Flores a Valent¨ª Almirall
En el centenario de su muerte, he visitado la tumba de Valent¨ª Almirall Llozer (Barcelona, 1841- 1904), el fundador del catalanismo. En el desolado recinto de panteones del cementerio de Poblenou, el nicho a ras de suelo recibe el ¨²nico homenaje de un sencillo ramo de flores familiar, a la sombra de la capilla de una adinerada familia barcelonesa. No est¨¢ muy lejos la que erigi¨® en 1865 el marqu¨¦s de Casa Brusi, editor del Diario de Barcelona, con signos visibles de abandono. S¨®lo el busto cercano de Josep Anselm Clav¨¦, con una corona de la federaci¨®n de coros que lleva su nombre, evoca el tipo de sociedad por que luch¨® aquel singular e inclasificable hombre libre.
Aun siendo su aportaci¨®n m¨¢s trascendental, la primera definici¨®n y organizaci¨®n del catalanismo no basta para expresar la rica personalidad de Almirall, que permaneci¨® soltero gran parte de su vida. Fue beneficiario de dos herencias: la de su padre, comerciante de perfumes, y por v¨ªa materna las de dos t¨ªos abuelos: el ¨²ltimo inquisidor de Barcelona, Jos¨¦ Llozer, y el bar¨®n del Papiol, Joaqu¨ªn Cebri¨¤. Pudo financiar una vasta actividad pol¨ªtica y cultural, entre la que destaca la creaci¨®n del primer diario en lengua catalana, el Diari Catal¨¤ (1879-1881), hace 125 a?os, y legar a Barcelona la Casa Llozer, m¨¢s tarde derribada para la ampliaci¨®n del Ayuntamiento.
La formulaci¨®n del catalanismo como doctrina pol¨ªtica es el resultado de su evoluci¨®n durante 13 a?os en las filas del Partido Republicano Democr¨¢tico Federal, al que se adhiere tras la revoluci¨®n de septiembre de 1868, al frente del Club dels Federalistes. Se convierte en el dirigente del ala radical e intransigente, que defiende el reconocimiento de las antiguas regiones hist¨®ricas frente al federalismo racionalista y abstracto de Francesc Pi Margall. Publica un diario propio, El Estado Catal¨¢n (1869-1870), que edita de nuevo en Madrid en 1873, durante la I Rep¨²blica. Entre ambas fechas, hay dos episodios poco recordados de la vida p¨²blica de Almirall. Impulsa la creaci¨®n del semanario sat¨ªrico La Campana de Gr¨¤cia (1870-1934), el peri¨®dico de m¨¢s larga vida en lengua catalana, como reacci¨®n del republicanismo unido tras el asalto de la villa de Gr¨¤cia, ordenado por el capit¨¢n general, en una revuelta popular contra las quintas. Como hombre de gobierno, dirige y reforma con criterios modernizadores la vieja Casa de la Caridad siendo Josep Anselm Clav¨¦ presidente de la Diputaci¨®n de Barcelona. La etapa m¨¢s conocida de la vida pol¨ªtica de Almirall comienza con la celebraci¨®n del primer Congr¨¦s Catalanista, en 1880, el a?o anterior a su ruptura con Pi Margall. Prefiere impulsar un proyecto pol¨ªtico catalanista de inspiraci¨®n federal a quedar como un sector minoritario del partido republicano federal espa?ol, que afronta con graves dificultades su reconstituci¨®n tras el fracaso de la I Rep¨²blica.
Funda el Centre Catal¨¤ (1882-1894), como primera entidad del catalanismo, planteado como un movimiento plural e interclasista. Redacta el c¨¦lebre documento conocido como Memorial de greuges, que es presentado en audiencia privada al rey Alfonso XII, en Madrid, el 10 de marzo de 1885, por una comisi¨®n de notables. Sus fines inmediatos son la defensa del derecho civil catal¨¢n y el proteccionismo econ¨®mico. Publica su obra doctrinal Lo catalanisme (1886), pero el movimiento muestra s¨ªntomas graves de desuni¨®n, agravados al a?o siguiente, por la enfermedad de Almirall. A la disparidad interna de intereses y creencias se a?ade la hostilidad manifiesta de los partidos espa?oles y las dificultades surgidas del personalismo del fundador.
La figura y la obra de Valent¨ª Almirall, que en los a?os ochenta del siglo XIX alcanza una notoriedad popular nunca exenta de pol¨¦mica, son bien conocidas gracias a las sucesivas aportaciones de Josep Maria Figueres, de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, y de Josep Pich i Mitjana, de la Universidad Pompeu Fabra (¨¦ste ha creado, adem¨¢s, un interesante sitio web de homenaje: www.upf.edu/bib/expo/almirall). La actualidad de su pensamiento y de sus propuestas pol¨ªticas y sociales, que la investigaci¨®n hist¨®rica pone de relieve, ha trascendido poco al plano pol¨ªtico e institucional en el centenario de su muerte.
Librepensador, antimilitarista, divulgador del positivismo y del evolucionismo, mel¨®mano, cr¨ªtico de la pena de muerte, partidario de mejorar la relaci¨®n del hombre con la naturaleza y de los viajes como forma de conocimiento y de superaci¨®n del localismo, conocedor de otras lenguas, descuidado en el vestir, defensor del avance cient¨ªfico y t¨¦cnico, promotor de la literatura moderna y comprometida y de la traducci¨®n de los cl¨¢sicos grecolatinos, partidario de una econom¨ªa mercantil y no s¨®lo productiva, militante de la Renaixen?a popular y del "catal¨¤ que ara es parla" como sus amigos Frederic Soler, Pitarra, y el editor Inocencio L¨®pez, todos ellos son rasgos de una personalidad exuberante, con la aureola aventurera de una fuga por mar desde una c¨¢rcel balear hasta el norte de ?frica. El primer l¨ªder del catalanismo se inspiraba en los modelos de constituci¨®n federal de EE UU y de Suiza, a la vez que tomaba como referencia movimientos nacionales en ascenso, como el irland¨¦s bajo la corona brit¨¢nica y el h¨²ngaro bajo el imperio austriaco. A su muerte todos los partidos reclamaron para s¨ª su legado doctrinal, en lo que Josep Pich i Mitjana considera una muestra "de la complejidad polifac¨¦tica de su discurso".
Enric Prat de la Riba, fundador de la Lliga Regionalista (1901) y autor de La nacionalitat catalana (1906), desde presupuestos religiosos y conservadores alejados del republicanismo librepensador, fue en 1896 secretario de la junta directiva presidida por Valent¨ª Almirall en el Ateneo Barcelon¨¦s y no dej¨® de reconocer su importancia originaria. Desde este rinc¨®n desolado del antiguo primer cementerio general de Barcelona es inevitable recordar la enfermedad, la amargura y la soledad de sus ¨²ltimos a?os, cuando Valent¨ª Almirall era visto por unos como demasiado catalanista y por otros como demasiado republicano. Algo de aquel desencaje parece pesar a¨²n sobre su memoria.
Jaume Guillamet es decano de Periodismo de la Universidad Pompeu Fabra.
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