?Cosas de Juanjo?
Cuando Xabier Arzalluz soltaba alguna de sus desmesuras caracter¨ªsticas, en los medios nacionalistas se comentaba: "cosas de Xabier". Quienes lo dec¨ªan ante extra?os daban a entender que tambi¨¦n a ellos les daba un poco de verg¨¹enza que se dijeran algunas cosas; o que quer¨ªan dar la sensaci¨®n de que les daba.
Las "cosas de Xabier" eran, en definitiva, las viejas cosas del nacionalismo: Ellos y nosotros es el t¨ªtulo de un art¨ªculo de Sabino Arana, y, aun cuando ya no es de buen tono hablar de maketos, la distinci¨®n entre "ellos y nosotros" sigue presente en unos planteamientos que parten de que hay "vascos-vascos" y "meros ciudadanos vascos". Con la breve excepci¨®n de los primeros a?os que siguieron a la firma del Acuerdo de Ajuria Enea, la pol¨ªtica nacionalista se ha orientado a buscar la recomposici¨®n de la familia patriota, y a ello ha dedicado especial empe?o desde el secuestro y asesinato del concejal de Ermua Miguel ?ngel Blanco, primero con el pacto de Estella-Lizarra, nacido de un acuerdo formal con ETA, y luego con el plan Ibarretxe.
Si no encuentran resistencias, los nacionalistas proseguir¨¢n su escalada de rupturas
La Propuesta ignora la Constituci¨®n y, sin mayores problemas, la modifica en lo que afecte a Euskadi. La m¨¢s estupenda manifestaci¨®n de la broma es la enmienda de Ezker Batua-Izquierda Unida pretendiendo que el nombramiento del lehendakari no lo realizar¨¢ el Rey, sino el presidente de la Rep¨²blica Federal Espa?ola. Por lo que toca al procedimiento de aprobaci¨®n, Juan Jos¨¦ Ibarretxe, sin arredrarse por carecer de competencia para ello, ha indicado que someter¨¢ a refer¨¦ndum el texto si las Cortes no lo aprueban en el plazo de seis meses. Quien decide es el Pueblo Vasco y, por eso, ¨¦l no aceptar¨¢ que el Parlamento espa?ol rechace lo que ha aprobado el vasco.
En tal contexto, se ha planteado si el Gobierno ha de permitir o no que contin¨²e la tramitaci¨®n de la Propuesta. Las razones aducidas por el TC en su auto de 20 de abril de 2004 para no admitir a tr¨¢mite la impugnaci¨®n del Gobierno contra la tan citada Propuesta, se mantienen ahora: sigue trat¨¢ndose de un texto en tramitaci¨®n, y no de una norma. Por otra parte, no se consigue ninguna ventaja pol¨ªtica demorando el proceso o dejando que el Tribunal resuelva lo que tienen que resolver otros.
El procedimiento a seguir est¨¢ regulado por Resoluci¨®n de la presidencia del Congreso de los Diputados, de 16 de marzo de 1993. A los efectos que aqu¨ª importan, la Mesa del Congreso ha de valorar si la propuesta cumple los requisitos constitucionales y estatutarios establecidos y, si as¨ª lo estima, se somete a debate y votaci¨®n de totalidad. La Mesa se limita a analizar si se cumplen los requisitos formales, por lo que no puede entrar en otro tipo de valoraciones y tiene que trasladar el texto al pleno para el debate sobre la toma en consideraci¨®n. El pleno se inicia con la defensa de la Propuesta por una delegaci¨®n del Parlamento vasco, a la que siguen las de los grupos parlamentarios. Tras ello se votar¨¢ a la totalidad y, una vez producido el esperable rechazo, acabar¨¢ la historia parlamentaria de la Propuesta de Estatuto Pol¨ªtico de la Comunidad de Euskadi.
Pero su fantasma seguir¨¢ persigui¨¦ndonos. Primero, porque hay elecciones auton¨®micas en mayo y, sobre todo, porque el lehendakari intentar¨¢ convocar una consulta sobre el tema. El seguro recurso del Gobierno ante el Tribunal Constitucional suspender¨¢ la convocatoria, pero nada garantiza que ¨¦sta no se realice. Las hip¨®tesis que pueden abrirse a partir de ese momento son muchas, unas peores que otras, aunque ninguna tranquilizante; y quiero creer que no se intentar¨¢ impedir con la fuerza p¨²blica la celebraci¨®n de un plebiscito convocado al margen de la ley y sin ninguna garant¨ªa de limpieza. En todo caso, el resultado previsible ser¨¢ un fortalecimiento de la comunidad nacionalista vasca en torno a concepciones que impedir¨¢n indefinidamente el m¨ªnimo acuerdo de convivencia pol¨ªtica dentro del Pa¨ªs Vasco, y de Euskadi con el resto de Espa?a. La frustraci¨®n ante lo que ser¨¢ presentado como nuevo ataque de Espa?a favorecer¨¢ el rearme ideol¨®gico (y, previsiblemente, el otro) de ETA.
La irresponsabilidad de los nacionalistas al entrar tan alegremente, con el inestimable apoyo de EB-IU, en este berenjenal es, obviamente, la causa de lo que venga a partir de ahora. Es posible que hayan cre¨ªdo que, como siempre, los partidos de "Madrid" acabar¨¢n dando casi todo lo que se pide porque hay que acabar con el "problema vasco". Esta vez, sin embargo, parece que se han pasado, y ello puede contribuir a que PSOE y PP se pongan de acuerdo al menos en esto: que las demandas abertzales no se frenan con concesiones intermedias; que si no encuentran resistencias, los nacionalistas se sentir¨¢n invitados a proseguir su escalada de sucesivas rupturas unilaterales, caiga quien caiga. Los partidos mayoritarios no pueden convertir sus divergencias sobre c¨®mo frenar el plan en motivo para no frenarlo. Deben hacerlo en defensa propia, y de cuantos tememos que un d¨ªa, al levantarnos, veamos una tierra que ya no sea la nuestra.
Es cierto que nada estar¨¢ dicho hasta que se celebren las elecciones de mayo, pero se agradecer¨ªa que los partidos no esperaran hasta entonces y acordaran c¨®mo explicar, tambi¨¦n a los electores nacionalistas, ad¨®nde puede llevarnos el partido-gu¨ªa. Por de pronto, buena parte de los vascos tiene miedo, y quien esto firma ya ha empezado a notarlo incluso en alguno de los que llevaban a?os diciendo que "no pasa nada". Que s¨®lo eran "cosas de Juanjo".
Javier Corcuera es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional de la Universidad del Pa¨ªs Vasco
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