triunfadores que no saben qu¨¦ hacer con su tiempo y con su dinero y, sobre todo, mucha clase, poder¨ªo y elegancia de gran estrella del cine mundial.

Iron¨ªa

Por suerte, el grupito de Soderbergh se ha olvidado de sus ¨ªnfulas independientes, remilgadas y pedantes, corroboradas en el estrepitoso fracaso que supuso Full frontal (2002), donde los mismos actores se hac¨ªan insoportables, para agarrarse de nuevo al molde del elegante traje reci¨¦n planchado. Y aunque han cambiado de guionista (George Nolfi por Ted Griffin), la escritura sigue manteniendo el mismo estilo ¨¢gil, con unos di¨¢logos basados en la iron¨ªa. Eso s¨ª, el sello pretendidamente sorprendente y demasiado enrevesado de la primera entrega se hace a¨²n m¨¢s barroco en esta segunda, donde llega un punto en el que da exactamente igual qui¨¦n roba a qui¨¦n, por qu¨¦ y c¨®mo lo hace.

Puede que no estemos ante una gran pel¨ªcula. Nos hallamos en una dimensi¨®n aparte, reconocible s¨®lo en el Hollywood cl¨¢sico y, en contadas ocasiones, en la moderna industria americana, el terreno de la seducci¨®n a trav¨¦s del carisma.