Margen limitado
Se ha llegado a interpretar como un serio aviso a Catalu?a y Pa¨ªs Vasco la advertencia realizada por el Gobierno central y el PSOE precisando que no se admitir¨¢ en Madrid la reforma de estatutos de autonom¨ªa si ¨¦stos no vienen respaldados por una ampl¨ªsima mayor¨ªa en sus respectivos parlamentos. Se requiere como condici¨®n indispensable para que prosperen que gocen de un apoyo casi un¨¢nime, con el objetivo de que puedan salir adelante en su tramitaci¨®n en el Congreso de los Diputados. Es cierto que este aviso va dirigido, en especial, a Euskadi, en donde el Gobierno de Ibarretxe est¨¢ dispuesto a seguir adelante en su propuesta rupturista, sin contar con el PSE y el PP. En cuanto a Catalu?a, el tripartito de Pasqual Maragall parece tener m¨¢s en cuenta este requisito, por lo que ha venido mimando en lo que lleva de mandato la relaci¨®n con el portavoz del PP, Josep Piqu¨¦. El ex ministro ha involucrado a su partido plenamente en el proceso de debate que se ha abierto en busca de un nuevo marco estatutario, pero hay serias dudas de que siga hasta el final. En Barcelona temen que la direcci¨®n de su partido no le permita ir m¨¢s all¨¢, dado que desentonar¨ªa de la estrategia general puesta en marcha por el presidente del PP, Mariano Rajoy, de confrontaci¨®n total con el Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero.
Ese mismo escenario se repite en Andaluc¨ªa. Si bien el Ejecutivo de Manuel Chaves puede navegar c¨®modamente con su mayor¨ªa absoluta, y con los apoyos puntuales de IU y PA, formaciones que le pueden dar la mayor¨ªa cualificada que requiere para algunas transformaciones, lo cierto es que el gran asunto de esta legislatura, la reforma estatutaria, o se hace con el PP andaluz o no se hace. Y es aqu¨ª donde surgen las dudas. M¨¢xime, despu¨¦s del p¨¦simo estado en el que se encuentran las relaciones entre socialistas y populares a cuenta del encontronazo que han protagonizado con el pol¨¦mico acuerdo para el impulso democr¨¢tico.
En el PSOE tienden a explicar la falta de sinton¨ªa y capacidad de entendimiento que se ha demostrado en este cap¨ªtulo en la actitud y el talante del nuevo presidente del PP andaluz, Javier Arenas. Consideran que sigue fiel a su estilo, esto es: falta de seriedad e incapacidad de asumir compromisos. Acuerdos que sella, m¨¢s tarde se los ventila. En definitiva, en palabras del consejero de la Presidencia, Gaspar Zarr¨ªas, Arenas es un "fullero".
Sin embargo, puede que tal an¨¢lisis sea un tanto err¨®neo, y se quede corto, sobre todo, a la luz de los hechos que se vienen sucediendo en Catalu?a. Maragall va a aprovechar, incluso esta semana, para avanzar en los trabajos para imprimir un mayor ritmo en los debates y llegar al final de curso con buena parte de la tarea hecha. Ese es su calendario pero caen ahora en la cuenta de que, posiblemente, no puedan ir muy lejos si es que a Piqu¨¦ no le dejan en su formaci¨®n seguir ese ritmo.
Ese es el verdadero problema. Las relaciones entre PSOE y PP est¨¢n muy deterioradas y nada se avanzar¨¢ en los temas que hay sobre la mesa, a pesar de su importancia, si antes no se arregla este desaguisado. As¨ª est¨¢n las cosas. Claro que este juego tiene sus riesgos y, tal vez, quien m¨¢s tiene que perder es que el que est¨¢ en la oposici¨®n y m¨¢s todav¨ªa en el caso de Andaluc¨ªa, en donde la derecha ha pagado muy caro el error hist¨®rico de haberse quedado fuera del proceso auton¨®mico. En principio, no se adivina ning¨²n atajo ni soluci¨®n inmediata al contencioso. Parece que s¨®lo cabe esperar a lo que los acontecimientos pr¨®ximos indiquen, como ocurre con las elecciones municipales. Estamos ante toda una encrucijada y, en efecto, como dice Arenas, los comicios locales, previstos para 2007, definir¨¢n, no s¨®lo su futuro pol¨ªtico, sino, igualmente, el marco de relaciones futuras, al menos, en nuestra comunidad. Parece, por tanto, que la estrategia pasa por aguantar al m¨¢ximo e ir ganando terreno, poco a poco, para salir airoso del trance. Lo malo es que si no hay m¨¢s margen de maniobra se desperdicia un momento important¨ªsimo en nuestra historia como es el actual, un tiempo que est¨¢ llamado a acometer grandes cambios. Si no se afronta ese reto, a la espera de qu¨¦ dir¨¢n las urnas a medio plazo, puede que esa misma maniobra dilatoria, finalmente, no tenga el premio esperado sino todo lo contrario, el castigo del electorado que hila m¨¢s fino de lo que piensan algunos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.