Es hoy
Si no fuera porque quien sufre este contencioso es la lengua propia de los valencianos, y con ella, el conjunto de usuarios que le somos fieles, dir¨ªa que, a los efectos del an¨¢lisis del conflicto, resulta un tema apasionante e ilustrativo de c¨®mo una democracia ya mayor de edad se resiste a resolver un problema antiguo que, adem¨¢s, dispone de la perspectiva t¨¦cnica (la unidad) para aprovecharla y mitigar con ella el aspecto emotivo (secesionismo) que la atenaza.
Digo que es apasionante porque cuando se hurgue en las hemerotecas dentro de veinticinco o cincuenta a?os, se descubrir¨¢ algo impresionante que no podr¨¢ explicar el verdadero estado de la cuesti¨®n de la (que fuera) lengua propia de este pueblo, pues unos interpretar¨¢n que el celo onom¨¢stico que estos d¨ªas hace furor parec¨ªa indicar que de tanto como la quer¨ªan, a aquella lengua, ni siquiera quer¨ªan compartir su nombre tradicional (valenciano) con ning¨²n otro (catal¨¢n), por m¨¢s que la ciencia, la historia, el sentido com¨²n y el propio inter¨¦s en aglutinar fuerzas frente a los idiomas invasores (ahora ya, tambi¨¦n el ingl¨¦s) as¨ª lo recomendase; otros, por el contrario, advertir¨¢n que aquellos acontecimientos (los de estos d¨ªas), formaban parte de un fatum cuyo final sabido era la desaparici¨®n de aquella lengua como instrumento de comunicaci¨®n normal entre valencianos, y que nada pudo impedir el desenlace de desesperanza y frustraci¨®n.
Mientras tanto, y para ajuar de las hemerotecas donde hurgaremos dentro de un lustro, o de medio siglo m¨¢s, consignaremos que creamos una Acad¨¨mia para que no hablase, pactamos resolver los asuntos entre gente de letras, pero las espadas no les dejaron, y fuimos tan puros en la onom¨¢stica que perdimos el hilo y el ovillo. Porque eso es lo que estamos escribiendo, con tanto ditirambo legal, tanto informe y contra-informe, tantas prisas, tantos aspavientos y tan poca capacidad de decidir nuestro propio destino.
Ni la AVL puede trabajar interferida por la agenda pol¨ªtica de ERC, ni la urgencia de llamarle al valenciano s¨®lo as¨ª o, adem¨¢s, catal¨¢n; ni el prurito de burlado que esgrime el Gobierno valenciano; ni los miedos a las encuestas o a los competidores pol¨ªticos justifican el proceso de dinamitaci¨®n de la AVL que el conjunto de todo ello podr¨ªa llegar a provocar.
Para alguien que se siente desde el principio como el amigo que la AVL tiene en la sociedad civil valenciana, hubiera sido m¨¢s provechoso obtener del Gobierno valenciano una adhesi¨®n presupuestariamente generosa al establecimiento del requisito ling¨¹¨ªstico y de nuevas y consensuadas pol¨ªticas a favor del prestigio de la lengua propia de los valencianos, que persistir en ese modesto orgasmo intelectual que a los que sabemos leer, escribir, dialogar, crear, ense?ar y sentir en esta sagrada lengua que hemos heredado de nuestros mayores a pesar de que todo fue para que eso no ocurriera, nos puede producir que una instituci¨®n de la Generalitat Valenciana diga mediante circunloquios, prudentes rodeos y precauciones que a esta lengua se le puede llamar tambi¨¦n de otra manera y que, adem¨¢s, s¨®lo por esta vez, y punto, y para uso t¨®pico, o externo, o como se diga, mientras desde las almenas del Palau se le dispara a mansalva.
Porque el problema no es que quienes siempre hemos estado en eso ahora vayamos a desmayarnos de gusto ante este acto de justicia, no. El asunto es c¨®mo convencer al resto de que hay que reivindicar un calendario propio, para andar aqu¨ª, sin dar pasos atr¨¢s, ni perder a cada bugada un llen?ol.
Vicent.franch@eresmas.net
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