"Ser escritor implica tratar de comprender que vivimos en tiempos peligrosos"
La entrevista tiene lugar en Amster Yard, un edificio hist¨®rico en el centro de Manhattan, hoy sede del Instituto Cervantes, a dos manzanas de la calle 47, arteria en la que transcurre toda la acci¨®n de Cosm¨®polis. Don DeLillo, nacido en el Bronx en 1936, se presenta con cazadora y gorra de b¨¦isbol. Durante la conversaci¨®n, transmite una curiosa sensaci¨®n de invisibilidad, casi como si no estuviera en la habitaci¨®n. Despu¨¦s de que se ha ido se percibe en su plenitud su hondo calado humano.
PREGUNTA. ?Es la literatura un intento de vencer a la muerte?
RESPUESTA. Posiblemente s¨ª. Es una cuesti¨®n filos¨®fica... en la que no pienso deliberadamente, aunque es obvio que aflora de manera sostenida en mi trabajo. La muerte es el gran tema de mis novelas. Lo domina todo, sea de forma expl¨ªcita o velada, aunque est¨¦ agazapada en un rinc¨®n. La creaci¨®n de lenguaje es un acto de fe en virtud del cual el escritor busca trascender lo ordinario; a la postre, eso se traduce en un intento de trascender la muerte. Acabo de poner punto final a una obra de teatro cuyo asunto central es la muerte. No es algo buscado; surge espont¨¢neamente cuando escribo, cuando pienso, cuando paso a?os entregado a un libro: hela ah¨ª, al fondo, agazapada, pidiendo que alguien la entienda y logre trascenderla. Y nosotros, los seres humanos; nosotros, los escritores, somos tan ingenuos que creemos que lo podemos conseguir.
"Los terroristas, los dictadores y los tiranos han arrebatado la narrativa del mundo a los escritores"
P. ?A qu¨¦ obedece la presencia continuada de terroristas en sus novelas?
R. Desde un principio asum¨ª que ser escritor implicaba tratar de comprender el hecho de que vivimos en tiempos peligrosos. En esencia, el sentido de mi trabajo no es otro que afrontar ese reto. Todav¨ªa no me hab¨ªa formado como escritor cuando tuvo lugar un acontecimiento hist¨®rico que me marc¨®: el asesinato del presidente Kennedy. Las consecuencias de aquella acci¨®n violenta hicieron mella en la cultura de nuestro tiempo: suspicacia, miedo, paranoia, la sensaci¨®n de que el curso de la historia est¨¢ en manos de fuerzas ocultas. Mis novelas recogen los ecos del impacto de aquel hecho emblem¨¢tico. Si tachar a Lee Harvey Oswald de terrorista es adecuado o no, es cuesti¨®n de terminolog¨ªa. Lo que no se puede negar es que su acci¨®n desencaden¨® un sentimiento de terror colectivo que impregn¨® la cultura. El novelista es testigo del terrorismo y tiene que responder. Por otra parte mi escritura tiende a ser violenta, no sabr¨ªa explicar muy bien por qu¨¦.
P. ?Por qu¨¦ suele afirmar que la narrativa del mundo ha dejado de ser propiedad de los escritores?
R. Se la han arrebatado los terroristas, los dictadores, los tiranos. En ¨¦pocas de menor complejidad, lo que yo llamo "la narrativa del mundo" estaba en manos de los grandes novelistas. La escritura de Dickens dimanaba directamente de su ¨¦poca, a la vez que la defin¨ªa. Los dos ¨²ltimos escritores cuya obra permit¨ªa asomarse a la manera de pensar y de sentir de un periodo fueron Kafka y Beckett. La lectura de Kafka ofrece una clave para comprender algo acerca de la naturaleza de la vida, del pensamiento, de la psicolog¨ªa de su ¨¦poca. No se puede decir algo semejante de los novelistas de hoy. El peligro que define nuestra ¨¦poca es de ¨ªndole muy extra?a. El terrorismo ha suplantado los temores de la guerra fr¨ªa. Su amenaza afecta a nuestra intimidad de manera inmediata.
P. ?Qu¨¦ significa escribir para usted?
R. Cuando era joven escrib¨ªa para dar expresi¨®n a lo que me rodeaba. A estas alturas, escribir no es s¨®lo lo que hago, sino lo que soy. Para m¨ª, escribir es vivir. Hay un componente po¨¦tico. Como escritor, busco crear un lenguaje que sea bello y preciso. Me interesa el aspecto material del mundo: describir el tiempo atmosf¨¦rico, los rostros de la gente, la habitaci¨®n que ocupa un personaje. Ah¨ª radica el n¨²cleo de mi ficci¨®n. Muchos novelistas de hoy, novelistas importantes, tienen una visi¨®n ensay¨ªstica de la escritura. Yo necesito ver gente, percibir colores, escuchar sonidos. En este sentido sigo siendo un escritor tradicional.
P. ?Ve su carrera como una continuidad o hay rupturas?
R. La veo como una continuidad, dentro de la que sobresalen dos novelas, ambas hist¨®ricas: Libra, en torno al asesino de John Kennedy, y Submundo. Tuve que sentir el desaf¨ªo de la historia antes de dar el paso de escribir libros as¨ª. Soy consciente de la estima de que goza Ruido de fondo, pero su escritura no me exigi¨® tantos sacrificios como esas otras dos.
P. Treinta a?os despu¨¦s de su publicaci¨®n original, acaba de aparecer la primera versi¨®n en castellano de Jugadores.]]>?Qu¨¦ les dir¨ªa a sus lectores?
R. Como en todas mis novelas, hay una preocupaci¨®n por el lenguaje, que en este caso refleja el de un tipo social para el que entonces se carec¨ªa a¨²n de nombre. Me refiero a los "yuppies". Puse mucho cuidado en reflejar su manera de hablar, que es s¨ªntoma de toda una manera de entender la vida. A la postre, de lo que se trata es de mostrar una forma de comportamiento carente de seriedad, que acaba por acarrear graves consecuencias a los protagonistas, entre otras cosas porque le dan la espalda al hecho de que nos ha tocado vivir una ¨¦poca que es muy peligrosa.
P. ?Fue laboriosa la gestaci¨®n de Submundo?]]>
R. Inicialmente, me propuse escribir un relato sobre un determinado partido de b¨¦isbol que tuvo unas connotaciones muy especiales, pero enseguida descubr¨ª lo mucho que se ocultaba tras aquella historia.
P. ?Qu¨¦ sentido le da al t¨¦rmino "contrahistoria" en el contexto de esa novela?
R. Uno de los grandes temas de Submundo es la noci¨®n de conflicto. En un sentido primario, se trata de la guerra fr¨ªa, que ocupa una buena parte de la novela, pero adem¨¢s del conflicto hist¨®rico, est¨¢n las consecuencias de la guerra fr¨ªa y c¨®mo afect¨® a la gente en su manera de sentir y de pensar. La gente tuvo que seguir viviendo a trav¨¦s de aquella crisis hist¨®rica. El partido de b¨¦isbol que abre la novela es una forma de contrahistoria, en el sentido que le doy al t¨¦rmino. La gente de a pie tiene que vivir a la contra de la Historia, trascendi¨¦ndola, protegi¨¦ndose de ella.
P. ?Qu¨¦ escritores considera afines a usted?
R. Normalmente se asocia mi nombre con los de William Gaddis y Thomas Pynchon, escritores que admiro profundamente. Casi nadie se da cuenta de la importancia de Norman Mailer, que fue una fuente de inspiraci¨®n importante para m¨ª cuando era joven, sobre todo en los sesenta. Mailer escrib¨ªa una ficci¨®n arriesgada y se involucr¨® hasta los tu¨¦tanos en el revuelo de la ¨¦poca. Mailer es alguien a quien siempre vale la pena escuchar y leer. Es una fuerza en la cultura, y sigo admir¨¢ndolo mucho.
P. ?C¨®mo es su relaci¨®n con las palabras?
R. Para m¨ª tienen una cualidad escultural. Es una de las razones por las que escribo a m¨¢quina. Necesito ver c¨®mo esculpen el papel, qu¨¦ huella dejan al golpearlo. La forma misma de las letras me parece importante. Cuando escribo una frase, no me fijo s¨®lo en cuestiones de sonido, ritmo y forma, de c¨®mo abrirla y cerrarla. Me interesa el aspecto visual de la escritura, letra a letra, palabra a palabra. A veces se dan relaciones internas, como cuando un vocablo contiene a otro en su seno.
P. ?Podr¨ªa hablar de su inter¨¦s por el ¨¢mbito de lo no verbal?
R. Es la cara oculta de la luna, el reverso de las matem¨¢ticas. Frente a la claridad del lenguaje matem¨¢tico, lo inefable. Los dos extremos est¨¢n misteriosamente conectados. Mi inter¨¦s por lo que hay m¨¢s all¨¢ del lenguaje proviene de Herman Broch y el Rilke de la novena eleg¨ªa del Duino. Como escritor, me interesa explorar lo que el lenguaje no puede alcanzar. En Los nombres se cometen actos violentos inspirados por el alfabeto. Se busca la coincidencia entre un nombre de lugar y el de una persona, y ello decide la muerte violenta de ¨¦sta. Por supuesto que se trata de una conexi¨®n demencial, pero a la vez, es muy posible ver en ello un emblema aislado de lo innombrable. Muchas veces me he preguntado si no es eso lo que les acaece a los terroristas. Enajenados de la cultura y de la historia, llega un punto en que pierden de vista toda motivaci¨®n pol¨ªtica o religiosa para convertirse en meros asesinos a sangre fr¨ªa.
P. ?Cu¨¢les son los ejes de la reflexi¨®n acerca de la naturaleza del tiempo que efect¨²a en Body Art?]]>
R. Einstein dijo que el tiempo era una ficci¨®n. Mi intenci¨®n era crear una ficci¨®n que pusiera de manifiesto esa verdad. ?Cu¨¢l es la esencia del tiempo? Seg¨²n los f¨ªsicos es un continuum.?Qu¨¦ mecanismos gobiernan su funcionamiento? ?Existen distintas clases de tiempo? Por supuesto, no se trataba de escribir un ensayo acerca del tiempo, sino de llevar adelante una exploraci¨®n narrativa a trav¨¦s de personajes vivos. Entonces se me ocurri¨® crear a M¨ªster Tuttle, cuyo lenguaje es diferente al del resto de los mortales porque su experiencia del tiempo tambi¨¦n lo es. Fue un libro dif¨ªcil de escribir y creo que tambi¨¦n es dif¨ªcil de leer.
P. ?Y en cuanto al tiempo en Cosm¨®polis?]]>
R. En ese caso me interesaba la relaci¨®n entre tiempo y capital. La ecuaci¨®n tradicional se ha invertido. El tiempo ya no es oro -dinero- sino al rev¨¦s: el dinero es una forma del tiempo. El poder del dinero condiciona nuestra percepci¨®n del tiempo. Existen fuerzas impersonales que modelan oscuramente nuestra percepci¨®n, nuestra manera de vivir. Cosm¨®polis es una novela apocal¨ªptica, y el Apocalipsis lo provoca una sola persona, haciendo grandes movimientos de capital en la bolsa por medio de un ordenador. En la novela el tiempo se contrae, condensando toda la vida del protagonista en el transcurso de un solo d¨ªa.
P. Dos meses despu¨¦s del atentado contra el World Trade Center, public¨® En las ruinas del futuro.]]>?No le parece que su ensayo se centra exclusivamente en el punto de vista norteamericano?
R. S¨ª. Estados Unidos sigue siendo un pa¨ªs que se mira el ombligo, aunque por supuesto hay gente que tiene conciencia de que hay terrorismo en otras partes del mundo. Pero el atentado contra las Torres Gemelas entra?a un significado especial, no porque... Me resulta raro decir esto... No porque los aviones se estrellaran contra las torres, no porque muriera tanta gente, sino porque las torres cayeron. En eso estriba el impacto psicol¨®gico del atentado. Curiosamente, las Torres Gemelas se construyeron pensando que pod¨ªan ser el blanco de un ataque. Ya lo hab¨ªan sido ocho a?os antes; pero que pudieran derrumbarse era inconcebible. Cuando eso ocurri¨®, el impacto sobre la psicolog¨ªa de los norteamericanos fue inconmensurable.
P. Palabras suyas: "El tiempo que tenemos asignado es limitado. Cada novela alarga el pacto. ?Cu¨¢ntos libros nos es dado escribir?". La idea es angustiosa.
R. Curiosamente, me ocurr¨ªa m¨¢s antes. Cuando estaba escribiendo Ruido de fondo, no me pod¨ªa quitar de la cabeza la idea de que me iba a suceder algo antes de haber acabado el libro. Al final, s¨®lo tard¨¦ un a?o, pero escribir una novela puede suponer diez a?os. Es algo que no se puede obviar. De ah¨ª, en parte, la presencia de la muerte en mis novelas.
BIBLIOGRAF?A
Cosm¨®polis
(Seix Barral / Edicions 62).
L'artista del cos (La Magrana).
Body Art,
En las ruinas del futuro,
Submundo,
Americana,
Fascinaci¨®n,
Ruido de fondo,
Mao II,
Los nombres
(todos publicados por la editorial
Circe).
El terror primordial
"ANTES DE nada est¨¢ el lenguaje, la manifestaci¨®n m¨¢s profunda del ser", afirma DeLillo, quien, conocedor del signo ominoso de los tiempos, constata asimismo: "Antes de la pol¨ªtica, antes que la historia y la religi¨®n est¨¢ el terror primordial". Amenaza omnipresente, para el escritor neoyorquino "el aut¨¦ntico terror es un lenguaje y una visi¨®n". Dif¨ªcil punto de partida de una obra que comprende 14 novelas y cuyo rigor y envergadura hacen de ¨¦l uno de los narradores vivos m¨¢s importantes de nuestro tiempo. Junto a Thomas Pynchon y William Gaddis, Don DeLillo forma parte de un movimiento de renovaci¨®n del lenguaje novel¨ªstico que desde?a por igual las exigencias del mercado ("ning¨²n escritor serio le dedicar¨ªa un solo segundo de su tiempo a pensar en algo as¨ª") como los estereotipos end¨¦micamente asociados al arte que cultiva ("la novela no est¨¢ muerta, ni siquiera est¨¢ herida"). Sostiene DeLillo (y lo hace con la autoridad de quien ha sabido dar nueva vida a la novela hist¨®rica): "La ficci¨®n no obedece a la realidad, y adem¨¢s opera a la contra de la historia. Es nuestra segunda oportunidad". En su obra da cabida a la totalidad de la cultura, sin incurrir en la tentaci¨®n del ensayo. Noble iron¨ªa: tal vez sin hab¨¦rselo propuesto, DeLillo ha logrado arrebatar "la narrativa del mundo" a las fuerzas oscuras que la hab¨ªan secuestrado. De nuevo en manos de escritores como ¨¦l, la novela cumple con su m¨¢s alto cometido: hacer que nos entendamos mejor a nosotros mismos en la peligrosa encrucijada de nuestro tiempo. Fiel a la premisa de Henry James de que el arte aut¨¦ntico es siempre indirecto, DeLillo logra, adem¨¢s, ser accesible. Rigurosas, transidas de aliento po¨¦tico, las novelas de DeLillo son gratificantes como pensamiento y como arte. Si antes de nada est¨¢ el lenguaje, al hacer el recuento final sigue siendo lo ¨²nico que cuenta. Cuando se le pide que formule su canon de escritura, Don DeLillo lo resume as¨ª: "Dar vida a un lenguaje que responda a los ideales de claridad, precisi¨®n y belleza".
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