La tercera v¨ªa

Entre el Disney de animaci¨®n tradicional (seguido en Espa?a, por ejemplo, con El Cid) y la fantas¨ªa en tres dimensiones (3-D) de la casa Pixar (imitada aqu¨ª en pel¨ªculas como Pinocho P3K) hay una tercera v¨ªa: el regreso al origen de la animaci¨®n y el tratamiento de temas impensables en otras pel¨ªculas del g¨¦nero destinadas a los ni?os. Justo lo que ha hecho el director dan¨¦s Jannik Hastrup en El ni?o que quer¨ªa ser un oso, basada en unos dibujos de apenas unos trazos y con una animaci¨®n m¨ªnima.

Lo primero que habr¨ªa que preguntarse ante una historia como ¨¦sta es si est¨¢ recomendada a los ni?os, cuesti¨®n que buena parte de la pedagog¨ªa moderna rechazar¨ªa de plano (quiz¨¢ de forma exagerada). El ni?o que quer¨ªa ser un oso, basada en el dicho "no eres de quien naces sino de quien te haces", narra las desventuras de un ni?o robado por un oso a los esquimales siendo un reci¨¦n nacido y entregado a la pareja de aqu¨¦l (digamos, mam¨¢ osa) para sobrellevar la pena de la reciente muerte de su cr¨ªa (por cierto, los dibujos no se ahorran el cad¨¢ver del osito muerto desparramado en la nieve). Un conflicto que comienza recordando al John Ford de Centauros del desierto (1956), pero que tras los sucesivos cambios de ambiente del cr¨ªo y, sobre todo, los asesinatos entre ambas familias, a lo que termina pareci¨¦ndose es a los hijos de las dictaduras latinoamericanas que fueron a parar a brazos de los militares que liquidaron a sus verdaderos progenitores. Todo ello, en un tono y con unos dibujos aparentemente ingenuos que, sin embargo, no evitan, por ejemplo, mostrar un plano cenital con un cad¨¢ver rodeado de un gran charco de sangre. Los sucesivos festivales internacionales por donde ha pasado El ni?o que quer¨ªa ser un oso han avalado su propuesta con una buena cantidad de premios. Este cronista, despu¨¦s de reflexionar largo y tendido, s¨®lo acierta a afirmar que la pel¨ªcula podr¨ªa ser un excelente experimento de formaci¨®n pedag¨®gica.