Hormonas
Una peque?a parte de la qu¨ªmica de nuestros cuerpos son las hormonas procedentes de las gl¨¢ndulas, sustancias pu?eteras que igual combaten que favorecen ciertos tipos de c¨¢ncer.
Se ha vuelto a publicar, casi a las amagaditas, que la terapia hormonal sustitutoria prescrita a las mujeres en la edad peligrosa, puede convertirse en una bomba de relojer¨ªa. Hasta hace nada era recomendada a troche y moche en un mundo rico que se atiborr¨® de pastillas, parches o cremas. Fue casi dogma de fe que estr¨®genos y progestina deb¨ªan evitar los efectos adversos de la menopausia, aunque ¨¦stos fueran perfectamente tolerables. Pero el verdadero peligro radicaba en la conjunci¨®n de una industria ¨¢vida de dividendos y 15 millones de mujeres para muchas de las cuales los transtornos org¨¢nicos adquieren el valor simb¨®lico de una mutilaci¨®n definitiva. As¨ª, el tratamiento iba a dar la sensaci¨®n de prolongar una juventud agonizante, antes incluso de los milagros de estas intervenciones est¨¦ticas que s¨®lo logran hacer trampas frente al espejo. El fin de la edad f¨¦rtil en las mujeres todav¨ªa es visto (parad¨®jicamente, en una sociedad que tanto controla su natalidad) como un s¨²bito envejecimiento tras el cual s¨®lo queda sobrevivir, cuando en realidad significa la desaparici¨®n de una servidumbre.
Este nuevo estudio realizado en Barcelona vuelve a se?alar que los riesgos de suministrar hormonas superan con mucho los beneficios, algo que ya ven¨ªan advirtiendo c¨ªrculos cient¨ªficos feministas desde hace al menos 10 a?os, sin que se les hiciera caso. Las cifras son apabullantes: un 26% m¨¢s de c¨¢ncer de mama, un aumento del 41% de apoplej¨ªas, un 29% de ataques card¨ªacos, m¨¢s co¨¢gulos en pulmones y piernas, m¨¢s c¨¢ncer de endometrio y ovario... Un precio demasiado alto por rebajar el c¨¢ncer de colon y las fracturas ¨®seas. Simone de Beauvoir describi¨® la representaci¨®n de la farsa, apostando por aprovechar ese tiempo diferente, en el que una se puede descargar de tantos deberes y buscar su otro lugar en el mundo. La fatalidad del paso del tiempo no deber¨ªa causar m¨¢s estragos en un sexo que en otro. Tengamos (o no) las hormonas en paz.
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