M¨¢s, pero m¨¢s viejos
Las ¨²ltimas previsiones demogr¨¢ficas del Banco de Espa?a para la primera mitad de este siglo en Espa?a mejoran sustancialmente las lanzadas hace apenas cinco a?os por la ONU, que auguraban un descenso paulatino de la poblaci¨®n espa?ola rayano en la cat¨¢strofe demogr¨¢fica. Esta correcci¨®n a mejor hay que atribu¨ªrsela fundamentalmente a los inmigrantes llegados en los ¨²ltimos a?os y a los que se espera en los pr¨®ximos, pues la tasa de fecundidad de la mujer espa?ola, aunque mejorar¨¢ ligeramente, seguir¨¢ por debajo de la tasa de reposici¨®n.
En las actuales circunstancias hay que considerar el aumento de poblaci¨®n como un don ca¨ªdo del cielo. Ayuda a rejuvenecer a corto plazo una sociedad encaminada hacia el envejecimiento y reduce la tasa de dependencia, que mide el porcentaje de poblaci¨®n inactiva respecto de la que trabaja, con los beneficiosos efectos que ello tiene sobre el sistema productivo y la protecci¨®n social. Las anteriores proyecciones situaban la poblaci¨®n espa?ola en 2025 en 43 millones de personas -ya alcanzados en la actualidad- y en 41 millones en 2050, mientras que las actuales la elevan hasta los 50 millones en la primera fecha y 53 millones en la segunda. Espa?a tendr¨¢ en esta primera mitad de siglo unos doce millones de habitantes m¨¢s de los previstos.
Sin embargo, el aumento de poblaci¨®n no despeja, aunque mitiga, el problema del envejecimiento de la sociedad espa?ola a medio y largo plazo. En 2025, los mayores de 65 a?os, que constituyen actualmente el 16,8% de la poblaci¨®n, pasar¨¢n a representar el 21,2% y un 30,8% en 2050, por efecto del propio envejecimiento de los inmigrantes y de la mejora de la esperanza de vida, que pasar¨¢ de la media actual de 80,7 a?os a los 84 en 2030. Sin duda, el retraso de la edad de jubilaci¨®n servir¨ªa para reducir la tasa de dependencia, pero ello apenas paliar¨ªa un problema necesitado de pol¨ªticas sociales m¨¢s activas que las desarolladas hasta ahora.
El Plan Gerontol¨®gico Nacional puesto en marcha hace 14 a?os prometi¨® muchas cosas: aumento de plazas residenciales, asistencia domiciliaria, centros de d¨ªa, teleasistencia, etc¨¦tera; pero s¨®lo el 6,5% de los 1,7 millones de ancianos dependientes reciben en la actualidad alguna ayuda de los diversos servicios sociales. El n¨²mero de plazas residenciales -tres por cada cien mayores de 65 a?os- sigue estando tan alejado de la media de la UE -siete por cada cien- como hace 14 a?os. Urge, por tanto, ese Servicio Nacional de Ayuda a la Dependencia presentado recientemente por Zapatero como iniciativa estrella de las pol¨ªticas sociales de su Gobierno.
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