Moore hace temblar a la farmaindustria
El realizador rueda un documental sobre el estado de la sanidad p¨²blica en Estados Unidos
Sus primeros ataques se dirigieron contra el gigante de General Motors, en Roger & Me. Luego arremeti¨® contra la cultura de las armas en Estados Unidos con Bowling for Columbine y se llev¨® un Oscar. Con Fahrenheit 9/11 pretend¨ªa acabar con el Gobierno de George W. Bush. Un fin ambicioso que no lleg¨® a conseguir, aunque por un momento crey¨® posible.
As¨ª que ahora no es de extra?ar que la industria farmac¨¦utica se eche a temblar con Sicko, t¨ªtulo provisional que Michael Moore ha dado a su nuevo documental centrado en el sistema sanitario en Estados Unidos. "Puedo llegar a entender que un pa¨ªs sea cruel con otro. La historia est¨¢ llena de ejemplos", adelanta este pacifista de 50 a?os. "Lo que no puedo entender es que gente que se llama conservadora, que est¨¢ a la derecha, sea cruel con los suyos y les castigue porque se ponen malos", contin¨²a explicando lo que le llev¨® a poner en marcha su nueva producci¨®n. Un documental sobre el estado de la sanidad p¨²blica en Estados Unidos o, mejor dicho, como a?ade Moore, la falta de ella. "No entiendo c¨®mo podemos ser uno de los pa¨ªses m¨¢s ricos del mundo y permitimos que 44 millones de nuestros ciudadanos no puedan conseguir ayuda cuando enferman", agrega desgranando todas las dudas que le han llevado de nuevo detr¨¢s de las c¨¢maras.
La pel¨ªcula no cuenta con distribuidor, pero el director asegura que suscita un gran inter¨¦s
Pfizer: "Si ven un tipo desmadejado y con una gorra de b¨¦isbol, ya saben qui¨¦n es"
Moore comenz¨® a gestar este documental a lo largo del pasado a?o, mientras promocionaba su m¨¢s pol¨¦mica obra y se lanzaba a una abierta campa?a electoral en contra de Bush. En ese momento a¨²n no estaba decidido sobre cu¨¢l ser¨ªa su siguiente paso como cineasta, pero la idea permanec¨ªa en su mente desde que dedic¨® un episodio de su ya difunta serie de televisi¨®n, The Awful Truth (La horrible verdad), a un hombre en pie de guerra contra su compa?¨ªa de seguros para poder pagarse un trasplante de ri?¨®n y p¨¢ncreas. La respuesta entre el p¨²blico no pudo ser mejor. "Si fuera presidente, cancelar¨ªa todos esos programas innecesarios a los que se dedica el Pent¨¢gono y utilizar¨ªa el dinero para garantizar la cobertura sanitaria de cada estadounidense", coment¨® tambi¨¦n durante una de sus entrevistas con motivo de Fahrenheit 9/11.
Sicko es una nueva ambiciosa meta hacia la que Moore ha dirigido su objetivo sin dejar un cabo suelto, atacando por igual a las compa?¨ªas de seguros, los hospitales, la industria farmac¨¦utica... "Es un gran concepto para un documental que ser¨¢ muy divertido y mortal. Noventa minutos de castigo para estas corporaciones y la clase pol¨ªtica", explica con regodeo.
Divertido, mortal y pol¨¦mico porque Sicko ya est¨¢ dando que hablar aun cuando su estreno no est¨¢ previsto hasta mediados del pr¨®ximo a?o, probablemente en alg¨²n momento entre el Festival de Sundance, en enero, y el de Cannes, en mayo. Las principales empresas farmac¨¦uticas del pa¨ªs se han puesto en guardia, y media docena de ellas han advertido a sus empleados contra las t¨¢cticas de Moore. "Si ven un tipo con aspecto desmadejado y una gorra de b¨¦isbol, ya saben qui¨¦n es", avis¨® el bolet¨ªn interno de la empresa farmac¨¦utica Pfizer Global Research. La misma advertencia ha corrido como la espuma entre otras empresas que aconsejan a sus ejecutivos que guarden silencio y avis¨¢ndoles de posibles encerronas de este cineasta cuyo trabajo algunos han descrito como "m¨¢s cercano al docudrama que al g¨¦nero documental". "Hasta ahora la carrera de Moore ha estado marcada por la negatividad, as¨ª que es f¨¢cil esperar que el retrato que ofrezca (de la sanidad) no ser¨¢ ni justo ni equitativo", admiti¨® a la prensa una portavoz de la compa?¨ªa Astra-Zeneca. Ataques que podr¨ªan llegar en un a?o en el que la industria farmac¨¦utica estadounidense se enfrenta a una seria crisis de imagen dadas las recientes cr¨ªticas recibidas por populares analg¨¦sicos, algunos retirados del mercado ante la posibilidad de denuncias civiles por culpa de efectos secundarios no mencionados.
Hasta el momento, Moore ha preferido mantener en secreto su plan de ataque, por lo que su presencia se ha convertido en una especie de leyenda urbana entre la industria farmac¨¦utica: son muchos los que dicen haberle visto rodando o consiguiendo informaci¨®n, aunque nadie est¨¢ seguro de nada. Hasta corren rumores de que est¨¢ utilizando a actores para que hagan de vendedores de productos farmac¨¦uticos y de que ha sobornado a varios m¨¦dicos para que le dejen instalar c¨¢maras en sus despachos y presenciar as¨ª los supuestos sobornos que se dan en sus oficinas. Moore ha desmentido el primer rumor y sobre el segundo s¨®lo recuerda que, como ocurri¨® en Fahrenheit 9/11, son muchos los voluntarios que le han ofrecido su informaci¨®n, su cooperaci¨®n y hasta sus pruebas para este nuevo documental, "todo gratis con tal de poner en evidencia al sistema".
Lo que s¨ª ha confesado Moore es el estilo de su nueva obra, que recordar¨¢ en factura y ritmo a una de las pocas pel¨ªculas que le han parecido originales en los ¨²ltimos a?os, la alemana Run, Lola, Run. "Me encant¨® la energ¨ªa de ese filme. Mantener la c¨¢mara corriendo sin parar durante 90 minutos. Perfecto para una historia como la que quiero contar", ha admitido. Sicko se centrar¨¢ en la historia de 10 personas que van a morir por culpa del funcionamiento de la industria sanitaria estadounidense, y durante el documental, y a un ritmo incesante, se ver¨¢ cu¨¢ntas vidas se pueden salvar a lo largo de esos 90 minutos. "Hice un par de pruebas de estilo y funcionaba muy bien", reconoce, sin soltar m¨¢s prenda sobre sus t¨¢cticas. Aunque la pel¨ªcula a¨²n no cuenta con un distribuidor, el director asegura que existe un gran inter¨¦s, del que pudo cerciorarse durante el verano cuando la agencia que le representa, Endevour, hizo circular un tratamiento preliminar de seis p¨¢ginas de Sicko que fue muy bien recibido. Un tratamiento que inclu¨ªa temas como los conflictos de intereses entre pol¨ªticos que aceptan dinero de los laboratorios para sus campa?as pol¨ªticas y que luego controlan la aprobaci¨®n de los medicamentos para el consumo. Tambi¨¦n incluir¨¢ numerosas historias sobre las v¨ªctimas del sistema, siempre con una queja ante la falta de un sistema sanitario universal que cubra las necesidades de todos los ciudadanos. "Yo lo considero un derecho fundamental. Un derecho que muchos otros pa¨ªses en este planeta disfrutan pero que es una quimera lejana para los americanos", subraya con esa perplejidad propia de Moore. Un director que de nuevo vuelve a utilizar su c¨¢mara como un arma, actitud que ha hecho que muchos le consideren un activista antes que un cineasta. "No es as¨ª como yo me veo. Me considero un realizador, especialmente porque la palabra activista me parece una redundancia cuando vives en una democracia. Porque todos los ciudadanos que viven en una democracia son activistas por el mero hecho de vivir en una democracia. Tienes que serlo o esto dejar¨ªa de ser una democracia", resume.
La lucha contin¨²a
Mientras Sicko va tomando forma, Moore contin¨²a la lucha en otros frentes. Su batalla contra George W. Bush est¨¢ lejos del final, y el realizador ha sumado su p¨¢gina de Internet (www.michaelmoore.com) al movimiento de resistencia al actual Gobierno, que bajo el nombre de counter-inaugural.org quiere recordar al presidente electo el d¨ªa de su toma de posesi¨®n que la otra mitad del pa¨ªs vot¨® en su contra. Fahrenheit 9/11 no consigui¨® derrotar a Bush y tampoco obtendr¨¢ el Oscar al mejor documental dado que no quiso presentarse a esa contienda en esa categor¨ªa. Pero el documentalista m¨¢s taquillero de la historia est¨¢ haciendo una campa?a a muerte por conseguir el reconocimiento de la Academia, esta vez como mejor pel¨ªcula, sin m¨¢s pre¨¢mbulos. Con o sin un nuevo Oscar, el proyecto Fahrenheit contin¨²a vivo: Moore est¨¢ preparando una segunda parte a esa pol¨¦mica obra. La piensa titular Fahrenheit 9/11 ? y, como afirma el director, una mala secuela se merece una buena, y la reelecci¨®n de Bush para un segundo mandato es la mala.
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