Cientos de miles de ni?os quedan afectados
S¨®lo 41 discapacitados han sobrevivido en un internado de 102 personas en Sri Lanka
El n¨²mero de muertos no para de aumentar. Ayer, el Gobierno de Sri Lanka super¨® oficialmente la barrera psicol¨®gica de los 30.000 y cifr¨® en 30.196 las v¨ªctimas mortales de esta tragedia. Pero conforme pasan los d¨ªas crecen las voces que piden que la atenci¨®n pase de los muertos a los vivos, sobre todo porque son los m¨¢s peque?os los que ahora necesitan un apoyo mayor. "Hay que mantener vivos a los vivos", dice la directora de Unicef, Carol Bellamy, que asegura que la amenaza se cierne sobre cientos de miles de ni?os, m¨¢s d¨¦biles para hacer frente a la cat¨¢strofe y expuestos a ser el chivo expiatorio de la frustraci¨®n que el tsunami ha generado en los adultos. Unicef pidi¨® ayuda para 1,5 millones de ni?os afectados.
"Se los llevaba el agua y yo no pod¨ªa impedirlo", afirma Kumar Deshapriya al recordar c¨®mo muchos de los ni?os ciegos o sordos que estaban a su cuidado fueron succionados, incluso con sus colchonetas de rafia, cuando la gran ola se retir¨® del centro que compart¨ªan con ancianos discapacitados en la sure?a ciudad de Galle. Deshapriya subraya que se le han quedado grabados los gritos de los ni?os durante aquellos pat¨¦ticos minutos. En total en el internado hab¨ªa 102 personas. S¨®lo 41 han sobrevivido.
Seg¨²n Unicef, "al menos un tercio de los muertos por el tsunami son ni?os" debido a que es m¨¢s f¨¢cil que se los lleve la corriente y a que tienen menos conciencia del peligro, por lo que muchos no huyeron al ver venir la gran ola o no se agarraron a lo que pod¨ªa salvarles. Pero para esta organizaci¨®n de Naciones Unidas dedicada a la infancia, lo importante no es contar y recontar el n¨²mero de muertos, sino tomar las medidas necesarias para garantizar la vida de los supervivientes. Unicef solicit¨® 81 millones de d¨®lares (casi 60 millones de euros) para financiar la ayuda humanitaria m¨¢s urgente para los 1,5 millones de ni?os afectados en toda la zona.
La escuela es lo ¨²nico que ha resistido en Kahawa, una aldea del sur de Sri Lanka. En su interior se han refugiado unas 600 personas, como Digunapala, de 37 a?os, y los cuatro miembros de su familia. La m¨¢s peque?a, Nalini, de dos a?os, con su pelo acaracolado y sus ojos de azabache, tiene la mirada perdida, desde el golpe de la gran ola que la arranc¨® de los brazos de su padre, quien no sabe c¨®mo volvi¨® a encontrarla cuando ambos estaban bajo el agua.
En el suelo de cemento de la escuela hay sentados sobre esterillas de mimbre otros muchos ni?os junto a sus padres. No quieren jugar, no quieren apartarse de su lado. No se han re¨ªdo desde aquel 26 de diciembre mortal. Sagara Gunawardana, un ingeniero que durante el domingo pasado pagaba de su bolsillo y del de su empresa la atenci¨®n m¨¦dica y la manutenci¨®n de esos damnificados, se?ala que muchos padecen catarros y problemas respiratorios por el tiempo que permanecieron mojados.
Prioridad: agua potable
Curarles, suministrarles agua potable y darles galletas de suplemento energ¨¦tico -muchos padecen malnutrici¨®n- son las prioridades en estos d¨ªas, pero Bellamy afirma que "muy pronto" habr¨¢ que comenzar a dar ayuda psicol¨®gica a los miles de ni?os que han quedado traumatizados por el horror.
Bellamy expres¨® la disposici¨®n de Unicef para apoyar al Gobierno en la b¨²squeda de refugios alternativos para los cientos de miles de personas que buscaron protecci¨®n en las escuelas cuando la gran ola se llev¨® sus casas. Para ellos se precisan grandes dotaciones de tiendas de campa?a, mantas y utensilios para cubrir las necesidades m¨ªnimas, que ya han comenzado a distribuirse por Unicef y otras ONG.
"Hay que devolverles a la normalidad cuanto antes y para los ni?os la escuela quiere decir normalidad", afirma Bellamy. El Gobierno anunci¨® ayer oficialmente que las clases se reanudar¨¢n en todo el pa¨ªs el d¨ªa 10, lo que exige acelerar el traslado de los refugiados a templos o campamentos propiamente dichos mientras se reconstruyen sus casas.
La salida de las escuelas es tambi¨¦n urgente porque no tienen condiciones sanitarias y el hacinamiento de los refugiados puede facilitar el brote de diarreas o disenter¨ªa, que afectar¨ªan ante todo a los ni?os. De momento, seg¨²n Unicef, no hay peligro de epidemias, pero para evitarlas en un futuro hay que hacer frente al problema.
Las informaciones aparecidas sobre la violaci¨®n de una menor de 17 a?os en Galle poco despu¨¦s de que se retirara el tsunami tambi¨¦n han despertado la preocupaci¨®n de Unicef por garantizar el respeto a los derechos de los ni?os, que, en situaciones de crisis, cuando las familias se rompen y la penuria econ¨®mica aprieta, son con frecuencia objeto de explotaci¨®n.
Cyrilda tiene 9 a?os y se ha quedado sin casa. Viv¨ªa en Moratua, un pueblo situado a una veintena de kil¨®metros al sur de Colombo, y ahora se refugia en un templo cercano. Pese a ello, no se siente desgraciada. "Otros se han quedado sin casa y sin familia", dice.
Unicef considera una de sus prioridades el integrar a los ni?os hu¨¦rfanos con otros familiares para que el impacto sea menor. Entre las crudas realidades que ha visitado Bellamy en los dos d¨ªas que ha permanecido en Sri Lanka se encuentra un centro de Mulativu donde se ha recogido a 80 ni?os que han quedado hu¨¦rfanos en un barrio de esa ciudad nororiental.
Esa zona de la isla se encuentra bajo el control de la guerrilla de los Tigres de Liberaci¨®n de la Tierra Tamil (LTTE), con uno de cuyos representantes se entrevist¨® Bellamy, que asegura que Gobierno y guerrilla "est¨¢n cooperando" para ayudar a los damnificados. Los militares, sin embargo, han lanzado serias acusaciones, imposibles de comprobar, contra los tigres, entre ellas que secuestran a ni?os que han quedado hu¨¦rfanos para que no los alimente el Ej¨¦rcito cingal¨¦s.
Desde principios de la d¨¦cada de los ochenta, Ej¨¦rcito y LTTE han librado una sangrienta guerra que ha costado al pa¨ªs m¨¢s de 60.000 muertos. El alto el fuego alcanzado hace tres a?os ha permitido, seg¨²n un portavoz de la Organizaci¨®n Humanitaria de la Comisi¨®n Europea, reducir a la mitad el n¨²mero de refugiados que ten¨ªa el pa¨ªs, desde los 800.000 a los 400.000, y, cuando hab¨ªa esperanzas de que la gran mayor¨ªa volviese definitivamente a sus lugares de origen, el golpe brutal de la naturaleza elev¨® a 1.200.000 el n¨²mero de desplazados en Sri Lanka.
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