Los fines y los medios
Qu¨¦ prefieren tener en los pa¨ªses de al lado, democracias o dictaduras? Democracias, ?verdad? Si son aut¨¦nticas democracias liberales, son m¨¢s beneficiosas tanto para la gente que vive en ellas como para sus vecinos. Entonces, ?por qu¨¦ no fomentar la democracia en los pa¨ªses vecinos? ?O creen que s¨®lo estamos obligados con nuestros compatriotas y s¨®lo tenemos intereses dentro de las fronteras de nuestra propia naci¨®n-estado? Si les deja totalmente indiferentes que los gobernantes de otro pa¨ªs opriman, torturen, envenenen y asesinen a sus rivales pol¨ªticos o a enteros grupos ¨¦tnicos o religiosos dentro de las fronteras de su Estado, no sigan leyendo esta columna. Se ahorrar¨¢n cinco valiosos minutos de su tiempo. Buenos d¨ªas.
Cada vez m¨¢s, la promoci¨®n de la democracia se lleva a cabo en Estados que est¨¢n entre los extremos de la dictadura totalitaria y la democracia liberal
No hay nada que guste m¨¢s a los enemigos de quienes promueven la democracia occidental que tacharles de 'esp¨ªas'
Las elecciones modernas suelen perderse o ganarse en televisi¨®n, y en Ucrania, la mayor¨ªa de los canales estaban claramente a favor del Gobierno
Ah, ?siguen ah¨ª? En ese caso, pasemos a la verdadera pregunta: ?c¨®mo? Ya sabemos c¨®mo no hay que hacerlo: Irak. ?Pero cu¨¢l es el m¨¦todo acertado? ?Qu¨¦ medios hay de promover la democracia que sean eficaces y justificados? Existen monta?as de literatura sobre los criterios para realizar una intervenci¨®n militar; pr¨¢cticamente nada sobre el fomento de la democracia.
La cuesti¨®n se ha suscitado por alguna controversia reciente sobre el papel del dinero occidental en la revoluci¨®n naranja de Ucrania, pero va mucho m¨¢s all¨¢. El Gobierno de Bush ha colocado "la democratizaci¨®n de Oriente Pr¨®ximo en general" entre las m¨¢ximas prioridades de su pol¨ªtica exterior para los pr¨®ximos cuatro a?os. Nosotros debemos decidir c¨®mo responder. ?Estamos en desacuerdo con el fin, o s¨®lo con los medios que propone Washington?
Principios b¨¢sicos
Para impulsar este debate tan importante, he aqu¨ª un intento preliminar de ofrecer varios principios b¨¢sicos:
1. La guerra no se justifica s¨®lo para fomentar la democracia. Es decir, la guerra de Irak fue un error. Habr¨ªa estado justificada, en mi opini¨®n, si Sadam Husein hubiera estado cometiendo un genocidio contra su pueblo cuando decidimos iniciarla, o si de verdad hubiera estado a punto de adquirir armas nucleares; pero no lo estaba, as¨ª que fue un error. Utilizar la necesidad de fomentar la democracia como justificaci¨®n fundamental de esa guerra tiene el peligro de dar mala fama a la democracia.
2. Los esp¨ªas, que se mantengan alejados. Independientemente de que uno piense, o no, que los servicios de inteligencia son un mal necesario en un mundo peligroso, no deber¨ªan tener nada que ver con el apoyo a los dem¨®cratas en otros pa¨ªses. La intervenci¨®n de la CIA puede ser el golpe de gracia -a veces, en sentido literal- para los disidentes. Y no hay nada que guste m¨¢s a los enemigos de quienes promueven la democracia occidental que tacharles de esp¨ªas.
3. M¨¢xima transparencia. Quienes suministran fondos a los que buscan la democracia en lugares no democr¨¢ticos se muestran reacios, a veces, a decir de d¨®nde han sacado el dinero y a qui¨¦n se lo han dado. Tal vez porque les averg¨¹enza reconocer la fuente (con lo que vuelve a acechar el espectro de los esp¨ªas); porque la fuente es totalmente respetable, pero prefiere el anonimato (como les ocurre todav¨ªa a algunos millonarios chapados a la antigua), o, cosa absolutamente leg¨ªtima, porque si revelaran ad¨®nde ha ido el dinero, podr¨ªan poner en peligro la libertad e incluso la vida de los que lo han recibido. No obstante, dejando aparte esta ¨²ltima restricci¨®n, los donantes tienen que revelar todo lo posible y cuanto antes.
Por ejemplo, durante los ¨²ltimos a?os de la guerra fr¨ªa trabaj¨¦ junto con el soci¨®logo Ralf Dahrendorf, el historiador Fran?ois Furet, el escritor sueco Per Wastberg y otros en una organizaci¨®n ben¨¦fica que apoyaba publicaciones de Europa central y del este, entre ellas, revistas y libros clandestinos, o samizdat. El proyecto identificaba con claridad las fundaciones occidentales que colaboraban y, siempre que no pusiera en peligro a los beneficiarios, les ped¨ªamos que reconocieran nuestro apoyo en su publicaci¨®n. Posteriormente contamos todo -incluido lo que no se hab¨ªa podido contar antes- en un libro.
Hoy, si se rebusca un poco, se puede dar con la lista de ONG ucranias a las que apoyan el Fondo Nacional Americano para la Democracia, la fundaci¨®n de George Soros en Kiev y otros donantes. En este caso, la costumbre de la discreci¨®n es s¨®lo parte del problema; tambi¨¦n cuenta la enorme abundancia de donantes y beneficiarios. Me gustar¨ªa mucho leer un estudio exhaustivo e independiente sobre las entradas de dinero en Ucrania. Ahora bien, para que fuera serio y justo, tendr¨ªa que examinar ambas partes, la rusa y la occidental. Y el lado ruso no publica demasiados informes.
4. El contexto lo es todo. Todo depende del tipo de r¨¦gimen con el que se est¨¦ tratando. Lo que habr¨ªa estado totalmente justificado contra Adolf Hitler no lo estaba, ni mucho menos, contra Salvador Allende. Trabajar para derrocar a Milosevic en Serbia no es lo mismo que para derrocar a Mossadeq en Ir¨¢n. Cuando un pa¨ªs pasa -con suerte- de la dictadura a la democracia liberal, las reglas cambian. Por ejemplo, en la mayor¨ªa de las democracias occidentales, incluido Estados Unidos, la financiaci¨®n extranjera de los partidos pol¨ªticos y las campa?as electorales est¨¢ prohibida o muy limitada. (Se puede decir que el Reino Unido es casi una excepci¨®n a este respecto: nuestro refer¨¦ndum sobre la Constituci¨®n europea lo va a decidir seguramente el voto por correo de un australiano nacionalizado estadounidense, Rupert Murdoch).
Hoy d¨ªa, cada vez m¨¢s, la promoci¨®n de la democracia se lleva a cabo en Estados que est¨¢n entre los extremos de la dictadura totalitaria y la democracia liberal, con reg¨ªmenes semiautoritarios y semidemocr¨¢ticos de los que en Latinoam¨¦rica llaman democraduras. El chantaje y la intimidaci¨®n, o la tendenciosidad de las cadenas de televisi¨®n de oligarcas amigos, son tan importantes como cualquier instrumento formal del Estado. En este ambiente poco definido es muy dif¨ªcil establecer normas de circulaci¨®n claras, pero podr¨ªamos empezar por ¨¦stas:
5. Sentido de la proporci¨®n. Igual que se utilizan los argumentos de guerra justa para justificar las intervenciones humanitarias, hay motivos para promover la democracia. ?Pero cu¨¢ndo empieza a ser desproporcionado? El Departamento de Estado estadounidense ha dicho hace poco que, en los dos ¨²ltimos a?os, ha gastado aproximadamente 65 millones de d¨®lares en Ucrania. Otros Gobiernos y donantes independientes occidentales tambi¨¦n han hecho aportaciones considerables. Tengo ante mis ojos un informe publicado en octubre de 2004 por la Fundaci¨®n Soros, en Ucrania, que dice haber asignado a ONG 1.201.904 d¨®lares para "proyectos relacionados con las elecciones". Los donantes aseguran que este dinero occidental no ha ido a parar directamente a la oposici¨®n, sino que ha ayudado a crear las condiciones para unas elecciones libres y justas; eso tambi¨¦n hay que examinarlo con detalle. Mientras tanto, se ha insinuado que Rusia entreg¨® hasta 200 millones de d¨®lares al bando del Gobierno. Las elecciones modernas suelen perderse o ganarse en televisi¨®n, y la mayor¨ªa de los canales estaban claramente a favor del Gobierno. ?Pero cu¨¢nto hace falta para igualar el terreno?
6. Apoyar, no fabricar. Fomentar la democracia tiene que consistir en apoyar a la gente que desea democracia, no d¨®lares. Muchas veces, los que menos democracia tienen son los que m¨¢s la desean. Los datos de un estudio comparativo indican que los habitantes de los pa¨ªses ¨¢rabes son m¨¢s entusiastas de la democracia que nosotros. Sin embargo, es evidente que inundar con grandes sumas de dinero lugares en los que existen pocas iniciativas sociales aut¨®ctonas puede distorsionar las cosas. En Polonia, Solidaridad fue un movimiento completamente propio y genuino que luego obtuvo apoyo de Occidente. Algunas iniciativas posteriores en Europa del Este parecen haber empezado por el rev¨¦s. Un amigo de uno de esos pa¨ªses me comentaba con iron¨ªa: "So?¨¢bamos con la sociedad civil, y conseguimos ONG". En los pa¨ªses ¨¢rabes ser¨¢ todav¨ªa m¨¢s importante, y dif¨ªcil, localizar iniciativas que sean aut¨®ctonas y genuinas.
Repito que ¨¦ste no es m¨¢s que un primer intento de esbozar varios principios. Antes de avanzar m¨¢s, necesitamos m¨¢s hechos. "Los hechos son subversivos", dijo el gran periodista estadounidense I. F. Stone; y tambi¨¦n pueden ser subversivos para los mitos sobre la subversi¨®n.
Entretanto, tenemos que conservar nuestro sentido de la proporci¨®n. La semana pasada, los m¨¦dicos austriacos dejaron claro, m¨¢s all¨¢ de toda duda razonable, que se ha intentado envenenar al candidato de la oposici¨®n ucrania, V¨ªktor Y¨²shenko. Cualquiera que piense que existe una equivalencia moral entre financiar una encuesta electoral y envenenar a un rival pol¨ªtico necesita que le examinen el cerebro.
Traducci¨®n de M. L. Rodr¨ªguez Tapia
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