El peque?o Londres de Ayora
La zona del interior de Valencia ha recibido la llegada de un millar de residentes brit¨¢nicos en dos a?os
![Ignacio Zafra](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F4d89325c-7f93-4b69-b7eb-b1b3b272c02d.jpg?auth=eb0419eecf558bcf53cd5f7086dca9762dfd83c9619fba0f80a50674db2f041f&width=100&height=100&smart=true)
Si hace apenas tres a?os Stan Grey, septuagenario, traje azul oscuro y corbata, hubiese entrado en el bar Montemayor de Ayora hablando solamente ingl¨¦s y con modales ingleses probablemente hubiese causado sensaci¨®n en la clientela de un local con aire castizo. Hoy, sin embargo, los 4.500 habitantes de este pueblo del Valle de Cofrentes han dejado de sorprenderse; tanto Ayora como varias de las min¨²sculas poblaciones de su entorno han recibido desde 2002 una oleada de residentes brit¨¢nicos que, seg¨²n algunas fuentes, supera las 1.000 personas.
?Qu¨¦ hacen un millar de anglosajones en una zona del interior de Valencia que atravesaba un importante declive demogr¨¢fico? Ram¨®n Carpio, due?o del bar restaurante Montemayor, coleccionista de mecheros, tiene, como casi todos en el pueblo, su propia teor¨ªa: "Es l¨®gico. Vienen de la costa, de Calpe, o Torrevieja, presionados por las mafias rusas o chechenas y aqu¨ª est¨¢n tranquilos". Una hip¨®tesis improbable. Pero s¨®lo en parte.
Los brit¨¢nicos buscan casas solitarias en el campo y pagan lo que les pidan
Lo que Stan y Elizabeth Gray dejaron atr¨¢s hace un a?o en una urbanizaci¨®n cercana a Alicante tiene poco que ver con las maf¨ªas y mucho con "el ruido, los precios altos, el tr¨¢fico, la masificaci¨®n, y la p¨¦rdida de valores tradicionales" del litoral valenciano.
Como los Gray, el matrimonio formado por Cliff y Silvia Hold, responde al modelo de jubilados brit¨¢nicos llegado al valle de Ayora en busca de paz, el arquetipo de lo hisp¨¢nico, y una "excelente atenci¨®n sanitaria" que, seg¨²n ellos, se ha perdido en el Reino Unido a causa de las listas de espera. "Nosotros siempre hemos vivido en el campo, en una casa al norte de Londres. Y esta zona es muy parecida a Inglaterra, a la Inglaterra de hace 50 a?os, incluso en el clima. Aunque llueva menos", concede Silvia Hold.
Los brit¨¢nicos que llegan a Ayora presentan mayoritariamente dos rasgos: buscan casas solitarias en el campo y pagan lo que les pidan.
El jueves, Nieves, de 22 a?os, y su madre Marinieves, naturales de Ayora, estaban tan contentas como si les hubiese tocado la loter¨ªa. Acababan de vender su "casica, sin luz y sin agua", a unos ingleses, por "16 millones de pesetas" (algo m¨¢s de 96.000 euros). Antes de la llegada de los nuevos inmigrantes, aseguran, nadie les habr¨ªa dado ni una cuarta parte.
Pero si el fen¨®meno de los jubilados puede parecer inesperado, encontrarse con Naiomi, de 18 a?os, criada en Sheffield, caminando por las empinadas calles de Zarra (300 habitantes) deber¨ªa ser ins¨®lito. Y no lo es. Milo Moravick, alem¨¢n, due?o de la primera de las siete inmobiliarias que se han creado en Ayora en el plazo de tres a?os, asegura que el perfil de sus clientes brit¨¢nicos tiene entre 40 o 50 a?os. Enriquecidos por la venta de propiedades en su pa¨ªs -cuyos precios se han disparado en una d¨¦cada-, la primera oleada de pensionistas ha dado paso a familias con dos o tres hijos. Y muchos no han llegado para quedarse cruzados de brazos.
Paul Roebuck, 50 a?os, es un ejemplo. En verano dej¨® su trabajo en un Ayuntamiento de Gales y se traslad¨® con su mujer y tres hijos a Ayora. Hace cinco semanas abri¨® un supermercado de productos brit¨¢nicos -botes de beans, legiones de chocolatinas, botellas de zumo concentrado- que esconde en la trastienda una toning room, una sala de gimnasia pasiva dotada de modernos apartos que por ahora no ha logrado penetrar en la clientela local.
Los brit¨¢nicos hablan con ilusi¨®n de la pr¨®xima apertura de un aut¨¦ntico pub ingl¨¦s en Ayora, y los habitantes aprovechan para embarcarse en negocios ex¨®ticos, como una peluquer¨ªa canina. La frontera, de momento, parece ser el idioma. Punto en el que Ram¨®n Carpio es tajante: "Pues tendr¨¢n que aprender ellos, porque lo que es nosotros..."
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