El 'caso Echevarr¨ªa'
Varios lectores se han dirigido a esta Defensora pidiendo la aclaraci¨®n de unos hechos que consideran sumamente graves. "?Se ha apartado al cr¨ªtico Ignacio Echevarr¨ªa del suplemento Babelia? Si es as¨ª, ?tiene esto algo que ver con el hecho de que su cr¨ªtica a la ¨²ltima novela de Bernardo Atxaga, El hijo del acordeonista, se dirigiera contra uno de los lanzamientos estrella para el oto?o de una editorial, Alfaguara, que pertenece al mismo grupo empresarial de este peri¨®dico?", pregunta desde Vitoria Javier Berasaluce Bajo. "Me parece que los lectores de EL PA?S y de Ignacio Echevarr¨ªa merecemos una explicaci¨®n de lo ocurrido", dice E. L. de Cegama. "Creo que el asunto es lo suficientemente grave y afecta a la credibilidad del peri¨®dico para que la carta abierta de Echevarr¨ªa al director adjunto se despache con un 'sin comentarios", a?ade Segundo Saavedra. Es el resumen de casi una veintena de quejas.
La redactora jefe de Babelia, Mar¨ªa Luisa Blanco, da su versi¨®n de lo sucedido: "El libro de Bernardo Atxaga se program¨® a finales de julio para que protagonizara la primera portada de Babelia de septiembre. La cr¨ªtica del libro se le pidi¨® a Ignacio Echevarr¨ªa. Rafael Conte y Echevarr¨ªa se reparten la cr¨ªtica de los libros considerados m¨¢s importantes, que suelen coincidir con aquellos a los que se les dedica una portada. La de Atxaga se decidi¨® en el contexto de potenciar valores literarios actuales que no hab¨ªan tenido hasta el momento un excesivo subrayado dentro de las p¨¢ginas del suplemento. En esa l¨ªnea se ha dado portada a autores como Ray Loriga, Bel¨¦n Gopegui o Mario Onaind¨ªa.
Desde un punto de vista informativo se consider¨® interesante hacer una entrevista a Bernardo Atxaga por las expectativas generadas en torno a una novela esperada desde hac¨ªa siete a?os, premio de la Cr¨ªtica cuando el libro se public¨® en euskera. Atxaga ven¨ªa avalado, adem¨¢s, por su trayectoria literaria; fue, por tanto, una apuesta expl¨ªcita por el autor. Como es frecuente en el periodismo, no siempre coincide la opini¨®n de un cr¨ªtico o un columnista con un despliegue informativo concreto. En Babelia hay otros precedentes: Sarah Waters, escritora brit¨¢nica, avalada por un enorme ¨¦xito, sali¨® en una doble p¨¢gina con entrevista y una cr¨ªtica negativa de Jos¨¦ Mar¨ªa Guelbenzu. El respeto a la libertad e independencia de la cr¨ªtica lleva a este tipo de divergencias. Despu¨¦s de la publicaci¨®n de la cr¨ªtica de Atxaga, el director, Jes¨²s Ceberio, me pidi¨® p¨²blicamente que comunicara al cr¨ªtico que este peri¨®dico no utiliza 'bombas at¨®micas' contra nadie. As¨ª se lo comuniqu¨¦ y le reclam¨¦ la rese?a de dos libros pendientes desde julio. A las dos semanas envi¨® la cr¨ªtica de uno de ellos, El bosque sagrado, de T. S. Eliot, que el director adjunto, Llu¨ªs Bassets, guard¨® hasta nueva orden. Dos meses y medio despu¨¦s se recibi¨® la carta abierta de Ignacio Echevarr¨ªa".
Esta Defensora ha planteado al director adjunto, Llu¨ªs Bassets, responsable de Opini¨®n y del suplemento Babelia, y destinatario de la carta abierta de Echevarr¨ªa (en la que le ped¨ªa explicaciones por la cr¨®nica retenida, hablaba de censura y aseguraba que el peri¨®dico hab¨ªa defendido a ultranza los intereses del grupo empresarial), las siguientes preguntas:
1. ?Por qu¨¦ Echevarr¨ªa no ha publicado ninguna cr¨ªtica en Babelia desde hace m¨¢s de tres meses? ?Tiene algo que ver con el hecho de que la ¨²ltima que publicara fuera una cr¨ªtica muy negativa del libro de Bernardo Atxaga editado por Alfaguara? ?Tiene raz¨®n el cr¨ªtico cuando afirma que ha sido objeto de una represalia por culpa de esa nota negativa?
2. ?No queda en entredicho, como se?alan algunos lectores, la credibilidad de EL PA?S, cuando entran en colisi¨®n los intereses del grupo empresarial al que pertenece con una cr¨ªtica independiente?
3. ?Por qu¨¦ no se ha publicado la carta abierta de Echevarr¨ªa?
?stas son sus respuestas de Bassets:
1. "Resulta dif¨ªcil sobreponerse al estupor que suscita la lectura de esta novela. Cuesta creer que, a estas alturas, se pueda escribir as¨ª'. Hago m¨ªas estas palabras con las que empezaba Echevarr¨ªa su cr¨ªtica, pero aplicada a lo que ¨¦l escribe. No me parece razonable que en un diario de informaci¨®n general, que pretende hacer un servicio al mayor n¨²mero posible de lectores, se ataque personalmente a un escritor y se haga utilizando adem¨¢s una forma tan cruel. (La versi¨®n original ni siquiera le ahorraba al autor una referencia despectiva a su competencia moral, frase que acept¨® suprimir a sugerencia de la Redacci¨®n de Babelia). Creo que un diario como EL PA?S es ecl¨¦ctico y plural por definici¨®n en cuestiones est¨¦ticas, lo cual no significa que sus cr¨ªticos no lleguen al fondo de las cosas ni tengan libertad para expresar sus reservas o su enmienda a la totalidad de una obra, independientemente de qui¨¦n sea el editor. Su art¨ªculo contra Atxaga llev¨® a interrogarnos sobre el papel de este cr¨ªtico y decidimos congelar por el momento su colaboraci¨®n. Envi¨® semanas m¨¢s tarde una cr¨ªtica cuya publicaci¨®n fue aplazada. Entiendo que la dilaci¨®n molestara a un cr¨ªtico tan reconocido y valorado, y no tengo inconveniente en reconocer que pod¨ªa y deb¨ªa publicarse. Lamento de verdad que ¨¦l mismo haya decidido dar por terminada su relaci¨®n con el peri¨®dico. No ha habido censura. No ha habido despido ni rescisi¨®n por nuestra parte de una relaci¨®n. Ha sido Echevarr¨ªa quien la ha roto sin tantear ninguna otra posibilidad. ?Ha habido limitaci¨®n al derecho a la informaci¨®n y a la libertad de expresi¨®n? Creo sinceramente que no y que en este bloque de derechos y libertades se incluye el de los lectores a elegir el diario que quieren leer y por parte de las empresas period¨ªsticas el de contratar los art¨ªculos que desean ver publicados en sus p¨¢ginas".
2. "Un peri¨®dico tiene la credibilidad que le dan sus lectores. Que la cr¨ªtica est¨¢ mediatizada por los intereses editoriales del grupo empresarial es una opini¨®n que no comparto. Como m¨ªnimo expresada en estos t¨¦rminos".
3. "No creo que una carta abierta dirigida a m¨ª sea la forma m¨¢s adecuada de resolver el conflicto. Cuando la recib¨ª y pens¨¦ que s¨®lo la hab¨ªa dirigido al peri¨®dico -al director, a Babelia y a m¨ª mismo-, expres¨¦ mi deseo de verla publicada. Me convenci¨® de lo contrario su divulgaci¨®n inmediata y masiva en Internet sin conceder siquiera 24 horas al diario para su publicaci¨®n. No creo que EL PA?S deba prestarse como plataforma para una acci¨®n contra el propio diario".
Son explicaciones que el director de EL PA?S, Jes¨²s Ceberio, "comparte y respalda de principio a fin", al tiempo que subraya que "en modo alguno puede hablarse de censura, puesto que la cr¨ªtica se public¨®". El pasado viernes, Ceberio reconoci¨® haber gestionado "muy mal" este "conflicto". Ante la inquietud del Comit¨¦ de Redacci¨®n por la carta de m¨¢s de un centenar de cr¨ªticos, colaboradores y redactores de EL PA?S -publicada ayer en Cartas al Director-, Ceberio lament¨® que "este conflicto, que ya reconoc¨ª haber gestionado muy mal, d¨¦ pie a conclusiones que me parecen desmesuradas y que tratan de extender una sospecha general sobre el peri¨®dico. EL PA?S lleva m¨¢s de 28 a?os ejercitando la libertad de expresi¨®n y de cr¨ªtica, como bien saben los firmantes de la carta que frecuentan sus p¨¢ginas. Por encima de posibles errores, ¨¦se es un compromiso permanente de la direcci¨®n con los profesionales que hacen el peri¨®dico y con los lectores".
Esta Defensora est¨¢ de acuerdo en que el peri¨®dico tiene derecho a escoger los art¨ªculos que quiere publicar en sus p¨¢ginas. El caso es que Echevarr¨ªa hab¨ªa escrito, este mismo a?o, otras cr¨ªticas en id¨¦ntico tono implacable. Y antes hab¨ªa fustigado con dureza a escritores de la talla de Javier Mar¨ªas, sin que -como el propio cr¨ªtico dice en su carta- hasta ahora eso hubiera sido "motivo de reprobaci¨®n". Echevarr¨ªa tambi¨¦n hab¨ªa criticado distintos libros de Alfaguara. Cuatro en este mismo a?o, entre ellos Delirio, de Laura Restrepo, ¨²ltimo premio Alfaguara de Novela. Nunca hubo quejas de censura por parte del cr¨ªtico, quien siempre escribi¨® con absoluta libertad lo que crey¨® conveniente y as¨ª se public¨®.
No se puede hablar, por tanto, de censura. Pero esta Defensora cree que m¨¢s que una "muy mala gesti¨®n" de lo que la direcci¨®n asume como un "conflicto", el desarrollo del mismo ha sido un aut¨¦ntico disparate. No s¨®lo deb¨ªan haberse extremado todo tipo de precauciones para evitar el conflicto y las sospechas, sino que antes que nada debi¨® de hablarse con Echevarr¨ªa en vez de mantener silencio durante tres meses. Si, como ha asegurado Jes¨²s Ceberio, la decisi¨®n no fue prescindir del mismo, "sino congelar la relaci¨®n durante un tiempo", parece de locos haber llegado a una situaci¨®n que ha desembocado en la p¨¦rdida de un cr¨ªtico de prestigio, y dado pie a graves repercusiones para la credibilidad del peri¨®dico.
La discusi¨®n que se podr¨ªa plantear, a juicio de esta Defensora, es si ha existido conflicto de intereses, porque es cierto que dentro de los grandes conglomerados period¨ªsticos existe siempre esa sospecha. Y consecuencias derivadas de ese conflicto.
El Libro de estilo se?ala que la mejor forma de evitar el conflicto de intereses "es la transparencia interna que este peri¨®dico se compromete a mantener". Asimismo dice que, por encima de cualquier otro, prevalecer¨¢ el inter¨¦s del lector; y a?ade que "en las informaciones relevantes de contenido econ¨®mico o financiero referidas a cualquier empresa integrada o participada por el Grupo Prisa se har¨¢ constar que se trata del grupo editor de EL PA?S". En este caso, el Libro de estilo no ayuda a aclarar el problema planteado, porque publicar que la editorial pertenece al Grupo Prisa -que no se hizo- no hubiera resuelto nada. Esta Defensora cree que, de alguna forma, habr¨ªa que establecer unos principios rotundos que, en casos de sospecha de conflicto de intereses por productos relacionados con el grupo empresarial, dejaran bien a resguardo la independencia de las informaciones, especialmente las cr¨ªticas. Nada dudoso que pueda impedir, en palabras de Bassets, que los cr¨ªticos de EL PA?S no puedan llegar "al fondo de las cosas ni tengan libertad para expresar sus reservas o su enmienda a la totalidad de una obra, independientemente de qui¨¦n sea el editor".
Porque si los lectores est¨¢n por encima de todo, es precisamente en casos como ¨¦ste cuando el cuidado ha de ser exquisito. La credibilidad es dif¨ªcil de alcanzar, pero se pierde con facilidad. Y ya se sabe que la mujer del C¨¦sar no s¨®lo tiene que ser honrada, sino tambi¨¦n parecerlo.
Los lectores pueden escribir a la Defensora del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensora@elpais.es), o telefonearle al n¨²mero 91 337 78 36.
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