El crimen desaf¨ªa al Estado
Impulsada por la desregulaci¨®n y la globalizaci¨®n financiera, la diferenciaci¨®n entre actividad econ¨®mica legal y criminal, dinero limpio y dinero sucio, resulta cada vez m¨¢s dif¨ªcil. En las dos ¨²ltimas d¨¦cadas, las finanzas especulativas han impuesto su l¨®gica por encima de cualquier otra consideraci¨®n pol¨ªtica, econ¨®mica o social: necesitan siempre m¨¢s dinero y menos controles. Sometidos al dictado de la especulaci¨®n financiera, los mercados se nutren de la totalidad del dinero que se halla en circulaci¨®n, sin que importe ni su origen ni su propietario.
Seg¨²n los c¨¢lculos m¨¢s prudentes -aunque dif¨ªciles de verificar en un ¨¢mbito regido por la "ley del silencio"-, la cifra de negocios a escala mundial del dinero procedente de actividades il¨ªcitas de las diferentes organizaciones criminales, es decir, el producto criminal bruto, no es inferior a los 800.000 millones de euros anuales, es decir, el 15% del comercio mundial.
Grandes masas del mundo se han incorporado a la din¨¢mica de progreso de la globalizaci¨®n
Se entiende, pues, que la lucha contra el Crimen Organizado Global y el dinero sucio obtenga unos resultados tan lamentables. Y es que una represi¨®n eficaz supondr¨ªa cuestionar los principios mismos que rigen la globalizaci¨®n financiera en tanto que sistema autorregulado al margen de cualquier tipo de control c¨ªvico. ?No es extra?o -como se pregunta el magistrado franc¨¦s Maillard- que cuanto m¨¢s importantes sean las sumas que hay que camuflar, m¨¢s f¨¢cil resulte su blanqueo? Lo cierto es que los circuitos financieros internacionales garantizan una seguridad absoluta en las grandes operaciones de blanqueo y nos conduce, as¨ª, a esta paradoja aberrante de la globalizaci¨®n criminal: cuanto m¨¢s importante es el crimen, menos visible resulta. Ello se explica en la medida en que la criminalidad econ¨®mica y financiera -como la corrupci¨®n pol¨ªtica o los para¨ªsos fiscales- es el resultado natural de una forma espec¨ªfica de capitalismo. El despliegue mundial de este capitalismo ha supuesto pr¨¢cticamente la desaparici¨®n del papel del Estado, y de cualquier otra forma de control c¨ªvico, en la administraci¨®n de la econom¨ªa y, de esta forma, se ha roto el c¨ªrculo virtuoso del crecimiento y la integraci¨®n social.
Las pol¨ªticas neoliberales de los a?os ochenta y noventa aceleraron el proceso de globalizaci¨®n financiera y, asimismo, el incremento del paro y el aumento incesante de las diferencias de rentas; lo cual propici¨® el entorno id¨®neo para la extensi¨®n del crimen y la creaci¨®n de redes de corrupci¨®n, mercados negros, traficantes de armas y drogas, etc¨¦tera.
El Crimen Organizado Global, pues, se acomoda perfectamente a la parcelaci¨®n del poder existente en el mundo liberal y la impotencia de los poderes p¨²blicos, aislados ante la criminalidad organizada, resulta cada vez m¨¢s escandalosa. En su expresi¨®n m¨¢s descarnada, el Crimen Organizado Global aparece como la manifestaci¨®n t¨ªpica y muy moderna de una nueva criminalidad a escala mundial: la de los poderosos.
No es dif¨ªcil pronosticar, por tanto, que el creciente poder de estas organizaciones posestatales terminar¨¢ desafiando -si no lo hace ya- al Estado convencional mediante el establecimiento de diversos v¨ªnculos mercenarios transnacionales y que defender¨¢n, cada vez m¨¢s, ambiciones regionales e incluso mundiales. Hasta el punto de que, como se?ala Castells, una de las causas m¨¢s inquietantes de la crisis que amenaza al viejo Estado-naci¨®n viene dada, justamente, por el impacto combinado del Crimen Global Organizado en la econom¨ªa y la pol¨ªtica.
De manera que, las redes flexibles del crimen, han sabido aprovechar las ventajas competitivas propias de la nueva econom¨ªa global; es decir, por un lado, unos entornos locales propicios -dominados tradicionalmente por las mafias- y, por el otro, una prodigiosa capacidad de las redes globales del crimen para eludir las regulaciones nacionales y los burocratizados procedimientos de la colaboraci¨®n policial internacional. Lo cual resulta particularmente visible en Espa?a, donde, seg¨²n el "Informe 2003 sobre el Crimen Organizado en la UE" elaborado por Europol, se ha detectado la existencia de conexiones entre la mayor¨ªa de las mafias oriundas de los distintos pa¨ªses de la UE con grupos de criminalidad organizada espa?oles.
La expansi¨®n desbordante del Crimen Organizado Global cuestiona, as¨ª, los dispositivos tradicionales de control de la criminalidad; ya que los delitos perpetrados "en las alturas", adem¨¢s de estar mal tipificados, resultan terriblemente dif¨ªciles de detectar para las estrategias convencionales de investigaci¨®n y, para terminar de agravarlo, la vigilancia p¨²blica en este ¨¢mbito de actuaci¨®n criminal es, en el mejor de los casos, err¨¢tica y espor¨¢dica, y en el peor, inexistente.
En ¨²ltima instancia, sin embargo, el ¨¦xito del Crimen Organizado Global no se podr¨ªa entender fuera del contexto de una sociedad que ha elevado la l¨®gica de la competitividad y de la maximizaci¨®n del beneficio particular al grado de imperativo natural. Los valores que sustentan el Crimen Organizado Global suponen la realizaci¨®n del aut¨¦ntico sue?o de los capitalistas: crecimiento econ¨®mico al servicio del inter¨¦s particular, sin el lastre de la solidaridad ni el control del Estado. Podr¨ªa decirse, parafraseando la c¨¦lebre f¨®rmula de Clausewitz, que la criminalidad organizada viene a ser, en la era de la globalizaci¨®n econ¨®mica, la continuaci¨®n del comercio por otros medios.
Este lucrativo capitalismo gansteril, como lo denomina Sontag, podr¨ªa acabar convirti¨¦ndose en un fen¨®meno aut¨¦nticamente explosivo, en un peligro para el sistema legal de mercado. De manera que, si las sociedades nacionales no consiguen asegurar el mantenimiento de las protecciones sociales, la estabilidad de las infraestructuras materiales y de los sistemas educativos, podemos prepararnos para vivir fen¨®menos de regresi¨®n masiva: conflictos de clase violentos, o el retorno puro y simple a ciertas formas de barbarie. Hasta tal punto que la extensi¨®n vertiginosa del Crimen Organizado Global, junto con las nuevas formas del terrorismo internacional y de la inseguridad ciudadana, vendr¨ªan a ser tan s¨®lo una siniestra primicia.
Jaume Curbet es editor de la revista Seguridad Sostenible (Instituto Internacional de Gobernabilidad).
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