Marina analiza en un ensayo la amenaza de la estupidez humana
El autor defiende una raz¨®n cr¨ªtica en 'La inteligencia fracasada'
"Si la inteligencia es nuestra salvaci¨®n, la estupidez es nuestra gran amenaza. Por ello merece ser investigada como el sida", se lee en el nuevo ensayo de Jos¨¦ Antonio Marina (Toledo, 1939), La inteligencia fracasada. Teor¨ªa y pr¨¢ctica de la estupidez (Anagrama). "Trato de responder una pregunta aparentemente sencilla: ?por qu¨¦ una persona inteligente comete tantas estupideces?", explic¨® ayer el autor en la presentaci¨®n de la obra.
Marina califica en su ensayo la estupidez como el fracaso de la inteligencia para evitar el desprestigio de la palabra, convertida socialmente en un simple insulto. Sin embargo, el exceso de estulticia no es para tom¨¢rselo a broma. Sus consecuencias pueden ser terribles. Por lo menos para el autor, quien considera la maldad -se llame dictadura nazi o fanatismo religioso- como una consecuencia de la estupidez. "El fracaso de la inteligencia en el campo privado provoca la desdicha, y en el campo p¨²blico, la injusticia", afirm¨® el autor.
En el ensayo se recogen numerosos ejemplos de los desaguisados hist¨®ricos provocados por grandes l¨ªderes pol¨ªticos, cuya inteligencia nadie pone en duda. "Stalin era muy inteligente y ten¨ªa una gran formaci¨®n, pero era un l¨ªder cruel e injusto. La inteligencia se debe valorar por los problemas que resuelve. La gran inteligencia es aquella que aporta la felicidad privada y la justicia social", apunt¨® el ensayista. Y a?adi¨®: "Mi tesis sostiene que la perversidad es un fracaso de la inteligencia. Se debe distinguir entre inteligencia y su uso. La perversidad es una mala soluci¨®n a un problema. Al final, lo que determina la inteligencia es su buen uso".
La clasificaci¨®n de los fracasos de la inteligencia rese?ados en el libro -enmarcados en ¨¢mbitos varios como la voluntad o los sentimientos- es exhaustiva. El dogmatismo, el fanatismo, el resentimiento, los prejuicios, la envidia, la credulidad, la obcecaci¨®n, los malentendidos, las adicciones, la impulsividad y la indecisi¨®n son algunos de los fiascos glosados por Marina. "S¨®lo existe una inteligencia, que mezcla continuamente informaci¨®n y valoraci¨®n. No podemos separar los sentimientos del conocimiento. La tragedia de la cultura europea ha sido creer que la inteligencia serv¨ªa para conocer, mientras que se despreciaban los sentimientos como algo turbio", dijo el ensayista.
Otro lastre de la cultura occidental, rebatido con vehemencia en el libro, es el de consagrar el malditismo de los artistas como sello de autenticidad. "Dentro de las creencias b¨¢sicas heredadas sobresale aquella que se?ala la obediencia como una gran virtud moral y el sufrimiento como motor creativo imprescindible. Se cre¨ªa que la felicidad no era creadora. Eso no es cierto. El pesimismo, la desdicha y el escepticismo tienen un prestigio social que no merecen. Es muy bonito leer la obra de Kafka, pero ser¨ªa terrible ser Kafka, un escritor que tuvo una vida lastimosa".
A pesar de la persistencia hist¨®rica de la estupidez humana, el autor rehuye el pesimismo. "Soy optimista porque conocemos los ant¨ªdotos necesarios. Este libro es un diagn¨®stico de los fracasos. Muchos de ellos sabemos c¨®mo evitarlos, por ejemplo, con una buena formaci¨®n educativa. Es absolutamente necesario un uso racional y cr¨ªtico de la inteligencia para evitar los fracasos", concluy¨® Marina.
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