"He pasado 50 a?os con esta cruz a la espalda"
"Fr¨ªo, miseria, hambre, humillaci¨®n, palos y m¨¢s palos". As¨ª recuerda Octavio Garc¨ªa el a?o que pas¨® en el penal de Tef¨ªa (Fuerteventura). "Fue en 1954. Hac¨ªa 15 a?os que hab¨ªa acabado la guerra espa?ola, y el Gobierno se dijo: 'vamos a limpiar de maricones Las Palmas'. A m¨ª me cogieron porque ped¨ª al hijo de un m¨¦dico que me pagara. Su madre se asust¨® y nos denunci¨® a un compadre y a m¨ª a la polic¨ªa. Era una se?ora de una familia importante, y nos detuvieron a los dos. A su hijo no le pas¨® nada". "Mi ficha lo pone claro: me encerraron por homosexual", explica.
Octavio tiene 73 a?os, pero no olvida el da?o que le hicieron. Ten¨ªa 19 a?os cuando aquella detenci¨®n -la ¨²nica de su vida-. "Fue una chiquillada. Yo siempre fui un ni?o bueno", reflexiona ahora. En Tef¨ªa se salv¨® de los trabajos forzados porque era de constituci¨®n d¨¦bil -padece atrofia muscular en ambos brazos-. "En total ¨¦ramos 90 maricones. Pasaban el d¨ªa cargando piedras, haciendo muros, sacando agua del pozo. Era como un campo de concentraci¨®n pero sin c¨¢mara de gas". A ¨¦l le protegi¨® un maestro "porque hab¨ªa trabajado de monaguillo" y se sab¨ªa los Evangelios, recuerda.
Cuando sali¨® en 1955 tuvo que cumplir dos a?os de destierro en Telde, a 10 kil¨®metros de la capital. "Yo viv¨ªa en Las Palmas, y s¨®lo iba a la comisar¨ªa a firmar los papeles", se?ala con picard¨ªa.
Despu¨¦s de pasar por el penal s¨®lo pudo dedicarse a "salir adelante". "Hab¨ªa sido sacrist¨¢n y repartidor de pan, pero tuve que cambiar de trabajo. Volv¨ª a casa, pero mi madre ten¨ªa un car¨¢cter muy fuerte y nunca pude hablar con ella de aquello. As¨ª que me fui a vivir mi vida. Con antecedentes era casi imposible trabajar legalmente. Le llev¨¦ las cuentas a un joyero que vend¨ªa a plazo a las prostitutas. Tambi¨¦n estuve en un hostal de se?oritas de tapadillo. Hice de todo hasta que conoc¨ª a un se?or que me tom¨® de mayordomo. Con ¨¦l viaj¨¦ por toda Espa?a y Europa", cuenta.
Octavio vive ahora de sus ahorros y una pensi¨®n de orfandad (unos 420 euros al mes). "El apartamento donde vivo es m¨ªo. Y tengo una ahijada con tres ni?os a la que ayudo cuando puedo; le doy 150 euros al mes".
Su mayor ilusi¨®n actual es una biograf¨ªa que le est¨¢ escribiendo Miguel ?ngel Sosa. "Han sido 50 a?os con esta cruz a la espalda. Con esa amargura, aquella tristeza, el a?o y todo lo que perd¨ª de mi vida. Contarlo todo ahora es una liberaci¨®n", resume. El t¨ªtulo ser¨¢ una declaraci¨®n: Viaje al centro de la infamia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.