Perdimos a Don Beltrane
Dice el romance viejo en versi¨®n de Tirso que todo iba "hasta que en una vereda/ con la grande polvareda/ perdimos a Don Beltrane". (Claro que, el grupo "iba" ya desnortado, camino de Toledo.) Bueno, algo de esto parece sucedernos. Tantos a?os a vueltas con lo accesorio, que hemos perdido la cosa, la sustancia, el sentido pragm¨¢tico de la realidad, para irnos por los cerros de la ret¨®rica. Ten¨ªamos un plan Ibarretxe. Ahora tenemos adem¨¢s un Documento Guevara. Y bien que lo siento. Lo siento por la vereda, por los cerros, por lo que eso representa, y lo siento muy sinceramente por las personas que lo protagonizan.
Desde las generales, en el PSE-EE se convencieron de que les faltaba cierto marchamo de "vasquidad". Luego, se encontraron con el ¨¦xito relativo de Maragall y el tripartito. Y, tambi¨¦n en este caso, se fijaron en la espuma mientras descuidaban la sustancia, la pol¨ªtica. (Entre tanto, el president se marcaba una por soleares con aquello de la convergencia de su proyecto y el plan Ibarretxe, sin por ello perder de vista la cosa, el asunto. Los vascos son parad¨®jicos -dec¨ªa- pueden ser el ombligo de Espa?a o su grano. Catalu?a, no; Catalu?a, "tiene otra dimensi¨®n", sabe que tiene su centro aeron¨¢utico en Toulouse y el log¨ªstico en Zaragoza. La cosa.) Pues bien, sin reparar en ello, en el sentido pragm¨¢tico que tiene la pol¨ªtica, los socialistas vascos quieren recorrer el Camino Maragall... pero sin disimulos; as¨ª, a las claras, y sin nada debajo. Un programa hecho para adolescentes (con perd¨®n de ¨¦stos): clarito y sin trampa. Y, ?del pez? Nada se sabe. ?Qu¨¦ hay del plan de infraestructuras, qu¨¦ de la sanidad, qu¨¦ del parque inform¨¢tico, qu¨¦ hay de la apuesta por la Europa de las ciudades y la sociedad de la informaci¨®n? Nada... o no se sabe. El propio Maragall les daba un repasito el lunes. Con banderas y federaciones deportivas, dec¨ªa, no se hace pa¨ªs, lo que cuenta son las pensiones, la vivienda, el d¨ªa a d¨ªa.
El caso es que quien ha trabajado en ello, quien le ha dado nombre, es un fuerista del siglo XXI. Alguien que, ante el fuero o el huevo, se ha quedado siempre con el huevo y con el fuero, con los dos. Como propuesta gen¨¦rica a discutir, no est¨¢ mal. Pero la inoportunidad es evidente. Y, sobre todo, la falta de pericia: se traslada el debate al terreno del contrario. Y ah¨ª, entre "el original" y la "copia", el personal prefiere el original. Por lo dem¨¢s, hay un modo seguro de que un proyecto constituyente no prospere, y es hacerlo motivo de discordia y asunto partidario en una campa?a electoral. ?Naci¨®n o comunidad nacional? En fin, grande polvareda. Por econom¨ªa de lenguaje, yo me quedar¨ªa con naci¨®n.
El plan Ibarretxe tiene otros elementos perversos, cierto. Por ejemplo, ponerse en manos de los c¨ªnicos. V¨¦ase lo ocurrido en Comisi¨®n: basta la abstenci¨®n de Otegi "por no obstaculizar el debate", para que quiebre el espinazo de unos y otros. El domingo y parte del lunes, Patxi L¨®pez ocup¨® discretamente los medios. Pero ha bastado que S.A. se abstuviera para que se organice el gran alboroto. ?Qu¨¦ ocurrir¨¢ cuando el d¨ªa 30, ¨¦stos, "para enterrar definitivamente el Estatuto", cedan los dos votos necesarios al Plan? Crujir de dientes en el PNV, en el PSOE, y entre todos nosotros. Sobre todo, entre nosotros (y eso que uno no es un "miedica").
El escenario se mueve. (Es lo que dice Deia, el Plan ha hecho que Batasuna y el PSE recapaciten. Falso. A Batasuna le queda s¨®lo una reflexi¨®n digna: hacer que ETA entregue sus armas.) Se mueve, pero se mueve para mal. La plataforma socialista est¨¢ ya desactivada antes de nacer. Y era buena. Pero debi¨® insinuarse, transmitir el clima durante las elecciones, y centrar el debate durante ellas en el huevo, en la cosa, en un sentido pragm¨¢tico de la pol¨ªtica. Y mover ficha tras las elecciones (sin desestimar una coalici¨®n de gobierno con el PP, que el PSE sabotea con pueril bajeza en ?lava).
Hoy el ¨¢ngel de la historia benjaminiano nos arrastra a un oscuro callej¨®n, con un Plan aprobado e inoperante, legitimidades enfrentadas, falta de cr¨¦dito y una Europa en la lejan¨ªa. Entre tanto, los socialista se auto-inmolan a base de entrega y entusiasmo.
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