?D¨®nde est¨¢ el centro pol¨ªtico?
En las democracias avanzadas, el partido que consigue ocupar el centro del espectro ideol¨®gico acaba haci¨¦ndose con el poder.
No es un axioma matem¨¢tico, por supuesto, porque depende de la ¨¦poca y de las circunstancias. Pero explica el sospechoso parecido que ofrecen los partidos Republicano y Dem¨®crata estadounidenses en muchas cuestiones, con pol¨ªticos pr¨¢cticamente intercambiables, o los laboristas y los conservadores brit¨¢nicos. Aqu¨ª, gracias a la pol¨ªtica centrada de su primer mandato, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar logr¨® la mayor¨ªa absoluta en 2000 y luego, por culpa de su actitud autoritaria durante el segundo, el PP perdi¨® el poder en 2004. En cambio, Rodr¨ªguez Zapatero, merced a su pr¨¦dica del buen rollito y a otras circunstancias m¨¢s dram¨¢ticas de sobra conocidas, est¨¢ ahora en La Moncloa.
Esa b¨²squeda del centro es una constante desde la transici¨®n pol¨ªtica. La moderaci¨®n y modernizaci¨®n del mensaje socialista, junto al miedo involucionista tras la fallida asonada militar del 23-F, propici¨® la llegada en volandas de Felipe Gonz¨¢lez al poder en 1982. Una manera de escenificar que no se trataba de un rojo revanchista y demoledor fue, curiosamente, la de utilizar el simb¨®lico yate de Franco, el Azor, para sus primeras vacaciones marineras.
?D¨®nde est¨¢, ahora, el centro pol¨ªtico en la Comunidad? Hace poco tiempo nadie dudaba que lo copaba Eduardo Zaplana, con una pol¨ªtica liberal aportada desde las juventudes de UCD, donde hizo sus primeras armas pol¨ªticas a la sombra de Adolfo Su¨¢rez. En las elecciones de 1999 supo atraer el voto de sensibilidades y sectores tan diversos como liberales, socialdem¨®cratas y regionalistas. Con una actitud tolerante e integradora -a pesar de la ferocidad m¨¢s o menos justificada de sus cr¨ªticos-, consigui¨® que en su gobierno colaborasen gentes de ideolog¨ªas diferentes, abri¨® cauces -aunque imperfectos- para el di¨¢logo entre partidos y mantuvo excelentes relaciones con comunidades vecinas gobernadas por formaciones ajenas a la suya, como Converg¨¨ncia i Uni¨®, de Jordi Pujol, en Catalu?a, o el PSOE, de Jos¨¦ Bono, en Castilla-La Mancha.
Ahora, en cambio, por culpa de unos y de otros, la crispaci¨®n se ha instalado en la vida p¨²blica. Donde no hace mucho exist¨ªa una relativa calma pol¨ªtica -lengua, Estatut, relaciones entre autonom¨ªas...- todo es confrontaci¨®n y falta de di¨¢logo. Se ha elevado el list¨®n dial¨¦ctico y nos hallamos en un permanente casus belli ante cualquier cuesti¨®n: plan de agua, Acad¨¨mia de la Llengua, infraestructuras...
Lo malo de la radicalizaci¨®n pol¨ªtica es que no beneficia a quien la practica violentando su propia ideolog¨ªa m¨¢s moderada. Le sucedi¨® en Catalu?a a Converg¨¨ncia cuando Artur Mas forz¨® una vuelta de tuerca m¨¢s nacionalista. Para eso, pareci¨® pensar su electorado, prefiero votar al original radical, o sea, a Esquerra Republicana, que no a una mala copia. ?Puede sucederle eso al PP de Paco Camps si practica una presunta exacerbaci¨®n regionalista? A lo mejor, s¨ª, para regodeo de Garc¨ªa Sentandreu y su a¨²n in¨¦dita Coalici¨®n Valenciana.
El otro punto de fuga electoral del Partido Popular podr¨ªan ser esos votantes desenga?ados en su d¨ªa del PSPV-PSOE y que le prestaron su voto en las pasadas elecciones. ?Se siguen sintiendo a gusto todav¨ªa con la utilizaci¨®n que de su voto hace este Consell?
La respuesta depender¨¢, en gran parte, de Joan Ignasi Pla. ?ste se equivocar¨ªa si pensase que la de ahora es la misma sociedad anta?ona de Blasco Ib¨¢?ez, la radical de la Segunda Rep¨²blica o la izquierdista de la vuelta a la democracia en 1977. Nos encontramos en una comunidad de ampl¨ªsima clase media, econom¨ªa diversificada, elevado nivel de empleo y con dosis crecientes de bienestar que desea ver ampliado y mejor repartido.
Nunca como ahora, en los ¨²ltimos a?os, ha tenido tan a su alcance el PSPV dar satisfacci¨®n pol¨ªtica a esa demanda. Para ello, s¨®lo necesita cumplir tres condiciones: ocupar los resquicios de centro que presuntamente desatiende el Consell, lograr que a la Comunidad le beneficie el que haya un Gobierno socialista en Madrid y hacer frente a ese mismo Gobierno cuando perjudique a los intereses valencianos, como en el caso del trazado del AVE por l'Horta Sud que la ejecutiva del PSPV discutir¨¢ este lunes.
Por su parte, el presidente Camps tiene una obligaci¨®n inexcusable si aspira a revalidar su mandato: no abandonar el centro pol¨ªtico. Y no se trata s¨®lo de las formas, que las conserva, con una exquisita actitud personal, sino de contenidos. Y esto otro, mal que le pese, ya es distinto cantar.
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