Patrice Leconte y el viejo oficio de la puesta en escena
Se estrena en Espa?a 'Confidencias muy ¨ªntimas', el vig¨¦simo filme del director franc¨¦s
Patrice Leconte (Par¨ªs 1947) rod¨® en 2003 Confidencias muy ¨ªntimas, su vig¨¦simo segundo largometraje que ahora se estrena en Espa?a. Luego ha terminado un documental sobre la miseria en la pen¨ªnsula Indochina -Dogara- y anda embarcado en la realizaci¨®n de otro t¨ªtulo de ficci¨®n. En definitiva, el realizador franc¨¦s rueda sin parar porque ha hecho de la puesta en escena su oficio. No es un autor, en el sentido restrictivo del t¨¦rmino, es decir, poseedor de un universo propio que su filmograf¨ªa va explorando. No es un autor "a la europea" -un Bergman, un Antonioni o un Almod¨®var-, sino un autor "a la americana", un tipo que se hubiera sentido a gusto en la ¨¦poca de los grandes estudios, heredando cada seis meses un gui¨®n distinto para darle vida en la pantalla despu¨¦s de haberlo sometido a unos peque?os retoques y, sobre todo, despu¨¦s de haber discutido mucho qui¨¦nes deb¨ªan ser los int¨¦rpretes. Aqu¨ª, en Confidencias muy ¨ªntimas, cuenta con una pareja improbable, con Sandrine Bonnaire, una actriz "natural", revelada por Maurice Pialat en la sublime A nuestros amores (1983), una mujer que ha aprendido a estar ante la c¨¢mara, que tiene un registro dram¨¢tico limitado pero excelente, y con Fabrice Luchini en el otro polo, el histri¨®n llevado al extremo, un int¨¦rprete en el que cada gesto y cada entonaci¨®n corresponden a la voluntad de fabricar un personaje.
Se trata de un autor que se hubiera sentido a gusto en la ¨¦poca de los grandes estudios
Leconte ha trabajado esa dualidad de estilos interpretativos en diversas oportunidades, en la mayor¨ªa de los casos era Jean Rochefort quien asum¨ªa el papel del exceso -Jean Pierre Marielle tambi¨¦n ha desempe?ado con ¨¦xito la funci¨®n- y de ah¨ª salen Tandem (1987), El marido de la peluquera (1990) o El hombre del tren (2001). En esos casos, Rochefort tuvo enfrente, como payaso blanco, a G¨¦rard Jugnot, Anna Galliena o Johny Halliday.
En Confidencias muy ¨ªntimas nos topamos con un gui¨®n que hubiera sido del agrado de Hitchcock o Fritz Lang: una mujer acude, desesperada, al psicoanalista para revelarle los secretos matrimoniales que la angustian, el comportamiento "perverso" de su esposo. La pel¨ªcula existe porque esa mujer, en el inevitable largo pasillo lleno de puertas, se equivoca y abre una que no es la del psiconalista sino la de un consejero fiscal.
La confusi¨®n reina al principio: a los expertos fiscales tambi¨¦n se les conf¨ªan secretos, tambi¨¦n se les aborda con un lenguaje hecho de tanteo, esperando ver hasta que punto es posible desnudar el alma o la cuenta corriente. El equ¨ªvoco se instala, William (Luchini) no hace nada por romperlo y luego ya es demasiado tarde, el falso psicoanalista se ve atrapado en su propia trampa, el desorden sentimental de Anna (Bonnaire) viene a poner en evidencia su falso orden, con estanter¨ªas perfectas, corbatas impecables y sucesi¨®n de platos congelados. Es m¨¢s, no se sabe si Anna no est¨¢ al corriente del error y es ahora ella la que explota los miedos de su supuesto confesor con t¨ªtulo universitario.
Leconte disfruta reuniendo actores, proponi¨¦ndoles aventuras insensatas - C¨®micos en apuros (1995) agrupaba a Rochefort, Marielle y Noiret como unos actores acabados que se embarcaban en una ¨²ltima gira- o intentando resucitar su alma -el fallido encuentro entre Delon y Belmondo en Uno de dos (1998), una pel¨ªcula en la que las dos viejas estrellas discut¨ªan sobre qui¨¦n era el padre del presente del cine franc¨¦s, encarnado por Vanessa Paradis-. En otras oportunidades se pone al servicio de las estrellas -Juliette Binoche y Daniel Auteuil en la bella pero mal acabada La viuda de Saint-Pierre (2000)-, juega con los g¨¦neros -el western en la ya citada El hombre del tren o el famoso "realismo po¨¦tico" en Rue des plaisirs (2000) y Felix et Lola (2000)-, se dedica al remake -Monsieur Hire (1989) es una adaptaci¨®n de Simenon que ya antes hab¨ªa firmado Julien Duvivier- o intenta y consigue hacer cine comercial de gran espect¨¢culo -Les Specialistes (1985)-.
La filmograf¨ªa de Leconte es el equivalente de un cat¨¢logo de grandes almacenes: en ella se encuentra de todo, desde obras maestras a productos baratos de consumo inmediato. En su contra pesa el no gozar del aprecio de los cr¨ªticos m¨¢s influyentes y venir del mundo del c¨®mic en vez de haber hecho sus primeras armas en la revista Cahiers du Cin¨¦ma o de haber estudiado en la FEMIS, la prestigiosa escuela oficial de cine. Tampoco cultiva la autoficci¨®n, g¨¦nero que goza de gran predicamento entre la intelectualidad parisina y, para acabar de complicarse la vida, lider¨®, junto con Tavernier, una revuelta de los cineastas contra los cr¨ªticos en la que, a pesar de tener raz¨®n, tuvo que avenirse a razones. Es decir, renunciar a ir al fondo del problema. Quiz¨¢s por eso hoy le reencontramos en casa del psiquiatra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.