El Nobel financiero
El autor sostiene que Echegaray fue mucho m¨¢s que un escritor de ¨¦xito. Como ministro de Hacienda, fue un defensor ac¨¦rrimo del presupuesto equilibrado, punto de referencia para todos sus sucesores en esa cartera.
Jos¨¦ de Echegaray y Eizaguirre (1883-1916) recibi¨® el Premio Nobel de Literatura en diciembre de 1904. Se cumplen, pues, 100 a?os este mismo mes. Ingeniero de caminos, matem¨¢tico consumado, dramaturgo y miembro de las Reales Academias de Ciencias Exactas y de la Lengua, fue un hombre de vida p¨²blica intensa que particip¨® en los principales acontecimientos pol¨ªticos y sociales de la segunda mitad del siglo XIX. Sus bi¨®grafos y los diccionarios hist¨®ricos destacan ante todo su trayectoria como autor teatral de ¨¦xito, con obras con t¨ªtulos tan sugerentes como La esposa del vengador, O locura o santidad, En el seno de la muerte, El Gran Galeoto o A fuerza de arrastrarse; la mayor¨ªa de ellas le reportaron dinero y fama, hasta el punto de ser esperado a la salida de los estrenos para ser llevado a hombros a su residencia y despu¨¦s reclamado por sus enfervorizados admiradores para que desde el balc¨®n les dirigiese unas palabras; en ciertas inauguraciones lleg¨® incluso a paralizar el transcurso de alguna sesi¨®n del Congreso de los Diputados.
Ante el hemiciclo dijo: "Para un ministro de Hacienda, la salvaci¨®n est¨¢ en el temor al d¨¦ficit"
Bajo su mandato, el Banco de Espa?a inici¨® la marcha para ser un genuino banco central
Pero Echegaray fue mucho m¨¢s que un escritor de ¨¦xito. Adem¨¢s de su flamante carrera como dramaturgo, su prestigio se ciment¨® sobre su c¨¢tedra de f¨ªsica matem¨¢tica de la Universidad Central, sobre su ascendente en las filas del liberalismo pol¨ªtico, labrado durante los dif¨ªciles a?os del Sexenio Democr¨¢tico, y sobre su defensa de los postulados del liberalismo econ¨®mico. Echegaray fue nuestro Nobel financiero: en tres ocasiones ministro de Hacienda en el Gabinete de la Primera Rep¨²blica presidido por Estanislao Figueras; despu¨¦s en 1874, en el Gobierno de concentraci¨®n encabezado por Francisco Serrano, y por tercera vez en 1905, con Eugenio Montero R¨ªos, el sucesor de Sagasta en el liderazgo del partido Liberal. Figura activa en la revoluci¨®n septembrina de 1868, Echegaray form¨® parte, con Gabriel Franco y Laureano Figuerola, del brillante grupo de economistas vinculados a la Instituci¨®n Libre de Ense?anza, defensores del librecambismo y de la apertura exterior de la agricultura y de la industria espa?ola. Buen conocedor de los cl¨¢sicos (Smith, Ricardo, Mill, Say), nuestro Nobel fue uno de los escasos economistas patrios al tanto de las novedades anal¨ªticas de la ¨¦poca. Su preparaci¨®n matem¨¢tica le facilit¨® la comprensi¨®n de la obra de los marginalistas que por aquel entonces revolucionaban la ciencia de la econom¨ªa. En su libro de Recuerdos, Echegaray recomendaba acercarse a las obras de Menger, de Jevons, de Walras y del gran Marshall para comprender el funcionamiento de los mercados y las bases del comportamiento econ¨®mico de las unidades de consumo, las familias, y de las unidades de producci¨®n, las empresas.
Los economistas espa?oles recordamos a Echegaray porque fue el ministro de Hacienda bajo cuyo mandato el Banco de Espa?a obtuvo el monopolio de emisi¨®n de billetes en todo el territorio nacional, un paso esencial para que la entidad, entonces privada, iniciara su larga marcha hasta convertirse en genuino banco central y en pilar de un Estado moderno. Con prosa elegante, digna de un futuro premio Nobel de Literatura, en el pre¨¢mbulo del decreto de 19 de marzo de 1874, una pieza cl¨¢sica de nuestra historia econ¨®mica, Echegaray justificaba la concesi¨®n del privilegio de emisi¨®n al Banco de Espa?a porque "abatido el cr¨¦dito por el abuso, agotados los impuestos por vicios administrativos, esterilizada la amortizaci¨®n por el momento, forzoso es acudir a otros medios para consolidar la deuda flotante y para sostener los enormes gastos de la guerra... (Por eso) el ministro que suscribe... se propone crear, bajo la base del Banco de Espa?a..., un Banco Nacional, nueva potencia financiera que venga en ayuda de la Hacienda p¨²blica, sin desatender por esto las funciones propias de todo banco de emisi¨®n". Cierto que la medida se adopt¨® porque Echegaray ten¨ªa que hacer frente a las graves necesidades financieras del Estado, amenazado por la tercera guerra contra los carlistas, el agravamiento del conflicto cubano, las luchas cantonales, la dif¨ªcil situaci¨®n en el norte de ?frica y la pirater¨ªa en Filipinas, pero tambi¨¦n cierto que se trataba de modernizar el sistema bancario espa?ol, creando una instituci¨®n central que asumiera las funciones de banco de bancos y de director de la pol¨ªtica monetaria. As¨ª pues, a un excelso matem¨¢tico y autor teatral de fortuna debemos la primera piedra, el punto de arranque, de una entidad que pasados los a?os se convertir¨ªa en baluarte de la estabilidad econ¨®mica y en protagonista de excepci¨®n de nuestra incorporaci¨®n al euro y a la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria.
A Echegaray tambi¨¦n le recordamos como defensor ac¨¦rrimo del presupuesto equilibrado. No al d¨¦ficit; no a que las cuentas del Estado se salden en n¨²meros rojos. Suya es esa afamada frase acu?ada una tarde de oto?o de 1905 en el Palacio de las Cortes y que desde entonces ha perseguido como un fantasma a todos los titulares de la cartera de Hacienda. De pie, frente a un repleto hemiciclo, confes¨® a sus se?or¨ªas que "para el creyente, la salvaci¨®n est¨¢ en el santo temor a Dios; para todo ministro de Hacienda (...) la salvaci¨®n est¨¢ en el santo temor al d¨¦ficit. Y si no quieren hacerlo santo, decid al patri¨®tico temor al d¨¦ficit". Estas palabras han sido punto de referencia de cuantos pol¨ªticos espa?oles se han responsabilizado del Tesoro p¨²blico. Cuando ese temor les ha llevado a controlar el gasto y a presentar unos presupuestos saneados, el pa¨ªs ha progresado y nos hemos beneficiado de una envidiable estabilidad monetaria y de precios; cuando les ha faltado ese temor del que habl¨® Echegaray, el despilfarro lo hemos sufrido los ciudadanos, pag¨¢ndolo con la inflaci¨®n y el desempleo.
De Echegaray se conservan dos espl¨¦ndidos retratos en esa excepcional colecci¨®n de pintura propiedad del Banco de Espa?a. El primero de 1902, obra de Marceliano Santamar¨ªa, de inigualable perfecci¨®n estil¨ªstica, que nos muestra al Nobel, sentado en un sill¨®n de madera oscura sobre un fondo anaranjado, en edad avanzada, con mirada l¨²cida y con el porte se?orial de un hombre sereno que ha sabido asumir con dignidad las funciones de Estado. El segundo fue un encargo de El Casino de Madrid al pintor valenciano Joaqu¨ªn Sorolla, que ¨¦ste termin¨® en 1905. El lienzo es bell¨ªsimo, deslumbrante, de un colorido en fin¨ªsimos grises; vemos a Echegaray ligeramente recostado sobre un gran sill¨®n, vestido de negro, con un brazo reposando en un lateral y una de las manos sosteniendo un bast¨®n con empu?adura de plata; a la izquierda, difuminados, algunos expedientes ministeriales y quiz¨¢ alg¨²n libro. Echegaray sonr¨ªe y a trav¨¦s de los anteojos se percibe la misma mirada serena de un pol¨ªtico honesto y comprometido con su tiempo.
Celebremos, pues, los 100 a?os del Nobel, autor de obras teatrales, de decretos ministeriales y de magn¨ªficas p¨¢ginas que duermen en los diarios de sesiones de las Cortes. Recordemos a Echegaray, republicano, liberal y progresista, y traig¨¢mosle a la memoria de los espa?oles para evitar que su figura se la lleve, como cant¨® Cernuda, "el viento del olvido que, cuando sopla, mata".
Pablo Mart¨ªn Ace?a es catedr¨¢tico de Historia Econ¨®mica de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares.
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